Por: Oscar Filippi

Transitando la segunda década el Siglo XXI, la dinámica mundial que planifica sus políticas a 50 años de las que mantiene en curso, coloca a nuestro país como una de las principales fuentes de recursos alimentarios y energéticos (por sus reservas ya detectadas) y en el ojo del conflicto futuro. El control de esos recursos para la supervivencia del más fuerte.
Oriente Medio bajo fuego, conflicto económico y marítimo con China, escalada en los conflictos con Irán y Corea del Norte. Inestabilidad en el Cáucaso y los Balcanes, flotas pesqueras depredadoras de los recursos legítimos de otras Naciones, son claras señales que el control de los recursos energéticos, serán la primera etapa de un conflicto mundial que luego avanzará sobre los recursos alimentarios y la biodiversidad.
En un mundo al que ya le falta espacio y le sobra gente, en el que los recursos estratégicos ya son escasos para esta masa poblacional y, ante un país como el nuestro, al que le sobra espacio y está escasamente poblado, con recursos continentales y marítimos, alimentarios y estratégicos de importante magnitud, privatizados ya en algunos casos, en ausencia total de una política de Estado que privilegie su control y crecimiento, aislados irresponsablemente de esta dinámica y consecuente responsabilidad global, nuestro futuro se aparece incierto y nos obliga a un radical cambio en la actitud y responsabilidad política.
Nuestra República Argentina es un país con riquezas, “para que sea un país rico”, debemos trabajarlo y para que ello suceda, educar a nuestros jóvenes.
Nuestro país, tiene el privilegio de ser una nación marítima, con más 5.000 kilómetros de costa, con una superficie marítima con recursos y una superficie superior a la continental.
Educar de cara al Mar, hacer de su explotación, racional y sustentable, es una obligación indeclinable que, en 200 años no hemos sabido concretar.
Nuestra propia historia nos inspira en el ejemplo. Para defender a futuro lo que verdaderamente nos corresponde, para integrarnos sin entregarnos, a este nuevo mundo globalizado que exige cada vez más cooperación e interrelación, debemos volver a privilegiar nuestra educación pública.
No existirá Defensa Nacional posible, si antes no existe una verdadera Educación Nacional. Nuestras escuelas y universidades son nuestros mejores cuarteles, nuestros maestros y profesores, los mejores solados.
Conocer para querer, querer para defender y en el ejemplo histórico de nuestros grandes prohombres, el Dr. Manuel Belgrano, el General José de San Martín y el Almirante Guillermo Brown, proyectando su legado de tradición y conducta, se han de reconstruir nuestras Fuerzas Armadas. Fieles y celosas custodias de nuestra constitución y suficientemente equipadas para la defensa de nuestros espacios y recursos soberanos. El conocimiento es el recurso humano indeclinable y las capacidades personales, la mayor arma que se puede brindar a los integrantes de nuestras tres Fuerzas Armadas. Lo demás, se puede comprar y/o fabricar. Educar es invertir en futuro.
LA ARGENTINA: UN GRAN PAISAJE APENAS POBLADO, CURIOSAMENTE SIN «HIPÓTESIS DE CONFLICTO». DE HABER UNA GUERRA, INVASIÓN O COMO SE QUIERA DEFINIR, NOS ENCONTRARÁ CON CAPACIDAD PARA UNA RESPUESTA EFECTIVA. EN CUANTO A LAS UNIVERSIDADES, NO CREO QUE SEAN RESERVORIOS DE LA PATRIA. HACE UNAS DÉCADAS LA UBA LES SOLICITÓ A SUS EGRESADOS DE TODAS LAS CAMADAS , UNA COLABORACIÓN. A PLATA DE HOY NO REUNIERON NI MIL DEVALUADOS PESOS.
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DIGO: SIN CAPACIDAD PARA DAR UNA RESPUESTA EFECTIVA. VALE.
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