
Eduardo Alfredo OLIVERO, la increíble historia de un aviador argentino que se cubrió de gloria en la aviación italiana, combatiendo en la Primera Guerra Mundial.
Había nacido en la ciudad de Tandil, provincia de Buenos Aires, el 2 de noviembre de 1896, hijo de Giovanni y Margarita Olivero, inmigrantes italianos que llegaron a estas tierras buscando un mejor futuro, fue el cuarto vástago de esta familia.
En 1912, con apenas 16 años cumplidos, Eduardo empaca sus valijas y se dirige a Buenos Aires fascinado por la idea de volar. Por tren viaja hasta Villa Lugano, donde Pablo Castaibert había instalado su Campo de Vuelo. Al verlo y saber de su edad, Castaibert rechaza a Eduardo aduciendo que es muy joven. Pero él traba amistad con el aviador italiano Lorenzo Eusebione y con Marcel Paillet, el aviador francés que se transformaría en instructor de la Escuela de Aviación Militar de “El Palomar”, también de un aviador y periodista chileno que luego se realizó como director de cine en nuestro medio: Carlos Borcosque. El piloto italiano Eusebione, convence a Castaibert que emplee a Olivero como el pibe de los mandados. Con el correr del tiempo, Castaibert mismo, instruye a Eduardo a bordo de uno de los monoplanos de ala baja (motor Gnome Omega de 50 HP) que llevaban su nombre. Olivero obtiene su “brevet” de aviador el 18 de Junio de 1914, ya deslumbraba por su natural habilidad y pericia, antes de cumplir los 18 años. En ese mismo campo de vuelo de Villa Lugano, además de los pioneros nombrados, el mismo Jorge Newbery era uno de los aviadores habituales. A pedido de Castaibert rinde su examen en el Aero Club Argentino, sin embargo, no puede obtener la licencia No.43 que le hubiera correspondido dado que era menor de 18 años.
TIEMPOS DE GUERRA:
Al estallar la Primera Guerra Mundial su padre y su tío resuelven ir a pelear por la Italia natal, tal como hicieron más de 40.000 italianos residentes en nuestro país. Eduardo los exime de esa responsabilidad y viaja, en 1915, en nombre de la familia Olivero. Lo hace a escondidas de su padre, sin despedirse, lo que la familia excusa por su minoría de edad.
Apenas llega, le ofrecen ser parte del “Servizio Aeronautico” (nombre de la aún no creada Aeronautica Militare), pero sólo aceptando la ciudadanía italiana. Olivero declina ese ofrecimiento, la nacionalidad argentina no es negociable. Sin embargo, la urgente necesidad de pilotos obliga a la Aviación italiana a incorporarlo, primero como instructor de vuelo y luego (a pedido suyo) como integrante de la escuadrilla de ases italianos. Olivero participa activa y valientemente de varios combates aéreos, que lo harán merecedor de algunas medallas. En una oportunidad, vuela en solitario sobre tropas enemigas para tomar fotografías y es atacado por siete aparatos enemigos, logra derribar a dos, y emprende el escape, utilizando todo el combustible. Aterriza de emergencia en una granja, se reabastece de gasolina y consigue retornar a su base sano y salvo, cuando ya lo daban por derribado y muerto. Por este episodio, el Rey de Serbia le otorga una medalla. Llegó a ascender hasta el grado de Comandante. Durante toda la guerra lució en su aeroplano cintas azules y blancas, en recuerdo de su patria.
El 7 de Agosto de 1917 Olivero es ascendido a capitán. El 2 de Febrero de 1918 realiza una misión de reconocimiento sobre Lubiana, realizando el vuelo más extenso efectuado hasta entonces. Al producirse el armisticio, Olivero ha efectuado 553 misiones de combate en 850 días (17 de Abril de 1916 al 4 de Noviembre de 1918) Olivero ha batido el record de permanencia en el frente, negándose reiteradamente a hacer uso de las licencias que regularmente se le otorgaban.
La foja de servicios de Olivero revela que, de los 553 servicios en combate, 156 han sido de caza, 262 en patrullas de combate,61 de escolta a aviones de reconocimiento y bombardeo, 11 misiones de reconocimiento estratégico, 14 misiones de ataque al suelo contra masas de infantería austriaca, y un servicio en el que derriba a un globo de observación tipo “Draken”. Olivero ha participado en 25 combates aéreos, en los cuales derribo a nueve (9) aparatos enemigos, convirtiéndose oficialmente, en un “as italiano”.
CONDECORACIONES:
2 Medallas de Plata; 2 Medalla de Bronce; Cruz de Guerra Italiana; Medaglia Militare Italiana; Medaglia italiana per il Volontario di Guerra; Medaglia italiana di Unità; Croix de guerre avec Palmes (Francia); Gran Crúz de Oro de Karageorgevic (Servia).
Como todos los aviadores de esa época romántica y caballeresca, una vez terminados los combates aéreos, regresaba al campo donde había estado combatiendo y arrojaba flores desde su avión, para despedir a los muertos.
Concluida la Primera Guerra, a través de Gabriele D’Annunzio, consigue el permiso para volver a su país, Argentina, y reencontrarse con su familia. Fue recibido como un héroe en Buenos Aires y en su ciudad natal, Tandil.
LA POSGUERRA:
En Argentina impartió clases de vuelo y rompió además varios récords de altura, distancia y velocidad. Entre ellos el récord sudamericano de altura, superando los 8.000 metros, lo que provocó su desvanecimiento y la caída de su aeroplano, salvando providencialmente la vida. En una ocasión, haciendo acrobacia, su avión se incendió; para evitar que las llamas carbonizaran a su amigo copiloto, se arrojó sobre el fuego, quemándose sus manos y cara y a pesar del dolor y las heridas, logró aterrizar sin problemas. Este accidente cambió para siempre su fisonomía, pero no hizo mermar un ápice su pasión, ni evitó que siguiese volando y batiendo récords.
En 1926, junto a su alumno Bernardo Duggan y al mecánico italiano Emilio Campanelli, unieron por primera vez en vuelo las ciudades de Nueva York y Buenos Aires, en 37 etapas y a lo largo de 81 días. A su avión marca “Savoia Marchetti”, de origen italiano, lo bautizó con el nombre rutilante de «Buenos Aires». Este exitoso viaje pionero fue seguido de cerca por la prensa mundial. Durante siete días se los dio por muertos debido a un curioso percance: siguiendo las costas de Brasil se internaron por error en el río Amazonas, registrando fotografías de los asombrados indígenas con quienes convivieron. Luego, gracias a la asistencia de una embarcación consiguieron cargar combustible como para continuar su periplo a Buenos Aires, donde renombrados músicos y artistas de la época compusieron melodías y letras alusivas a este accidentado raid. Al llegar al puerto de Buenos Aires, una multitud ansiosa los aguardaba y en ella el mismo Presidente de la Nación Marcelo T. de Alvear.
SUS ULTIMOS DÍAS:
Su vida permanece íntimamente ligada a la aviación hasta su fin. Intenta ser el primer aviador en volar hasta la estratosfera, pero el inicio de la Segunda Guerra Mundial se lo impide. Finalmente, el valeroso Eduardo Olivero murió el 19 de Marzo de 1966.
En el mes de Febrero de 1962, teniendo apenas 11 años de edad, tuve la oportunidad de conocerlo en la Base Aérea Militar de Tandil (hoy VI Brigada Aérea). Sucedió que, en aquella oportunidad, la Fuerza Aérea Argentina había adquirido los nuevos cazas a reacción, “North American F-86F Sabre” y con ellos crea la primera Escuadrilla de “alta acrobacia” llamada, “Cruz del Sur” y como debut, harían una demostración aérea sobre nuestra ciudad (Mar del Plata), en plena temporada estival.
Por aquellos años, nuestra Base Aérea Militar (hoy aeropuerto Astor Piazzola) no podía recibir a estos nuevos aviones, dado la longitud de la pista. Fue por esa razón que la Escuadrilla “Cruz del Sur” operaría desde la Base Aérea Militar de Tandil y fue mi propio padre, quién a través de un amigo de la Fuerza Aérea, me llevó hasta allá para que yo pudiera conocer los nuevos aviones.
En esa oportunidad, extasiado mirando esas brillantes y coloridas máquinas, vemos que ingresa un automóvil Mercedes Benz (propio de los que tenía la Fuerza Aérea en aquellos días), lo primero que me llamó la atención fue que, todo el personal militar, oficiales y suboficiales, clavaron sus tacos y sus miradas en el auto. Con un marcial “saludo uno”, saludaban con orgullo, al anciano que del auto descendía, era nada más y nada menos, que el Magiore Eduardo Olivero.
No podría corroborarlo históricamente, porque nunca pude encontrar el dato en publicación alguna, pero, según nos comentaron, fu el propio Olivero que por sus vinculaciones con la “Aeronautica Militare Italiana”, había conseguido entre 1956 y 1957, las figuras acrobáticas y los procedimientos de instrucción de la famosa Escuadrilla italiana “Lancieri Neri” que fueron desarrolladas primero, por la “Escuadrilla 46” con Gloster Meteor y, en esos días, por la “Cruz del Sur” con sus nuevos y famosos North American F-86F “Sabre”.
EDUARDO ALFREDO OLIVERO: DESTACABLE EN TODO. 1°) EXIMIO AVIADOR DE COMBATE DURANTE LA PRIMER GUERA MUNDIAL, 2°) NO RENUNCIÓ A SU NACIONALIDAD ARGENTINA Y LE FUE RESPETADA SU DECICIÓN. HOMBRES DE ESE TEMPLE NOS FALTAN , SE CONVIRTIERON EN EJEMPLOS PERMANENTES DE CIUDADANOS VIRTUOSOS.
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