
Según escribió el propio Geroge Friedman, el pasado 17 de Noviembre de 2020, para sus columnas en “Geopolitical Futures”: “En 2005, en un discurso pronunciado frente a la Asamblea Federal de Rusia, el presidente ruso Vladimir Putin dijo que la caída de la Unión Soviética fue la mayor catástrofe geopolítica en la historia de Rusia. Lo que quiso decir es que la fragmentación de la Unión Soviética le costaría a Rusia el elemento que le había permitido sobrevivir a las invasiones extranjeras desde el siglo XVIII: profundidad estratégica.”
“Para que un país europeo derrote a Rusia de manera decisiva, tendría que tomar Moscú. La distancia a Moscú es grande y desgastaría a cualquier ejército que avanzara, requiriendo refuerzos y suministros para ser trasladados al frente. A medida que avanzaran hacia Rusia, las fuerzas de los atacantes se debilitarían inevitablemente. Hitler y Napoleón llegaron exhaustos a Moscú. Ambos fueron derrotados por la distancia y el invierno, y por el hecho de que los defensores no estaban al final de su línea de suministro.”
“En el apogeo de la Guerra Fría, San Petersburgo estaba a unas 1.000 millas de las fuerzas de la OTAN y Moscú a unas 1.300 millas. Hoy en día, San Petersburgo está a unas 100 millas de distancia y Moscú a unas 500 millas. La OTAN no tiene el interés ni la capacidad de involucrar a Rusia. Pero lo que Putin entendió fue que el interés y la capacidad cambian y que la principal amenaza para Rusia proviene de Occidente.”
(…) “La profundidad estratégica es vital a muy largo plazo, y su importancia está grabada en la memoria de Rusia. Pero ahora tiene un significado mínimo. Estados Unidos y la OTAN no tienen ningún interés en invadir Rusia. Si bien Rusia debe asumir lo peor, su problema inmediato sigue siendo su economía y su dependencia de las exportaciones de energía como principal fuente de ingresos, sin ningún control sobre los precios. Rusia ha ejecutado un golpe estratégico, pero continúa experimentando las tensiones financieras y políticas internas en las que basamos nuestro pronóstico. No ha resuelto sus problemas centrales mediante maniobras estratégicas, por útiles que sean. Sin una transformación de su economía, sigue en crisis.”



Ahora Ucrania:
La relación entre Rusia y Occidente se sitúa en su momento más tenso de las últimas décadas. Desde hace algunas semanas, los máximos dirigentes de Estados Unidos y la Unión Europea acusan a Rusia de preparar una invasión en Ucrania. Por su parte, el representante permanente de Rusia ante la Unión Europea, Vladimir Chizhov, ha rechazado este miércoles las acusaciones y ha exigido a Estados Unidos que «presente pruebas».
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, había señalado este 16 de febrero como el Día de Unidad en Ucrania en respuesta a informaciones que hablaban del posible inicio de una invasión rusa del país. Un hecho que, por el momento, no se ha producido.
En declaraciones al diario alemán Die Welt, Chizhov ha asegurado que «en lo que respecta a Rusia, puedo asegurarles que no habrá ningún ataque este miércoles. Tampoco habrá una escalada en la próxima semana, ni en la semana siguiente, ni en el próximo mes. Las guerras en Europa rara vez comienzan un miércoles», ha cerrado Chizhov. Este martes, el Ministerio de Defensa ruso anunció la retirada de las unidades de los distritos militares del oeste y del sur de Rusia.
Pese al gesto de distensión, Estados Unidos y la OTAN siguen en alerta. El secretario general de la OTAN ha señalado que «Rusia está violando principios básicos, por lo tanto, lamento decir que no sabemos qué es lo que va a ocurrir». Washington, por su parte, continúa con la idea de que la invasión rusa es «altamente posible». Este martes, Joe Biden indicaba no haber «conseguido verificar la veracidad del anuncio de Moscú del inicio de una retirada de las tropas desplegadas en la frontera entre ambos países».



La OTAN, en «estado de alerta»:
El pasado viernes, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), anunció que sus aliados, están poniendo sus fuerzas «en estado de alerta». Esto implica el envío de buques y aviones de combate hacia el este del continente europeo, para reforzar el flanco oriental.
El origen del conflicto:
El inicio de todo tiene su origen hace más de 30 años, cuando en 1991 se disuelve la Unión Soviética y sus territorios se convierten en repúblicas independientes. Una posición reforzada de Ucrania con la OTAN implica la pérdida directa de la influencia de Rusia sobre este país. También ocurre, al contrario, un triunfo para Rusia es una pequeña derrota para la Unión Europea.
La OTAN, mientras tanto, no ha acogido a Ucrania para ser uno más de los aliados, algo a lo que el país aspira y que desde Moscú no se ve con buenos ojos. En 2014 esta rivalidad va un paso más allá con las protestas en las calles de Kyev de miles de ucranianos proeuropeos en contra del presidente Víctor Yanukóvich, más afín a las ideas del Kremlin. Unos enfrentamientos que acabaron con la huida de Yanukóvich.
En ese momento Vladimir Putin aprovechó para invadir Crimea, en el sur de Ucrania. Una zona estratégica, pues es la salida de Rusia al Mar Negro. Perdido tras la Segunda Guerra Mundial, el objetivo siempre fue recuperarlo. Esta invasión ha generado, desde entonces, protestas y sanciones económicas contra Rusia, además de peticiones para devolver dicho territorio: Putin asegura que nunca lo hará.
Sin embargo, Rusia sostiene que, no fue una invasión, fue anexión legítima, refrendada por el parlamento de Crimea. El referéndum sobre el estatus político de Crimea de 2014 se celebró en la República Autónoma de Crimea el día 16 de marzo de 2014 —originalmente fue fijado para el 25 de mayo de 2014 y posteriormente para el 30 de marzo, pero se adelantó— y consultó sobre el ingreso del territorio en la Federación de Rusia o el retorno a la Constitución de Crimea de 1992. Fue aprobado por el Parlamento de Crimea por 61 de los 64 miembros de dicho parlamento presentes (de un total de 100 miembros) el 27 de febrero de 2014, en plena crisis en la región. Finalmente, los miembros del Consejo Supremo de la República Autónoma votaron el 6 de marzo dejar de ser formalmente parte de Ucrania y unirse a Rusia. El gobierno de Ucrania argumentó que cualquier referéndum celebrado por las autoridades de Crimea sería “inconstitucional”. Estados Unidos y la Unión Europea también se mostraron en contra de la consulta. Anteriormente habían ocurrido referéndums en los años 1991 y 1994.



La ciudad de Sebastópol, que posee un estatus distinto al de la península de Crimea, también tuvo su propio referéndum. Sin embargo, el 6 de marzo, Sebastópol se declaró unilateralmente un sujeto federal de la Federación Rusa.
El 11 de marzo Crimea y la ciudad de Sebastopol declararon su independencia de Ucrania, formando la República de Crimea, con 78 votos a favor de un total de 100 miembros en el Parlamento de Crimea. La acción fue considerada legítima por Rusia, pero no por Estados Unidos y el gobierno en Kiev.
Finalmente, con una participación de más del 80 %, la opción de ser anexada a Rusia ganó con más del 96 %. Sin embargo los países occidentales afirmaron desconocer los resultados del plebiscito por considerarlo “ilegal”.
Rusos en Ucrania:
De acuerdo con el censo de 2001, los rusos étnicos representan el 59 % de los 2 millones de residentes de Crimea. Los ucranianos son el 24 %, mientras que los tártaros son el 12 %. Los tártaros han estado llegando tras el colapso de la URSS en 1991, causando tensiones persistentes con los rusos sobre derechos territoriales. En Sebastópol, los rusos constituyen el 70% de la población. La mayoría de la población que vive en esta región tiene una orientación prorrusa y el idioma ruso es la lengua que predomina en un 97%.
Porcentaje de ciudadanos ucranianos que creen que Ucrania (o su región) debe unirse con Rusia en un país, según datos del Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KIIS), para febrero de 2014.
En febrero de 2014 se realizó una encuesta que arrojó que el 41,0% de las personas de Crimea querían unirse con Rusia. En 2013 sólo el 35,9% de las personas de Crimea compartió la misma opinión. Sin embargo, estas cifras deben ser tratadas con precaución en un contexto de Crimea, ya que son a partir de una encuesta realizada a 2032 ucranianos seleccionados al azar, lo que implicaría una muestra muy pequeña de unos 80 de Crimea. Y la pregunta que era diferente de la planteada en el referéndum actual. También se han producido importantes acontecimientos desde el sondeo se llevó a cabo (entre el 8 y el 18 de febrero), lo que podría afectar a las opiniones.
Euromaidán:
La noche del 21 de noviembre de 2013, en Kiev, tuvieron lugar las primeras manifestaciones de índole europeísta debido a la suspensión de la firma del Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio entre Ucrania y la Unión Europea.
Tras varios meses de protestas y disturbios y luego del llamado “Jueves Negro” (20 de febrero de 2014) en el que murieron más de 60 manifestantes en este marco de tensión, el 22 de febrero, por la mañana, los manifestantes opositores tomaron las riendas del país y ocuparon las principales instituciones con sede en Kiev. La Rada Suprema tomó el control del país y Oleksandr Turchínov asumió la coordinación del Gobierno y la presidencia del Parlamento, cayendo así el gobierno de Víktor Yanukóvich.
Tras el desplazamiento de Yanukóvich del poder por segunda vez en nueve años (en la primera ocasión como primer ministro), el Congreso de diputados y gobernadores regionales del Este y Sur de Ucrania hizo un llamamiento a la resistencia y acusó a la oposición de incumplir el acuerdo de paz que había sido firmado el 21 de febrero con el destituido presidente.



Crisis, intervención militar rusa e independencia de Crimea:
En el contexto del Euromaidán se inició una serie de manifestaciones de rusófilos —en su mayoría rusos étnicos y ucranianos rusófonos— opuestos a los eventos ocurridos en Kiev y que anhelan estrechar sus vínculos (o inclusive integrarse) con la Federación de Rusia. Luego varios gobiernos regionales propusieron referendos separatistas y se produjo una intervención militar, donde las Fuerzas Armadas de Rusia se desplegaron en la península de Crimea y en Sebastópol, con el objetivo, según el Kremlin, de garantizar la integridad de los ucranianos prorrusos habitantes de Crimea y las bases rusas estacionadas allí, hasta que se normalizara la situación socio-política; desoyendo las advertencias de no invadir lanzadas por Estados Unidos y Kiev.
Previamente, las autoridades de Crimea —de ideología prorrusa— habían solicitado la asistencia del gobierno de Moscú después de que el gobierno autoproclamado de Kiev —cuya cabeza visible es Oleksandr Turchínov— introdujera una ley para abolir el uso oficial de toda lengua distinta al ucraniano. El primer ministro de Crimea, Serguéi Aksiónov, había asegurado que la idea del pueblo de Crimea no es separarse de Ucrania, pero quieren proteger sus intereses.
Para el 5 de marzo, más de 5.500 ucranianos habían solicitado la ciudadanía rusa, según afirmó el Servicio Federal de Migración de Rusia.
De manera independiente a los resultados del referéndum, el Ayuntamiento de la ciudad de Sebastópol adoptó el 6 de marzo la decisión de formar parte de Rusia como territorio federal, mientras que unos días después, el 11 de marzo y junto al Parlamento de Crimea, proclamó su independencia de Ucrania, declarando la República de Crimea con 78 votos a favor de un total de 100 miembros. La acción fue considerada legítima por Rusia, pero no por Estados Unidos y el gobierno en Kiev. La Rada Suprema de Ucrania amenazó con iniciar el proceso de disolución del Parlamento de Crimea si las autoridades de la península continuaban con el proceso de anexión a Rusia.
Planes originales:
Originalmente, el referéndum iba a ser sobre el estado de Crimea en Ucrania y se fijó inicialmente para el 25 de mayo de 2014, pero más tarde se adelantó al 30 de marzo. Habiendo sido aprobado por el Parlamento de Crimea, se había declarado que el referéndum era para consultar sobre el futuro político de la región autónoma. El 4 de marzo, en rueda de prensa, el presidente ruso Vladímir Putin acentuó que la anexión de Crimea a Rusia no estaba contemplada.

El 6 de marzo el parlamento de Crimea aprobó por unanimidad una moción que prevé la incorporación a Rusia y el viceprimer ministro de Crimea, Rustam Temirgalíev, declaró que el referéndum sobre la autonomía de la región se adelantaría al domingo 16 de marzo. También anunciaron que lo que desea el parlamento es “formar parte de la Federación de Rusia en calidad de miembro de la Federación” y el Consejo Supremo de Crimea envió al presidente y al parlamento ruso el mensaje sobre su decisión de anexarse. El líder del grupo parlamentario Rusia Justa, Serguéi Mirónov, afirmó que, la Cámara Baja del Parlamento ruso podría considerar un proyecto de ley sobre la incorporación de Crimea la semana del 10 de marzo.
Lo que se iba a consultar, antes de la Declaración de Independencia de Crimea, era la ampliación de las facultades de la autonomía dentro de Ucrania o la anexión a Rusia. Luego simplemente se consultará por la anexión a la Federación Rusa o mantener la recientemente declarada República de Crimea.
Legalidad:
El 27 de febrero de 2014, Yuri Donchenko, miembro de la Comisión Electoral Central de Ucrania, dijo que “para celebrar el referéndum no existe ninguna base legal”. Aunque de acuerdo con el artículo 3 de la Ley de Ucrania «Sobre referéndum pan-ucraniano», los referéndum sobre cambios territoriales pueden ser aprobados en referéndum pan-ucraniano. Sin embargo, el Parlamento de Crimea apeló al fervor local de definir su situación jurídica con respecto de Ucrania, la cual se debilitó aún más al abolirse la Ley de Lenguas Cooficiales, pues los rusófonos representan casi dos tercios del total de habitantes de la región. Sin embargo, en la Constitución de la Federación de Rusia está taxativamente prohibido llevar a referéndum la secesión de territorio alguno.
El gobierno interino de Ucrania (que no es reconocido por Rusia) ha anunciado que no reconocerá el referéndum. El presidente Oleksandr Turchínov declaró que, “no es un referéndum, es una farsa, un falso y un delito contra el Estado que está organizado por los militares de la Federación de Rusia”.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se reunió el 15 de marzo para tratar una resolución que rechazaba la realización del referendo en Crimea. La resolución contó con el voto favorable de 13 países; además, a la propuesta elevada por Estados Unidos se sumaron Argentina, Australia, Chad, Chile, Corea del Sur, Francia, Jordania, Lituania, Luxemburgo, Mali, Nigeria, el Reino Unido y Ruanda, mientras que la República Popular China se abstuvo. La resolución fue rechazada únicamente por Rusia que, al tener derecho a veto, evitó que esta fuera aprobada.
Estados implicados:
Ucrania: El Presidente Oleksandr Turchínov también anunció el 6 de marzo que, “la Rada Suprema de Ucrania iniciará la disolución del Parlamento de la República Autónoma de Crimea. Vamos a defender la inviolabilidad del territorio de Ucrania”. El primer ministro, Arseni Yatseniuk, afirmó el 10 de marzo que participará en la sesión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que abordará la crisis en Ucrania, y pidió a Moscú que haga todo para anular el referéndum de Crimea.



Debido a la declaración de independencia de Crimea del 11 de marzo, la Rada Suprema de Ucrania amenazó con iniciar el proceso de disolución del Parlamento de Crimea si las autoridades de la península continúan con el proceso de anexión a Rusia. Ese mismo día, uno de los líderes del Partido de las Regiones, Yuriy Miroshnychenko, reclamó que, “el referéndum de Crimea es ilegítimo, y su participación debe ser detenida de inmediato”.
Rusia: El presidente de la Cámara Baja del Parlamento ruso, Serguéi Narýshkin, afirmó que Rusia respaldará la “libre y democrática elección de la población de Crimea y de Sebastopol”.
La presidenta del Consejo de la Federación Rusa, Valentina Matvienko, afirmó tras una reunión con el líder del Parlamento de Crimea, el 7 de marzo, que si dicha región decide unirse a Rusia “la república será un sujeto pleno en la Federación Rusa, con todos los derechos y atribuciones”. También señaló que, “los sujetos de la Federación Rusa, a diferencia de las regiones en Ucrania, tienen un nivel bastante elevado de autonomía. Los ciudadanos de Crimea tendrán todos los derechos de los ciudadanos rusos, los mismos salarios, las mismas pensiones y los mismos servicios sociales. Así, Crimea será un sujeto con nuestros mismos derechos”.
El presidente Vladímir Putin ha solidificado aún más la posición de Rusia sobre el asunto, diciendo: “las medidas adoptadas por la dirección legítima de Crimea se basan en las normas del derecho internacional y tienen por objeto garantizar los intereses legítimos de la población de la península”.
El 12 de marzo, el presidente de la Duma de Estado, Serguéi Narishkin, anunció que refrendarán garantías para los tártaros de Crimea si los habitantes de este territorio deciden incorporarse a Rusia, estableciendo el estatus oficial del idioma tártaro de Crimea junto al ruso y el ucraniano; la representación en los órganos ejecutivos y legislativos de todos los niveles y programas anuales de asistencia. La Duma de Estado también anunció que conforme con los resultados de la consulta, tratará el tema de la anexión a Rusia el día 21 de marzo.
El día 16, el presidente ruso subrayó en una comunicación telefónica con la canciller alemana que la voluntad del pueblo de Crimea se ejerce en completa correspondencia con las normas de la legislación internacional, en particular con el primer artículo de la Carta de las Naciones Unidas, que consagra el principio de la igualdad y de autodeterminación de pueblos. También dijo que su país respetará la elección del pueblo de Crimea.
Tras finalizar el referéndum, Vladímir Putin conversó por teléfono con Barack Obama. Allí le dijo que dicha consulta “cumplió todas las normas internacionales”. Ambos jefes de Estado señalaron que, a pesar de las diferencias en las opiniones, deben trabajar juntos para estabilizar la situación en Ucrania. Además, Mijaíl Gorbachov, último presidente de la Unión Soviética, afirmó que, “si anteriormente Crimea fue anexada a Ucrania en virtud de las leyes soviéticas, sin preguntar a la población, ahora el pueblo mismo ha decidido corregir ese error”. También criticó las sanciones de Occidente hacia Rusia.



Resto del mundo:
Varios de los países europeos, Estados Unidos y organismos internacionales (como la Unión Europea) mostraron su preocupación por la situación y abogaron por que se respete la integridad territorial ucraniana, desconociendo los resultados del referendo. Por otro lado, países miembros de la Comunidad de Estados Independientes, como Armenia, Bielorrusia, Kirguistán, y Kazajistán; y otros como Venezuela, Uganda, Afganistán, Corea del Norte, Siria, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Zimbabue, han reconocido como legítimo el resultado del referendo. También se han sumado los estados con reconocimiento limitado de Abjasia, Nagorno Karabaj y Osetia del Sur.
¿Defenderá la OTAN a Ucrania?:
«Cualquier futura agresión rusa contra Ucrania tendría un precio alto y graves consecuencias políticas y económicas para Rusia», advirtió el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la alianza en Riga, Letonia. Este enfatizó que es la mesa de negociaciones transatlántica más importante, donde los gobiernos coordinan políticas.
Stoltenberg afirmó que Rusia «subestimó la determinación de los aliados de la OTAN de imponer y mantener sanciones después de la anexión ilegal de Crimea en 2014», pero tal vez la alianza sobrestimó el alcance de las medidas tomadas entonces para disuadir futuras agresiones. Después de todo, la OTAN está una vez más sumida en un debate sobre cómo responder al aumento de tropas rusas en la frontera con Ucrania.
Stoltenberg añadió que los ministros de Relaciones Exteriores debatieron sobre «sanciones económicas, financieras y reacciones políticas» contra Rusia, así como otras iniciativas para respaldar a Kiev.
El ministro de Defensa de Letonia, Artis Pabriks, dijo en entrevista con DW al respecto: «Me avergüenza que solo haya unos pocos países que en los últimos cinco años han sido realmente capaces y están dispuestos a apoyar a Ucrania, también militarmente, porque esta es una nación que está de pie por sus fronteras, por sus libertades».
Los países que no venden armamento militar a Ucrania creen que están preservando la paz y según Pabriks, «en realidad, estamos jugando de acuerdo a los juegos del Kremlin. Esto no es nada bueno. Esto no nos acerca a la seguridad y a la paz. Debemos apoyar a Ucrania», agregó.
Pero los aliados de la OTAN no han podido ponerse de acuerdo sobre lo que representa la actividad militar rusa en la frontera ucraniana, y mucho menos sobre cómo responder a ella. Asumiendo el peor de los casos, Gustav Gressel, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), dijo a los aliados que «el Ejército ruso se está preparando y planeando seriamente una invasión».
Si Moscú lo hará o no es otra cuestión. Gressel cree que Vladimir Putin es tan reacio al riesgo que puede rechazar más movilizaciones contra Ucrania. Él piensa que proporcionar a Ucrania equipo militar en los años transcurridos desde la anexión de Crimea, podría haber jugado un papel importante: «Hemos perdido siete años debatiendo infinitamente sobre si deberíamos hacerlo o no», lamentó Gressel. «De verdad que culpo mucho a los europeos por ser tan cobardes en este debate», dijo con dureza. «Pero ahora, por supuesto, la situación está como está. ¿Y qué hacemos ahora?”, criticó.
Añadió que su «respuesta instantánea» sería cancelar el proyecto del gasoducto Nordstream 2 con Rusia y luego desplegar grandes fuerzas militares en países vulnerables a una posible guerra en Ucrania, como Polonia, Rumania y Eslovaquia.
Gressel recomienda responder al Kremlin de la siguiente manera: «Si haces escalar (la situación) en Ucrania, entonces tenemos que proteger nuestro flanco este permanentemente con más efectivos (militares), fuerzas más sustanciales y más herramientas de ataque, porque has alterado todo el paisaje y la arquitectura de seguridad en Europa y eso no se quedará sin respuesta”.



Desde el otro lado del Atlántico, Ian Brzezinski, exsubsecretario adjunto de Defensa de Estados Unidos para Europa y Política de la OTAN, cree que «esta es una movilización militar significativa y costosa ordenada por Putin, quien cree que la independencia de Ucrania es una afrenta a la historia de Rusia».
Elisabeth Braw, experta veterana del American Enterprise Institute, cree que no hay que responder a Rusia echando un pulso de fuerza: «Rusia obviamente lo denunciaría de inmediato y probablemente obtendría bastante apoyo en la opinión pública mundial». Braw sugiere que los gobiernos de la OTAN acometan este asunto de una manera diferente: cancelando de inmediato todas las visas y permisos de residencia rusos, en caso de que Putin tomase alguna medida adicional contra Ucrania: «El impacto que tendría, sería devastador”, porque habría mucha presión sobre Putin.



Desde 2014, con la anexión de Crimea por parte de la Federación Rusa y la guerra en Donbas, Ucrania se ha convertido en el principal escollo del panorama de seguridad europeo. En esta primavera, el despliegue de una potente fuerza rusa junto a la frontera ucraniana ha vuelto a poner de relieve la relevancia estratégica de este conflicto envenenado.