
1943 – 2 de AGOSTO – 2022
– LA HISTORIA MILITAR DEL ÚLTIMO GRAN PRESIDENTE NORTEAMERICANO –
Por: Oscar Filippi
La noche del 2 de agosto de 1943, un escuadrón de 15 torpederas, incluyendo la PT-109, zarpó de su base en la bahía de Rendova, al norte de la isla de Lumbari, con la misión de patrullar el Estrecho Blackett situado al sur de la Isla de Kolombangara (archipiélago de las Islas Salomon). Durante esos días, el ya famoso “Expreso de Tokio” navegaba regularmente al sur de esa isla con dirección a la base japonesa de Vila y una vez que desembarcaban provisiones y refuerzos de tropas, los destructores japoneses regresaban por la misma ruta hacia la enorme base naval japonesa de Rabaul, en Nueva Bretaña.

Colisión en la oscuridad:
Como a las dos de la madrugada de ese día, el PT-109, comandado por el teniente John F. Kennedy, reducía la velocidad para atenuar el ruido de los motores y poder ejercer una mejor vigilancia por medio de la escucha, puesto que, en el escuadrón sólo 4 embarcaciones estaban equipadas con radar. La tarde anterior, el servicio de inteligencia de la marina había interceptado comunicaciones japonesas en las que se reportaba que ese día, el Tokio Express llegaría a Vila procedente de Rabaul. Efectivamente, hacia la media noche, el escuadrón detectó a los destructores japoneses y se lanzaron al ataque, sin embargo, los buques cargados de suministros lograron pasar y desembarcaron más de 70 toneladas de suministros y gran número de tropas. Luego de la rápida maniobra de descarga, los destructores japoneses recibieron la orden de regresar inmediatamente a Rabaul. Hacia las 2:30 AM, uno de los vigías del PT-109 divisó un buque saliendo de las sombras. Fue tan intempestiva la aparición, que Kennedy no tuvo tiempo para esquivar y menos iniciar una maniobra para poner el bote en posición de ataque. En el puente de mando del destructor japonés «Arnagiri», el comandante Kahii Hanami ordenó avanzar sobre la silueta que se recortaba a media milla de distancia y embestirla, la proa del destructor enemigo embistió a la frágil embarcación de madera. la PT-109 fue literalmente arrollada por el destructor japonés. La PT-162 y la PT-169 lanzaron sus torpedos al navío nipón sin éxito y regresaron a su base.
Cuando todas las torpederas regresaron a su apostadero, al ver la explosión de la PT-109, dieron por muertos a todos sus tripulantes. Incluso se ofició una misa en su memoria.

Supervivientes al garete:
La colisión con el buque partió por la mitad el casco del frágil bote de madera, produciéndose la explosión de los tanques de gasolina de alto octanaje, que desintegró la mitad de la embarcación. Perdieron la vida dos tripulantes, salvándose de milagro los once restantes y su comandante quienes se aferraron a los restos de la proa, que milagrosamente flotaba en medio de la corriente del estrecho. En el buque japonés apenas fue sentida la colisión, pero el personal del puente, al ver la tremenda explosión del tanque de combustible de la patrullera, dio por muertos a todos los tripulantes y para no arriesgar un ataque de otra lancha PT, prosiguieron su marcha a toda velocidad rumbo a Rabaul.



Isla Plum Pudding (Budín de Ciruelas):
Mientras tanto, los supervivientes del PT-109 se mantuvieron aferrados a la proa semihundida que comenzó a derivar lentamente empujada por la corriente. Temiendo ser capturados por cualquier otro buque japonés que se tropezara con ellos, decidieron abandonar los restos de la embarcación y nadar hacia la isla Plum Pudding (ahora conocida como Isla Kennedy) que en esos momentos se encontraba a unos 5 Kms de los náufragos.
La maltrecha tripulación tuvo que nadar por cuatro horas para recorrer las 3,5 millas (5,6 km), con la esperanza de no encontrarse con tiburones. Kennedy pudo haber llegado sin dificultad ya que fue miembro del equipo de natación de la Universidad de Harvard, pero se mantuvo con el grupo ayudando a los heridos. La isla tenía un diámetro de apenas unos 90 metros (100 yardas), sin agua ni comida.

Isla Olasana:
El teniente Kennedy tomó con los dientes el arnés del salvavidas del marinero Patrick McMahon quien se encontraba herido y nadó con los demás tripulantes hacia la isla. Una vez que inspeccionaron la playa comprobaron que no había medios de supervivencia, por tanto, Kennedy decide nadar otros 5 km en el Estrecho Blackett para ver si era posible avistar otra torpedera que los auxiliara. Poco antes del amanecer, opta por regresar al islote al no tener la suerte de encontrar una embarcación amiga. El día 4 de agosto, toma la decisión de llevar a sus hombres a la isla Olasana, distante unos 2 km de Plum Pudding, donde podría haber mejores medios de supervivencia para los náufragos.
Para fortuna de la tripulación de la PT-109, la explosión del choque de naves fue visto por el observador australiano, subteniente Arthur Reginald Evans desde el volcán Monte Veve en la isla Kolombangara, donde tenía un puesto secreto de observación. Al día siguiente Evans mandó a los nativos de las Islas Salomón Biuku Gasa y Eroni Kumana a investigar el asunto, ya que fue notificado en clave del destino de la PT-109 y se esperaba que hubiera supervivientes.

Isla Naru:
Un día más tarde Kennedy decide nadar con el marinero George Ross a la isla Naru que se encuentra a menos de un kilómetro de Olasana. En la playa sólo logran encontrar una caja de madera con caramelos y un depósito de agua de lluvia. Para fortuna de los marinos, esa misma tarde, llegan a la isla Olasana dos nativos de las islas Salomón, que sirven como exploradores de las fuerzas aliadas y que trabajan para una red de vigías australianos que informan sobre los movimientos de buques japoneses en las islas del estrecho. Kennedy graba un mensaje en un coco que es llevado a manos del teniente de la armada australiana Arthur Reginald Evans, quién respondiendo al mensaje, envía una canoa y una nota para Kennedy pidiéndole que embarque en la canoa.
Los tripulantes sobrevivieron 6 días a base de cocos hasta que fueron encontrados por los isleños, pero como no cabían en el cayuco (canoa) y debido a la barrera del lenguaje Gasa sugirió a Kennedy que escribiera un mensaje en un coco para ser llevado con mucho riesgo por los nativos melanesios, que tuvieron que remar en sus cayucos unas 35 millas náuticas (56 kilómetros), hasta la base de Rendova para posteriormente ser rescatados por la PT-157.
Luego del rescate, Kennedy fue hospitalizado para seguir tratamiento de una afección en su espalda recrudecida por el esfuerzo desplegado durante el incidente y es finalmente transferido como instructor del programa de entrenamiento de las torpederas PT en Miami, Florida.
Kennedy fue condecorado con la Medalla de la Armada y del Cuerpo de Marines por contribuir a salvar a su tripulación después del hundimiento de la PT-109. Se le dio estatus de «héroe de guerra», lo que facilitó su carrera política. Este incidente también pudo contribuir a sus problemas de espalda que lo aquejaron el resto de su vida.
Aunque en términos militares la acción fue insignificante en daños al enemigo, la lancha torpedera y su accidente fueron extremadamente bien documentados y publicitados. Se convirtió en un fenómeno cultural que inspiró muchos libros, películas, objetos coleccionables y juguetes más allá de su significancia histórica. El interés se incrementó durante la elección presidencial de JFK y ha continuado en el Siglo XXI con el descubrimiento por el Dr. Robert Ballard, en mayo de 2002, de la hundida PT-109.
La tripulación de la PT-109 en su última misión:
Teniente John Fitzgerald Kennedy, Comandante
Alférez Leonard J. Thom, oficial.
Alférez George H. R. Ross, observador
Marino 2a. clase Raymond Albert
Artillero 3a. clase Charles A. Harris
Maquinista 2a. clase William Johnston
Torpedero 2a. clase Andrew Jackson Kirksey (fallecido durante la colisión)
Radio operador 2a. clase John E. Maguire
Maquinista 2a. clase Harold William Marney (fallecido durante la colisión)
Contramaestre Edman Edgar Mauer
Maquinista 1a. clase Patrick H. McMahon (único hombre en el cuarto de máquinas durante el choque, sufrió graves quemaduras pero se recuperó)
Torpedero 2a. clase Ray L. Starkey
Maquinista 1a. clase Gerard E. Zinser
El coco original lo conservaba Kennedy en su escritorio de la Casa Blanca. Actualmente se exhibe en una urna de cristal de la Biblioteca John F. Kennedy.