El “Muro del Atlántico” y el Châteu de La Roche-Guyon, el castillo que cautivó al Mariscal Rommel

Foto exclusiva de Pablo Le Duc del Châteu de La Roche-Guyon, obtenida con Dron.

Castillo de La Roche-Guyon:

El cuartel del mariscal Rommel en el Día D

En la historia del valle del Oise figura también el nombre de Erwin Rommel, el mariscal de campo más joven de la historia de Alemania y hombre decisivo del ejército del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial. Rommel se desplegó con sus hombres en Francia ante el desembarco de los aliados en Normandía, en junio de 1944 y estableció su cuartel general en el castillo de La Roche-Guyon. Usaron el acantilado para construir cuevas donde refugiarse. Instalaron electricidad, puertas blindadas y almacenaron allí todas sus municiones, con las que se podía proveer de armas a 500.000 soldados. Existía incluso un habitáculo en el que se recibieron y enviaron mensajes codificados también durante el del Día D, en la noche del 5 al 6 de junio de 1944.

Ubicado en Parque Natural Regional de Vexin, el símbolo y epicentro de La Roche-Guyon es su castillo, que atrajo a lo largo de los siglos a escritores, pintores, científicos y pensadores y que en el Siglo XX se convirtió en cuartel general del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial.

Recorrer sus salones y las calles por el pueblo supone un viaje en el tiempo: desde la torre del homenaje medieval hasta las caballerizas del Siglo XVIII; también los primeros espacios trogloditas que conserva, así como la huerta y el jardín inglés, los salones ceremoniales, la biblioteca o su teatro.

A las puertas de Normandía, a orillas de un meandro del Sena, y al pie de los pintorescos escarpes calizos, se encuentra el pueblo de La Roche-Guyon. Rematado por la efigie de su torreón, figura entre los pueblos más bellos de Francia. El torreón fortificado que domina con altivez el valle del Sena está unido al castillo por una misteriosa escalera excavada en la roca. El castillo de La Roche-Guyon es propiedad de la familia La Rochefoucauld, y en él se mezclan los estilos medieval, renacentista y clásico. Se encuentra abierto al público, y además de sus elementos arquitectónicos, el visitante también puede descubrir un espléndido huerto de estilo francés.

Alrededor del castillo, la visita del sitio prosigue por las calles antiguas del pueblo, rodeadas de bonitas casas, y por el agradable boulevard a orillas del Sena.

El arboretum de la Roche, situado en el corazón del bosque regional de La Roche-Guyon, reúne en 13 hectáreas las principales especies arbóreas de la región de la Isla de Francia.

El Castillo de La Roche-Guyon fue inicialmente construido en el Siglo XII y mantenido por la familia Liancourt. El dominio de La Roche-Guyon pasó a manos de la familia La Rochefoucauld en 1669, con el matrimonio de Charlotte de Plessis Liancourt con François VII de La Rochefoucauld. El Château mantuvo su aspecto de fortaleza medieval, con sus torres y oscuros apartamentos. El Château se amplió en el Siglo XVIII.

Cuando Turgot, el ministro de Luis XVI fracasó en sus proyectos de reformas fundamentales en 1776, se retiró durante un tiempo al Château, como invitado de Louise Elisabeth Nicole de La Rochefoucauld, duquesa d’Enville.

La Roche-Guyon fue el lugar de nacimiento de François Alexandre Frédéric, duque de la Rochefoucauld-Liancourt (1747-1827).

El castillo se usó como ambientación para una famosa historieta franco-belga sobre viajes en el tiempo: Le Piège diabolique (La trampa diabólica) de las series Blake y Mortimer por Edgar Pierre Jacobs.

Cuartel General del Mariscal Erwin Rommel:

El mariscal alemán Erwin Rommel, defendió Normandía de los aliados en la Segunda Guerra Mundial desde un búnker ubicado aquí. La “Operation Gaff” fue una patrulla de seis hombres de comandos especiales del ejército del aire que saltaron sobre la Francia ocupada el 25 de julio de 1944. Su misión era matar a Erwin Rommel en su cuartel general en La Roche Guyon. Quedó abortada cuando el comandante alemán resultó herido durante un bombardeo aliado.

Mariscal General Erwin Rommel se encargó de la disposición del Muro de Atlántico.

Desde que se inició el desembarco de Normandía, Rommel ejercía su cargo como jefe del Grupo de Ejércitos B, visitando un cuartel general tras otro a fin de coordinar directamente las acciones de cada jefe. El 17 de julio de 1944 visitó por la mañana los cuarteles generales de las divisiones de infantería 276ª y 277ª. Al mediodía se reunió con Sepp Dietrich en el cuartel general del II Cuerpo de ejército blindado de las SS y hacia las cuatro de la tarde se encaminó de vuelta a su propio cuartel general. A pesar de evitar las carreteras principales, bombardeadas y abarrotadas de refugiados, su coche fue ametrallado por una pareja de Spitfires de la RAF (se atribuye oficialmente el ataque al jefe de escuadrón C F del 412 Escuadrón Canadiense).

El coche fue alcanzado por una de las ráfagas, que hirió a su conductor, y se estrelló fuera de la carretera, quedando boca abajo en un canal de riego cercano. El conductor, soldado Daniel, murió unos días después. El comandante Neuhaus sufrió una fractura de cadera. El capitán Lang y el sargento Holke salieron con magulladuras leves. Rommel salió despedido del vehículo y quedó tendido en el centro de la carretera, inconsciente. Sufría una fractura cuádruple de cráneo, heridas en la cara producidas por fragmentos del parabrisas y una enorme hinchazón que le cerró el ojo izquierdo.​ Los sucesivos doctores que le fueron atendiendo se mostraban muy pesimistas en cuanto a sus expectativas de supervivencia. La mayor parte del tiempo estaba inconsciente. Se despertaba de forma esporádica, pero era incapaz de moverse y apenas podía hablar.

Por tanto, cuando tres días después el coronel Claus von Stauffenberg intentó matar a Hitler con una bomba, Rommel se debatía entre la vida y la muerte en una sala de operaciones en la que el Dr. Esch, uno de los mejores neurocirujanos de Alemania, se esforzaba por reconstruir su destrozada cabeza. Y lo consiguió. Para sorpresa de todos, Rommel superó las operaciones con el ojo izquierdo totalmente cerrado, completamente sordo del oído izquierdo y con terribles jaquecas transitorias, pero vivo. Era la sexta herida que recibía en acto de servicio.

Durante el Día D, unidades blindadas de la 21.ª División Panzer llegaron a penetrar hasta la costa entre las localidades de Luc-sur -Mer y Lion-sur-Mer, en Creuly interponiéndose entre la 3.ª División de Infantería británica en el Este (Playa de Sword) y la 3.ª División de Infantería canadiense en el Oeste (Playa de Juno), aunque fueron finalmente rechazadas. La supremacía aérea de los Aliados entorpeció enormemente el despliegue de las unidades acorazadas alemanas de reserva destinadas a contraatacar el desembarco, como la 12ª SS División Panzer Hitlerjugend y la División Panzer Lehr (130 Panzer-Lehr-Division), dando parcialmente la razón a las tesis de Rommel sobre el posicionamiento de las reservas blindadas.

«La guerra se ganará o se perderá en estas playas». En abril de 1944, el mariscal alemán Erwin Rommel, responsable de la defensa del muro del Atlántico, un fortín de más de 4.000 kilómetros que se extendía desde los Pirineos hasta Noruega construido por Hitler para proteger el flanco Oeste europeo, sospechaba que los aliados intentarían la invasión por Normandía.

Pero en Berlín se preparaban para otro escenario. La obsesión de los aliados por ocultar sus planes se materializó en una campaña de intoxicación para convencer al Ejército alemán de que el desembarco sería en Pas de Calais, más cerca de Inglaterra que la escarpada costa normanda.

Un agente doble que trabaja para los británicos, el catalán Juan Pujol, alias “Garbo”, inundó los servicios secretos alemanes de mensajes falsos para persuadirles de que el plan de Normandía era una cortina de humo, cuando la mayor operación militar de todos los tiempos, preparada minuciosamente en seis meses, ya estaba en marcha. Fue un desafío monumental que trasladó al sur de Inglaterra seis toneladas de material, 1,5 millones de soldados y preparó en secreto a las tropas para el “Día D”.

La invasión aliada de Europa arrancó el 6 de junio de 1944, 15 minutos después de la media noche. Mientras una nube de 18.000 paracaidistas se extendía en la oscuridad, una armada colosal comenzaba a llegar a las playas de Utah, Omaha, Juno, Gold y Sword. Desde Cotentin hasta la embocadura del Orne, 4.126 barcos salen de la niebla y 150.000 hombres asaltan el muro del Atlántico.

Horas antes, en el cuartel general aliado de Bushy Park (Londres), el general Dwight Eisenhower, comandante supremo de las fuerzas aliadas, escucha la opinión de los meteorólogos, guarda unos minutos de silencio y dice: “Ok. Let’s go”.

En Francia, los aliados contaban con el apoyo de la resistencia, sin armas, pero con capacidad para transmitir información y sabotear las maniobras de los alemanes. La BBC difunde el 5 de junio tres versos del primer poema escrito por Verlaine, la señal de que el desembarco es inminente.

No todo salió como estaba previsto. Algunos objetivos no se alcanzaron y hubo errores de consecuencias dramáticas, como la carnicería de Omaha Beach, pero la operación fue un éxito y las defensas costeras alemanas desaparecieron en horas.

Sin embargo, el Ejército alemán opuso una fuerte resistencia en el interior de Normandía y tras una batalla sangrienta la retirada solo empieza el 21 de agosto. La victoria aliada permite liberar París y el resto del territorio francés ocupado por Alemania con un trágico balance. Pierden la vida 37.000 soldados aliados, 55.000 alemanes y 20.000 civiles.

La batalla de De Gaulle:

Mientras, el general De Gaulle, a quien los aliados mantienen al margen de los preparativos de la invasión, libra su particular batalla política negándose a que los americanos piloten la liberación y establezcan una administración militar en territorio francés.

Desde Argel, al frente del Gobierno provisional de la República francesa, su intención es remplazar al Gobierno colaboracionista del mariscal Pétain. Aunque antes tiene que vencer las resistencias de Franklin Roosevelt, opuesto a un Gobierno no elegido democráticamente. El presidente norteamericano declina si posición y De Gaulle logra la legitimidad de los aliados para ponerse al frente de la reconstrucción. El general De Gaulle no participó jamás en las conmemoraciones del desembarco de Normandía.

Inmortalizada y magnificada por Hollywood, la “operación Overlord” no es solo la epopeya del soldado John Steele enganchado en el campanario de Saint-Mère Eglise. Es el infierno de Omaha Beach, el martirio de la población de Normandía, arrasada por el bombardeo masivo de la aviación aliada, las ciudades y pueblos devastados, los fusilados por el Ejército alemán batiéndose en retirada y los últimos trenes de deportados.

El día más largo:

El general Von Choltitz y la rendición de las Fueras alemanas en Francia

Pero la ofensiva de Eisenhower cambió el rumbo de la Segunda Guerra Mundial. En la madrugada del 24 de agosto, la segunda división blindada del general Leclerc, a la que pertenecen los españoles de “La Nueve”, entran en París. Un día después, el general Von Choltitz, firma la rendición alemana y De Gaulle recorre los Campos Elíseos aclamado por los parisinos.

Cuatro meses antes, el mariscal Rommel le había dicho a su ayudante de campo: «Créeme, Lang, las primeras 24 horas de la invasión serán decisivas. La suerte de Alemania dependerá de ella. Para los aliados y para nosotros será el día más largo». Setenta y siete años después, la costa normanda mantiene las cicatrices de la guerra en un paisaje de búnkeres abandonados, cráteres que las bombas abrieron en las rocas y cementerios militares donde se pierde la vista.

Publicado por prensaohf

Periodista y Corresponsal Naval.

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