Esta fue parte de la exposición de Jean Quellien, profesor emérito de la Universidad de Caen, especialista en el Desembarco y la batalla de Normandía.
Por: Oscar Filippi
En el año de 2015, precisamente para el 6 de Junio (Día “D” en Normandía) fui invitado a un “Seminario de Historia Militar” por los 70 Años de la “Operación Overlord” que comenzó con el fin de la Segunda Guerra Mundial.
En realidad, el “Seminario” había sido previsto para el año 2014, cuando se cumplió esa fecha. Debió hacerse y realizarse en la Universidad de Caen, al año siguiente, dado las restrictivas normas de seguridad impuestas, por la presencia de los mandatarios que asistieron a ese acto.
Entre las exposiciones realizadas, destacamos esta, del Profesor Jean Quellien que se refirió en ella, a “Los Silencios de Normandía”.
La exposición:
El 6 de junio de 1944 es el día del Desembarco, conmemorado con fasto este año. Es también un día triste y difícil, al menos para Normandía.
Jean Quellien: Es un día de felicidad para las poblaciones liberadas, pero sobre todo para las que fueron liberadas rápidamente, es decir a lo largo de la costa. Pero, por el contrario, lo que muchas veces se olvida es que ese mismo 6 de junio por la noche, a las 20hs muy precisamente, bombarderos muy pesados estadounidenses van a sobrevenir sobre una decena de ciudades y a reducirlas completamente a la nada. ¿Por qué motivo? Simplemente porque los aliados estaban preocupados por la llegada, verosímil, de refuerzos alemanes hacia las playas del desembarco, y se estima que una de las maneras de retrasarlos es aniquilar las ciudades que están detrás de las playas, y de convertirlas en campos de ruinas que debían bloquear o retrasar los refuerzos alemanes.
¿Fue una operación deliberada por parte de los aliados arrasar ciudades normandas?
Absolutamente, todo eso ya estaba programado desde principios del año 1944. Es algo muy particular, hay que subrayarlo, para toda Francia. Porque los bombardeos aliados sobre Francia se volvieron muy frecuentes desde el inicio de 1944. Aunque se trataba de destruir objetivos muy precisos: una estación, un puente, un depósito de municiones alemán o fábricas de armas. Como la precisión no es la característica principal de los bombardeos aliados es cierto que puede provocar (en nuestro lenguaje moderno) daños colaterales. Sin embargo, éste no es por cierto el caso de las ciudades de Baja-Normandía, ya que hay que transformarlas deliberadamente en campos de ruinas, es decir destruirlas por completo. El británico Bernard Law Montgomery dijo en enero de 1944, al hablar de estas cuestiones: “Hay que aplastar esas ciudades”.
¿Sin tener en cuenta a los civiles que vivían allí?
El caso de Normandía es absolutamente único en 1944. Es el único lugar donde se lucha en las mismas regiones, sin que se mueva prácticamente un pie durante mucho tiempo, durante dos meses y medio. Y es además la única región donde tiene lugar una batalla de esa magnitud. La Batalla de Normandía son dos millones de soldados que se oponen, si sumamos los dos campos, es una batalla exactamente del nivel de Stalingrado en el frente oriental. No es otra batalla más como a veces se dice. En absoluto.

Dos millones de soldados en un territorio que, después de todo, es bastante pequeño…
En un territorio relativamente pequeño, poblado entonces por un millón de habitantes.
¿Los normandos han guardado cierto rencor hacia los aliados, percibidos de todos modos como liberadores?

Habría que matizar la respuesta a su pregunta con el tiempo. Hoy, de todos modos, quedan pocos testigos normandos de estos bombardeos, pero en estas últimas décadas de corrección política se han borrado algunas cosas que podían ser dichas de manera más cruda justo en el momento en el que se produjo el Desembarco. Por ejemplo, si consultamos los testimonios, escritos en general en los cuadernos de los escolares y en caliente en 1944, encontramos expresiones extremadamente brutales hacia los Aliados del tipo: “Estos cabrones, ¿por qué nos hacen esto? Son nuestros aliados, ¿pero qué lo hacen?”. Así que la respuesta varía con el tiempo.
¿De modo que cuando las tropas estadounidenses tocan tierra no son necesariamente acogidas por una multitud que festeja con banderas estadounidenses e inglesas en las manos?
La respuesta sobre cómo son recibidos los liberadores es muy compleja. Digamos que en la memoria colectiva se conserva la llegada de los estadounidenses y de los ingleses que lanzan caramelos, cigarrillos, aclamados junto a las rutas. Esta imagen no es falsa, realmente sin duda existió, pero es una imagen entre otras que también existieron. Hay que saber que los primeros contactos con los liberadores son bastante rudos, a veces brutales, porque les han explicado a los soldados que van a desembarcar que la gente que está en la costa (la mayoría de los pueblos costeros fueron evacuados por orden de los alemanes), la gente que encontrarán allí, si se han quedado, si los alemanes los han dejado allí, es porque probablemente son colaboracionistas. Por eso hay medidas de seguridad que se imponen. Hubo gente que fue detenida momentáneamente, encerrada en un rincón de la playa con prisioneros alemanes. Algunos incluso fueron llevados a Inglaterra para ser interrogados antes de ser devueltos más tarde a Francia. Cuando los civiles les ofrecen beber a los estadounidenses o los ingleses, las instrucciones son: “No beba, primero haga probar”.
Como ya ve, son primeros contactos que no corresponden francamente con la imagen que hoy tenemos. Poco a poco, las cosas van a distenderse, y los primeros encuentros con los Aliados, a partir de ese momento, van a variar en función del contexto. Tenemos el caso opuesto de dos ciudades. La ciudad de Cherburgo fue liberada sin demasiados daños, fue una recepción entusiasta. Hay grandes reuniones populares, la gente grita, baila, canta, los bailes no tienen fin. Si lo compara con Caen, fue total o prácticamente aniquilada, la recepción fue digamos más reservada. Es algo que de hecho llama la atención a los británicos y canadienses que liberan la ciudad. No hay verdaderamente reproches formulados en ese momento, pero uno siente que hay más emoción que felicidad en realidad. Lo que es natural, puesto que bajo las ruinas de Caen hay cerca de 2.000 personas.
¿Existe una dificultad para que la memoria de los civiles entre en el conflicto? El 6 de junio es el día del Desembarco, el día en la memoria colectiva en que Europa fue liberada, y si extrapolamos un poco, es el inicio en todo caso. ¿Estas voces pueden ser escuchadas hoy?

Es bastante difícil, y perdóneme por lo que voy a decirle ahora, pero creo que es ampliamente culpa de los medio en general. Salvo quizá entre los medios locales, regionales, que son mucho más sensibles que los medios nacionales. Nos focalizamos mucho, y puede comprenderse, en el 6 de junio, en el Desembarco. Y luego, silencio, no pasa nada hasta el 25 de agosto de 1944, el día de la liberación de París y ahí, de nuevo, los proyectores se dirigen a otro lado. Nadie pregunta: ¿Pero entre el 6 de julio y el 25 de agosto, lo que supone cierta cantidad de tiempo, qué pudo haber ocurrido?
Lo que demuestra algo, si se piensa un poco, y es que luego del Desembarco no fue un mero paseo, si no se entiende cómo se tardó dos meses y medio en llegar a París, que no está a cientos y cientos de kilómetros de Normandía. Pienso que hay una responsabilidad de los medios que guardan sus plumas y sus micrófonos el 6 de junio por la noche y, salvo alguna excepción no hablan de lo que ocurre en Normandía, es decir la Batalla de Normandía, que, quiero subrayarlo, es el evento esencial.
Lo esencial no es el Desembarco, el Desembarco por sí solo no decide todo. Lo importante no es que ocurrió el 6 de junio, podría tomarse en cuenta todos los días y semanas siguientes. Es por eso que creo que es la batalla de Normandía la que debe ser rehabilitada. Pero no es fácil porque no se trata de un acontecimiento tan espectacular, es una batalla del tipo de las de la Primera Guerra Mundial. Tenemos también trincheras, alambrados, que son las versiones invertidas de las trincheras, pero es un poco parecido. Hay que dejar atrás un alambrado para ir a conquistar al de enfrente. Tenemos combates que se hacen eternos sin que ocurra nada particularmente espectacular. Es quizás lo que explique esta suerte de ‘black-out’ sobre la batalla misma de Normandía.

Dr. Jean Quellien:
Nacido en 1946 en Coutances, Jean Quellien tiene una especialización y un doctorado en historia. Es Profesor Emérito de Historia Contemporánea en la Universidad de Caen, ex Director de la UFR de Historia en la Universidad de Caen.
Es especialista en la Segunda Guerra Mundial y en la vida política y el movimiento obrero de la Baja Normandía.
Participa, junto a Denis Peschanski y Pierre Laborie, en la renovación de los cursos del Memorial de Caen.