Lockheed F-104 Starfighter y General Dynamics F-16: Escándalo y muertes de la Luftwaffe en la OTAN

Para el año 1957 la nueva Luftwaffe tomaba la decisión de comprar los cazas Lokheed F-104 Starfighter para reemplazar sus Canadair CF-86. Luego la OTAN optó por el General Dynamics F-16, para reemplazar al F-104. Todo olía a corrupción.

El F-104 era un caza nacido en tiempos donde la URSS amenazaba a Occidente con sus bombarderos estratégicos Tupolev Tu-95:

Tupolev Tu-95.

La idea era tener aviones que, como cohetes, subieran a interceptarlos a gran velocidad de ascenso lo más lejos del territorio y así evitar el bombardeo nuclear. El Tu-95 fue una brillante idea de los rusos. Era un cuatrimotor turbohélice. Un avión que costaba menos de un cuarto de un B-52, su contraparte de los EEUU. Sólo por tenerlo y mostrarlo obligó a Occidente a gastar miles de millones de dólares en sistemas de defensa aérea e intercepción.

El Canadair CF-86 que perteneciera a Erich Hartmann, el gran avión a reemplazar por los F-104.

Si Alemania decidía como lo hizo por el F-104, el resto de los países de la OTAN en Europa lo harían también. Muchísimo dinero en juego. Negocio de mucho nervio, mucha presión y la sospecha de ocultas y groseras comisiones.

Wernher Panitzki

El patrón de la Luftwaffe en esos años era Wernher Panitzki. Debajo de él, varios ases de la Segunda Guerra Mundial. De ellos uno se opuso y fuertemente a la compra de los F-104 por haberle notado fallas peligrosas. El tiempo le dio la razón. De 915 aviones recibidos entre 1960 y 1973, operando hasta 1987, se estrellaron 282 costándole la vida a 115 pilotos.

Erich Hartmann.

Este piloto rebelde que instaló el tema en la opinión pública era Erich Hartmann, el mayor as de la aviación alemana con 352 derribos. El tufillo de coimas y la confesión de Wernher Panitzki sobre que, en definitiva, la elección del estadounidense F-104 en lugar del francés Dassault Mirage III había sido política y no técnica, le costó el puesto. Debería haberlo pensado antes de discutir con Hartmann, quien estaba al mando de la Jagdgeschwader 71 «Richthofen» que recibiría los F-104 como dotación.

Hartmann fue un piloto que salió sin heridas tras 14 aterrizajes forzosos. En una ocasión, derribado por las esquirlas del avión abatido, aterrizó en campo enemigo. Se hizo el herido y fue llevado en ambulancia por los soviéticos, la que fue atacada por los Stukas de Rudel, a los que Hartmann había brindado cobertura de caza. Escapó y caminó hasta las líneas alemanas. Una vez allí fue recibido con un disparo que le atravezó el pantalón sin tocarle la pierna.

Para 1945 se negó una y otra vez a trasladarse a un escuadrón que combatía en el frente occidental. Para ese año combatir en uno u otro frente significaba quedar prisionero de los norteamericanos o ingleses por un lado o de los soviéticos en el frente oriental.

Hartmann no quiso dejar a sus hombres del escuadrón. Si bien fue capturado por los norteamericanos, según los acuerdos fue entregado a la URSS por ser combatiente del frente oriental. Los rusos trataron de convencerlo que se pase al comunismo, que le brindara todos los datos sobre el avión ME-262, el más moderno de la Luftwaffe.

Messerschmitt ME-262.

Se negó a todo por lo que fue declarado criminal de guerra y llevado a un gulag en Siberia para trabajos forzados. Como no los realizó estuvo 5 meses en solitario.

Recién en 1955 volvió a Alemania gracias a los acuerdos de la URSS con Alemania Occidental luego de la muerte de Stalin.

Luego de su discusión por el F-104 Hartmann fue separado de su escuadrón. Así y todo, dejó la Luftwaffe recién en 1970.

Con este irreductible se metió Wernher Panitzki, quien fue sucedido por Johannes Steinhoff, un piloto de la vieja Luftwaffe quien llevaba en su cara las cicatrices de un tremendo accidente en su ME-262.

Johannes Steinhoff.

Steinhoff no se había opuesto a la compra de los F-104, pero sugirió muchas mejoras que redujeron el número de accidentes. De todas maneras, el número de viudas que ocasionó el F-104 terminó siendo lapidario.

Para los ’70 una nueva compulsa de la OTAN desencadenaría un escándalo en el que se llamó «El contrato del siglo». Los principales protagonistas fueron el sueco SAAB Viggen, el francés Dessault Mirage F-1 y el General Dynamics F-16 de los EEUU.

Ganó nuevamente el caza producido en los EEUU, pero no sin dejar el tendal de sospechas de cobro de comisiones sobre funcionarios de gobiernos y miembros de casas reales de Europa.

Bernhard of Lippe-Biesterfeld, Príncipe de Holanda y Coimero:
COHERENCIA MÁXIMA

Bernhard of Lippe-Biesterfeld era un príncipe alemán, fallecido en el 2004, miembro del partido nazi desde 1934.

Bernhard of Lippe-Biesterfeld era un príncipe alemán, fallecido en el 2004, miembro del partido nazi desde 1934, casado con la reina Juliana de Holanda.

Su hija, Beatrix, es la actual reina de Holanda y está casada con un ex miembro de la juventud hitleriana. Que su nieto Willem se haya casado con la hija de un ministro de la dictadura argentina, Máxima Zorreguieta, apesta de coherencia.

Fue fundador del Club Bilderberg y de WWF, la misma asociación cuya filial argentina tenía como presidente al marido de María Julia Alsogaray. Pero aparte de esto era un coimero importante. Holanda quería renovar su flota antisubmarina compuesta por Lockheed Neptune.

Los aviones a reemplazar, los Lockheed Neptune de acción antisubmarina y exploración.

Entre 1974 y mediados de los ’80 serían recibidos aeronaves por 600 millones de dólares. En la competencia estaban el inglés Nimrod, derivado del Comet 4. El francés Dessault Atlantic y el Locheed P3C Orion, el vencedor, luego de untarle un millón de dólares a la tostada del príncipe nazi.

Se supo, tomó estado público, los holandeses se escandalizaron, pero cómo habrá sido el manejo de los medios holandeses que creció la imagen de la reina Juliana. Al príncipe lo mandaron a cuarteles de invierno, le sacaron algunos cargos y de a poco lo sacaron de vuelta a la luz, con el humo ya disipado.

Para esos años otro concurso anduvo repartiendo regalos. Fue el del nuevo caza reemplazo del Lockheed F-104 Starfighter. Noruega, Dinamarca, Holanda y Bélgica, todos países que aún conservan la realeza y los títulos nobiliarios, después los indios somos nosotros, se decidieron por el General Dynamics F-16 del cual fabricaron algunas partes en cada país.

Sin que mediara un claro triunfo con las prestaciones del Mirage F-1 y dejando de lado el fabricado en un país muy cercano a todos ellos, el Saab Viggen de Suecia.

La trama no pudo ser muy distinta a la del F-104 en los ’60, ni la de los antisubmarinos, ni la del «Contrato del siglo» como se conoció este último concurso. Los protagonistas, algunos más, algunos menos, eran los mismos, los padres de los que hoy se reúnen en el Club Bilderberg para decidir a quienes “coimear”.

Publicado por prensaohf

Periodista y Corresponsal Naval.

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