Americanos y soviéticos, frente a frente en el aire por primera vez.

Los legendarios aviones soviéticos Mig-15, contra los North American F-86 “Sabre” de los Estados Unidos, se enfrentaron sobre la península de Corea en una batalla aérea que calibró, por primera vez en la historia, la pericia de dos Estados que aspiraban a convertirse en la única potencia hegemónica de la Tierra.
La guerra de Corea fue el primer conflicto bélico en el que se enfrentaron directamente militares norteamericanos y soviéticos. En realidad, este choque directo sólo se produjo en el aire, entre pilotos de guerra de uno y otro bando, pero tiene la importancia de ser el único que los ha enfrentado hasta el momento. La guerra de Corea puso por primera vez en consideración, aviones a reacción que disparaban cohetes y se movían a velocidades supersónicas y tanto los soviéticos como los americanos alardeaban de tener el mejor aparato de combate: los rusos, el Mig-15 y los estadounidenses, el North American F-86 Sabre (en sus versiones A, F y H).




Aunque los rusos nunca reconocieron su participación en la guerra más allá de facilitar la instrucción de las tropas norcoreanas y aportar sus aviones y carros de combate, hay numerosas pruebas que acreditan que sus pilotos entraron en combate, entre ellas testimonios como, el de Yevgueni Pepelyaev, que abatió hasta 23 F-86 “Sabre” y lo contó en un libro que llegó a ser best seller, “Los Mig contra los Sabres”.
“Los duelos a corta distancia se efectuaban a grandes velocidades y estábamos sometidos a gravedades enormes, los ojos se te desorbitan, algunos compañeros incluso perdían el conocimiento. No hay que olvidar que se trataba de los primeros duelos de cazas a reacción”, recuerda el piloto en una entrevista en julio de 2007.
El Mig-15 y el F-86 eran aviones de la misma clase, aunque con diferentes puntos fuertes. Ambos tenían una velocidad parecida – algo mayor el Mig 15 – pero el caza norteamericano maniobraba mejor en horizontal, mientras que el avión ruso era superior en vertical y contaba con mejor armamento. Ante tal igualdad técnica, los pilotos tomaban una importancia capital y en ese sentido los norteamericanos se impusieron en la primera fase de la guerra, al menos hasta que los rusos decidieron sustituir a aquellos novatos norcoreanos y librar personalmente la batalla aérea.
A partir de entonces, la guerra en el aire se equilibra y los norteamericanos empiezan a añadir mejoras técnicas a sus cazas. Yebgueni Pepeliayev recuerda cómo en octubre de 1951 derriba un F-86 que se ve obligado a aterrizar de emergencia en territorio norcoreano y al detener al piloto, observan una tecnología que ellos aún no dominan. “Los estadounidenses tenían “trajes anti G” que les ayudaban a tolerar las altas presiones, además de herramientas para realizar maniobras de giro, ascensos descensos y balanceos que nosotros no teníamos” (slat de borde de ataque), explica el piloto.

Otro “As” de la aviación soviética, Nikolái Sutyagin en su marcador tenía 22 aviones de las Naciones Unidas derribados. Era el as máximo de la guerra de Corea, superando en 5 aviones derribados al mejor as de Estados Unidos, el capitán Joseph C. McConnell.
Nikolái Sutyagin recuerda que, en 1950, toda su división fue equipada con el nuevo avión de combate MiG-15. Sutiaguin realizó 54 vuelos en este aparato antes de que la unidad fuese reasignada al 64º Cuerpo de Aviación de Combatientes en Mukden (Manchuria). Fueron desplegados en los aeródromos de Myaogao y Antung en la frontera coreana, con el fin de contrarrestar las fuerzas de la ONU sobre Corea.
“Estábamos vestidos como voluntarios chinos y mirándonos unos a otros, nos reíamos con melancolía”, escribió en su diario Sutiaguin. “Nos veíamos muy raros llevando aquellas guerreras de algodón azul, pantalones anchos y arrugados, gorras con visera de panqueque masticado y zapatos en lugar de las botas de siempre. (…). En nuestros aviones lucían las señales de identificación de la Fuerza Aérea de la República Popular”.
El mejor piloto en el mejor caza:
El MiG-15 fue un factor clave para establecer la superioridad rusa. El avión tenía un techo de acción más alto que los aviones occidentales, como el North American F-86 Sabre, de modo que los pilotos rusos podían retirarse fácilmente ascendiendo a más de 50.000 pies, sabiendo que el enemigo no podía seguirlos.
En segundo lugar, el MiG-15 tenía mucho mejor aceleración y velocidad – 1.005 km/h frente a los 972 km/h de sus oponentes. La velocidad de subida de 9.200 pies por minuto del MiG-15 también era superior que los 7.200 pies por minuto de la mayoría de las versiones del F-86.
Un factor decisivo en las batallas aéreas libradas sobre Corea fue la diferencia en el armamento. Los MiG-15 estaban armados con cañones capaces de alcanzar un objetivo desde una distancia de 1.000 metros, mientras que las ametralladoras a bordo de los bombarderos B-29 estadounidenses, por ejemplo, tenían un alcance de 400 metros.
Cuando abandonó Corea en febrero de 1952, Sutiaguin tenía en su marcador 22 aviones de las Naciones Unidas derribados. Las víctimas de este miembro de una familia campesina fueron de película: 15 F-86 Sabre, tres F-84 Thunderjet, dos P-80 Shooting Star y dos Gloster Meteor habían caído bajo el fuego de sus ametralladoras. Esto, durante un total de 149 misiones de combate en las que libró 66 combates aéreos.

“Mig Aley”, el callejón de los Mig:
Los pilotos norteamericanos llamaron callejón de los Mig a un espacio aéreo de unas 6.000 millas cuadradas situadas al noroeste de la península de Corea, que es donde se desarrollaron la mayor parte de los combates aéreos. El primer enfrentamiento entre los F-86 y los Mig se produjo en noviembre de 1950. Enseguida, los norteamericanos supieron que se enfrentaban a un avión formidable.

Para la historiografía americana, la batalla aérea en la Guerra de Corea fue poco menos que un paseo militar para los pilotos norteamericanos. Tanto es así que suele hablarse de una proporción de 10 a 1 en cazas derribados. Sin embargo, se trata de datos que no han tenido réplica por parte soviética y por tanto han sido asumidos sin el menor espíritu crítico. Años después, cuando los rusos desclasificaron sus archivos, pudo observarse que las cuentas de uno y otro bando no se compadecían. Los rusos, al igual que los americanos, presentaban un balance favorable, aunque en su caso la proporción era de 3 a 1 y sólo de 1,5 a 1 si se tenían en cuenta los enfrentamientos entre Mig-15 y F-86 Sabre.
Que las cifras soviéticas sean más creíbles no quiere decir que sean totalmente ciertas, pero al menos se ajustan a la realidad de las batallas. Los Mig-15 y los Sabre F-86 eran cazas muy similares pero las fuerzas surcoreanas, norteamericanas y de la ONU no sólo empleaban F-86, sino también con otros cazas más antiguos que perdían comparativamente con el Mig. Por otra parte, los pilotos comunistas empezaron siendo norcoreanos y chinos, que contaban en general con menos pericia y horas de vuelo que los norteamericanos.



La entrada en combate de los rusos terminaría por inclinar la balanza a favor de estos. Muchos de los pilotos de Corea participaron diez años antes en la Segunda Guerra Mundial y en esta contienda el número de ases de la aviación rusos fue muy superior al de los americanos. Si contabilizamos sólo aquellos pilotos que derribaron más de 20 aviones rivales, los norteamericanos no llegarían a treinta (30), mientras que los soviéticos pasarían del centenar. Además, hay un hecho que puede explicar esta cifra de datos y es que los norteamericanos no contabilizaron como derribados aquellos cazas que se perdieron por causas ajenas al combate, esto es, que no fueran literalmente incapacitados por el fuego rival, mientras que los rusos sí contabilizaron como pérdidas de guerra todos aquellos accidentes o pérdidas inclasificables que se daban en un escenario de combate.
Fuente Documental:
Russia Beyond – Enciclopedia “Guerra Aérea en Corea” (Salvat)