Mille Miglia 1955 – La mejor victoria de la “Estrella de Tres Puntas”: Stirling Moss y Juan Manuel Fangio

Mercedes Benz 300SLR de Stirling Moss con Denis Jenkinson como navegante.

Por: Oscar Filippi

En las décadas de 1940 y 1950, los fanáticos fueron hipnotizados para que tomaran sus vacaciones temprano y condujeran hasta el casco antiguo de Brescia, en las llanuras de Lombardía, donde comenzaba la carrera.

No es difícil entender por qué esta gran raza disparó la imaginación. Aparte de ser el último de los viejos eventos «heroicos», solo considere su duración y sus peligros. Mil millas de la ajetreada Italia se convirtieron por una noche y un día en una vasta pista de carreras. La carrera se corrió a través de varias docenas de ciudades, innumerables pueblos. Aunque las carreteras estaban oficialmente cerradas, era bastante imposible evitar que algún que otro perro o gato se escabullera a través de la ruta de vez en cuando, o pronosticar cuándo un rebaño de vacas podría decidir que había llegado la hora de ordeño.

Una imagen interesante, pero bastante imposible de escenificar. Fue precisamente esta cualidad de Alicia en el País de las Maravillas de todo un país cerrando la tienda para ir a una carrera de autos lo que tenía una fuerte fascinación por todos los que habían estado bajo su hechizo. Los argentinos teníamos una fascinación similar por nuestras carreras en rutas y con nuestro “Turismo de Carretera”.

La «Mille Miglia» de 1955.

Se dice de este tipo de eventos que el concurso comienza cuando se firman los formularios de inscripción, y termina solo cuando el premio está en manos del ganador; pero muchos de los participantes y equipos que iban a competir en la Mille Miglia de 1955 comenzaron sus preparativos mucho antes de que se imprimieran los formularios, allá por el verano de 1954. Mercedes Benz, en particular, había trabajado durante todo el año en cuatro nuevos autos deportivos, las 300 SLR, que, de hecho, no estaban muy alejados en diseño de los modelos de Fórmula 1 de ese momento. Su cilindrada se había incrementado de 2 litros a 3 litros, y los asientos de conducción se habían movido a la izquierda de la cabina. Pero había una semejanza familiar fuerte y apenas disimulada con los todopoderosos autos de Gran Premio que todavía sonreían.

Aunque Herr Neubauer había emitido órdenes para una duración de reconocimiento sin precedentes, Stirling Moss y su navegante, Denis Jenkinson, el pequeño y barbudo as de la motocicleta y periodista de automovilismo, habían decidido a principios de año aumentar la apuesta.

De todos los rincones de Europa y América, periodistas, fotógrafos, fanáticos de las carreras, funcionarios llegaron a la ciudad de Brescia.

Los autos del Equipo Mercedes Benz, preparados hasta el último movimiento de un plumero, tenían prohibido por su meticuloso gerente ser conducidos hasta la zona de verificación técnica. Fueron llevados en remolques para diversión de algunos de los lugareños; pensaron que todo era parte de la espectacularidad del equipo alemán. Tal vez tenían razón, pero estaba respaldado por un trabajo previo a la carrera tan minucioso que incluso a los mecánicos se les permitió no hacer más trabajo en ellos antes de que comenzara la carrera, una rutina sin precedentes.

En la noche del 28 de abril, los organizadores de la carrera, el conde Aymo Maggi y el Commandatori Castagneto, ofrecieron una cena formal masiva para los pilotos y algunos periodistas favoritos en la antigua villa de Aymo Maggi a pocos kilómetros de Brescia.

La “Mille Miglia” de 1955:

Durante 30 años, la Mille Miglia fue una de las carreras más prestigiosas del panorama internacional automovilístico y la más importante de Italia. Un rally, pero de velocidad, por carreteras, en el que había que cubrir la distancia de mil millas dando una vuelta por la península itálica. La prueba partía de Brescia y pasaba por Verona y Padua, para más tarde ir hasta Ferrara y Ravenna. Tras largas rectas se llegaba hasta la costa adriática y en Pescara se hacía el giro al Oeste hasta llegar a Roma. Se continuaba hacía el norte dirección Siena por los Apeninos, hasta Bolonia, Piacenza y Cremona, cruzando el rio Po y llegando hasta la casa de Nuvolari en Mantua, donde la carrera emprendía la vuelta de nuevo hasta Brescia.

Afiche de Mercedes Benz para conmemorar el UNO/DOS.

De los 648 inscritos para la prueba de 1955, sólo 521 pasaron las verificaciones técnicas. El Equipo Mercedes Benz alineó 4 pilotos para la prueba: Hans Herrmann, Karl Kling, Juan Manuel Fangio y Stirling Moss. El Mercedes 300SLR era la versión de dos asientos del W196 de F1, pero con un motor de 3 litros en vez de 2.5 que, ofrecía unos 310 cv. Contra todo pronóstico, el hasta la fecha doble campeón del mundo Fangio optó por correr solo tras el fallecimiento de su copiloto en una prueba en Argentina, el recuerdo de Daniel Urrutia y su accidente en el que perdió la vida, en Octubre de 1948, estaban muy presentes en «el Chueco» de Balcarce. El argentino estaba obsesionado con ganar una de las carreras que más le apasionaba y para ello se preparó concienzudamente.

El joven Stirling Moss de tan sólo 25 años, era ya un piloto consagrado en carreras de resistencia. Moss eligió al periodista Denis Jenkinson para ir con él en el auto, aunque no era copiloto de profesión. Denis trabajaba para Autocar y MotorSport y tenía una amplia experiencia como navegante al haber participado en competiciones de larga distancia de sidecar, por lo que estaba totalmente acostumbrado a la velocidad.

En las jornadas previas a la gran carrera, el Equipo Mercedes realizó varias vueltas de entrenamiento para comprobar la fiabilidad y velocidad del coche y para que pilotos y copilotos realizasen las anotaciones correspondientes. Tras muchos problemas con la lectura de notas en el coche, Jenkinson eligió llevarlas usando el sistema de “rollo de papel higiénico”, algo novedoso que le evitaba tener que pasar páginas. Las pruebas eran imprescindibles, pero distaban mucho de lo que iba a ser la carrera, ya que se realizaban con tráfico y respetando las señales, por lo que era imposible tomar referencias exactas.

A Stirling le gustaba la seriedad del trabajo de Denis, cada vez con notas más precisas y Denis estaba maravillado con Stirling: “era seguro en las curvas rápidas y rara vez parecía perder el control del auto”. Sin duda estaban preparados para la carrera, al igual que sus rivales y compañeros Fangio, Kling y Hermann y los pilotos de Ferrari y Maserati, a priori los otros grandes favoritos.

Ya con todas las carreteras cortadas al tráfico, la salida para el primer participante se dio a las 21h del sábado. Al principio salieron los coches más lentos, lo que era un hándicap para los pilotos rápidos que tenían que estar adelantando constantemente. Los números dorsales coincidían con la hora de salida de los coches, Moss y Jekinson llevaron el 722 al salir a las 7.22 de la mañana; el solitario Fangio llevó el 658. La batalla estaba servida.

Durante la jornada del 1° de mayo, Italia entera se paró para disfrutar la carrera. Los pueblos, carreteras y asistencias por donde pasaban los coches estaban llenas de espectadores.

Ferrari salió a romper la carrera: Marzotto, Castelloti y Taruffi son líderes seguidos del Mercedes de Hermann, mientras Moss comienza a recuperar posiciones con un excepcional ritmo de 187 km/h de media. Ya en Ancona, Los Ferrari comienzan a sufrir problemas en sus neumáticos Pirelli y Moss se sitúa líder por delante de Taruffi. La lucha entre ambos es encarnizada, Taruffi se recupera y adelanta a Moss llegando a Pescara; por detrás están Hermann, Kling y Fangio.

Moss le devuelve el golpe a Taruffi en el paso de L’Aquila y se sitúa líder en el punto de control que está a las afueras de Roma. Kling sufre un fuerte accidente al tratar de esquivar a unos espectadores golpeando un árbol, teniendo que abandonar la carrera. Poco después, Taruffi también se ve obligado a abandonar por rotura de la bomba de aceite, dejando a Moss, Hermann y Fangio solos en cabeza.

Tras pasar por Florencia, Hermann detiene su Mercedes con el tanque de nafta perforado, la carrera está siendo durísima y el ritmo, endiablado. Moss y Jenkinson sacan a Fangio algo más de 22 minutos de diferencia al llegar a los puertos de Futa y Raticosa, lo suficiente como para hacer saber al argentino que la victoria está fuera de su alcance.

Ya en Brescia, la llegada de Moss y Jenkinson es aclamada por todos los allí presentes. Habían batido el record de Nuvolari, parando el cronómetro en 10 horas, 7 minutos y 48 segundos con una media de más de 157 km/h. Segundo y a media hora llegó Juan Manuel Fangio con problemas mecánicos y totalmente contrariado. Por un lado, estaba contento por la victoria de su amigo Stirling, por otro, triste al ver que de nuevo se le había escapado la oportunidad de ganar la carrera. En tercera posición llegó el Ferrari de Maglioli.

Ese día dos británicos en un auto alemán conquistaron Italia logrando una de las mayores gestas de la historia del automovilismo. Mil millas en 10 horas y 7 minutos por carreteras convencionales ¡Bendita locura!

Clasificación Final de 1955:

1. 722 – Mercedes-Benz (Stirling Moss – Jenkinson): 10 h. 7 min. 48 sec. (157 Km/h).

2. 658 – Mercedes-Benz (Juan Manuel Fangio): 10 h. 39 min. 33 sec.

3. 705 – Ferrari (Maglioli): 10 h. 52 min. 47 sec.

4. 631 – Maserati (Francesco Giardini): II h. 15 min. 32 sec.

Publicado por prensaohf

Periodista y Corresponsal Naval.

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