
INSTITUTO AERONVAL
A LA TRIPULACIÓN DEL 2-P-103
LA GLORIA SIEMPRE HA SIDO PARA VALIENTES
A las 06:30hs de la mañana del 15 de septiembre de 1976, una tripulación de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración, realizaba su prevuelo para iniciar, desde la Base Aeronaval Río Grande, en Tierra del Fuego, un vuelo glaciológico como preludio de la próxima Campaña Antártica de verano. Estaba al mando del Comandante de la unidad, el Capitán de Corbeta Arnaldo Mario Mutto. El despegue se produjo a las 08:40 hs en rumbo directo a la Península.
Comandante Aeronave Capitán de Corbeta Arnaldo Mario MUTTO; Teniente de Navío Miguel BERRAZ; Teniente de Navío Romualdo MIGLIARDO; Teniente de Corbeta Claudio María CABUT; Suboficial Segundo Nelson VILLAGRA; Suboficial Segundo Juan NOTO; Suboficial Segundo Roberto BRIZUELA; Cabo Principal Omar COMPASTRI; Cabo Primero Jesús ARROYO; Cabo Primero Benjamín SOESA.

Todos ellos eran, jóvenes hombres de la Aviación Naval de la Armada, que en su plenitud y juventud sabían de los riegos y desafíos a los que se enfrentaban. Los acompañaba un periodista civil, el señor Rodolfo RIVAROLA, en carácter de Camarógrafo de la TV de Río Grande (Tierra del Fuego) que documentaría los riesgos de la tarea a cumplir y el profesionalismo con que los tripulantes se desempeñarían.
El cruce del Estrecho de Drake y la recalada sobre la península Antártica presentaron siempre un obstáculo considerable para la concreción de estos proyectos la distancia a superar en el cruce del estrecho es enorme, unos 1.000 km aproximadamente y el condicionante más importante es el clima para la navegación en la zona. Esta región es una de las más tempestuosas del mundo y su tránsito naval y aéreo ha significado, desde siempre, un riesgoso compromiso.
Por causas que aún hoy, no se han podido establecer aún, este avión impactó contra una elevación (Punta Barnard) de la Isla Livingston (Archipiélago Shetland del Sur) a 62º46’ de latitud Sur y 60º21’ de longitud Oeste, aproximadamente a 20 Km. al Noreste de la Isla Decepción.
Desafortunadamente el día 11 de enero de 1977, al intentar el rescate de los restos del avión y su tripulación, se accidentó el helicóptero Bell 212, de la Aviación del Ejército AE-451, que operaba desde el rompehielos A.R.A. “Gral. San Martín”, falleciendo toda su tripulación:
Teniente Primero Mario GARCÍA; Teniente Ramón MERNI; Sargento Ricardo SEGURA.

Han trascurrido 46 años del momento trágico de su entrega y amor a la Patria, el Instituto Aeronaval se hace eco de esos mismos sentimientos y los Honra con este recuerdo, pero seguramente la mejor definición de la entrega de los hombres de la Armada que prestan servicio en su Aviación Naval, la expresara el entonces Capitán de Fragata Don Marcos Antonio ZAR, al hablar de los Oficiales que optan por ser Aviadores Navales y que este Instituto hace extensiva a todos los hombres y mujeres de todas las jerarquías que conformaron las Alas de la Armada desde sus inicios hasta hoy, al decir: “Es necesario tener presente que si bien la Aviación es un arma como todas, ella no se aprende solo con los libros, ni al pie del arma a bordo de los buques; se hace volando, y aun pagando tributos como no los pagó jamás, arma alguna, no obstante sus enormes progresos. La vida constituye un patrimonio suficientemente precioso, para permitir asegurar que no será el incentivo de los beneficios materiales el que lleve a un oficial con porvenir seguro en la cubierta de nuestros buques, a pretender unas alas de aviador naval, y que no serán siempre prebendas sino el entusiasmo profesional y luego el amor propio, quienes lo guiarán y le permitirán pasar airoso por esa Escuela, donde hoy por hoy, se hace culto de un impulso superior al instinto de conservación natural, nato en el ser humano”. (Art. del Boletín del Centro Naval, Capitán de Fragata Dn. Marcos A. Zar, Mayo de 1931)



“TRIPULACIÓN DEL AVIÓN 2-P-103 A USTEDES, EL HONOR Y LA GLORIA”
Recordando al Teniente de Corbeta Claudio M. Cabut:

Los integrantes del Instituto Aeronaval Delegación Mar del Plata, queremos recordar a toda la tripulación y en particular a quien fue hijo de esta ciudad; les propongo un ejercicio mental que nos permita conocer un poco más la tarea que Claudio Cabut desarrollaba en esa numerosa tripulación, como tal, era fundamental el trabajo en equipo y donde cada uno era un engranaje de un sistema complejo de información, evaluación, análisis y toma de decisión. La meteorología, las comunicaciones, los sensores, el avión y la tripulación forman parte de una compleja ecuación donde son más las variables que las constantes.
Claudio debía contemplar factores como la velocidad, el tiempo, la distancia, el viento, la altura y la autonomía, para volcarlos sobre una carta náutica, mediante el uso de un buen lápiz 2B, reglas paralelas y un compás de puntas secas, manteniendo actualizada la posición de la aeronave. Muy diferente a lo que hoy estamos acostumbrados; a la precisión y simplicidad de un sistema de navegación satelital.