Recordando a otro grande del Turismo Carretera Carlos «Charlie» Alberto Menditéguy

Dijo Juan Manuel Fangio sobre su carrera en la Fórmula Uno: “Menditéguy no fue campeón del mundo, posiblemente porque no quiso”.

Por: Oscar Filippi – Para: Prensa OHF

También se vive de proyectos que toman fuerza y se desvanecen. Están ahí, emitiendo su luz tenue, al borde de apagarse, pero por alguna razón no lo hacen y se puede volver a soñar con esos proyectos; tal vez algún día concretarlos. Yo los retomo y los abandono a veces con razones muy precisas y otras por puro cabrón. Lo importante es que estén ahí. Hoy quería escribir algo, sobre Carlos “Charlie” Alberto Menditéguy.

Carlos Alberto Menditéguy, conocido simplemente como “Charlie”, fue sin dudas un deportista polifacético en la República Argentina, pero en el automovilismo nacional llegó a la categoría de “ídolo”, especialmente en el Turismo Carretera.

Es difícil percibir, si Charlie fue realmente un ídolo popular o no, porque la mitad de los registros opinan que sí y la otra que no. La verdad –si existe- debe andar a mitad de camino entre las dos visiones. Los que dicen que no era un ídolo popular argumentan que a Charlie solo le interesaba ponerse a prueba a sí mismo y no le importaba en absoluto brindarse al público, ni desarrollar su carisma. De hecho, había cortado relaciones con el periodismo porque había sido tergiversado en sus declaraciones en algunas ocasiones y no sentía motivación alguna por congraciarse con la prensa, tampoco tenía que rendir cuentas ante sponsors.

En “la uno” de “Marcas” (Foto: archivo Carlos Penelas).

Siendo él un personaje leyenda, un hombre con visa para el Olimpo. Conocemos relatos aislados, anécdotas, frases célebres, mitos indestructibles pero la película completa no está, al menos en la manera amable. Tal vez sean tantos y tan obvios los motivos que narrar su vida, pueda resultar un lugar común, un cliché de la figura de esplendor y éxito. Puede ser que algo de eso haya. También es cierto que cuando encuentro a alguien que haya sido amigo suyo noto un fenómeno muy particular: la confidencialidad. Una y otra vez sus amigos y conocidos editan muy bien lo que tienen para decir de Charlie, como si aún después de tantos años no quisieran dejarlo expuesto; seguramente las mejores vivencias están blindadas por pactos de caballeros que no pierden fuerza con el tiempo.

Había nacido en la ciudad de Buenos Aires, un 10 de agosto de 1915 nació dentro de una familia adinerada, el mismo día (a un año) de la muerte de Jorge Newbery. Deportista completo, Carlos “Charly” Menditeguy brilló en el fútbol (campeón intercolegial en 1932), el tenis, el polo (con 10 goles de handicap en 1943), el golf (campeón Mar del Plata 1943), la natación, el remo, el boxeo, el frontón, la esgrima, el billar, el squash y el automovilismo, con dedicación de “amateur dotado” y resultados de profesional consumado, revelando, además de sus dotes físicas, una tenacidad y una fuerza mental de primer orden.

Carlos Alberto Menditéguy lograba destacar en cuanto se proponía a fuerza de voluntad, facultades y dedicación. Lástima que resultara tan versátil y dispersara sus esfuerzos. Lástima, pero no para él, que lo que le gustaba era vivir al límite.

El Cooper T51-Maserati nº 6 de la Scuderia CentroSud que llevó Carlos MENDITEGUY a la 4ª plaza en el Grand Prix de Argentina 1960, tras McLaren, Allison y Trintignat/Moss (Foto: archivo Gabriel A. Engels).

Carrera Internacional:

En Formula 1 debutó en 1953 en el Grand Prix de la República Argentina. Su Gordini T16 Nº 32 ocupaba la plaza 10ª de una parrilla de 16 y abandonaba tras 28 vueltas, por un fallo en la caja de cambios. En 1955 disputó ese mismo Grand Prix con un Maserati 250F, la Nº 24, pero abandonó antes de la 4ª vuelta, lo mismo que Behra, Birger y Villoresi. Más tarde, durante la misma temporada fue 5º en Monza. Para 1956 ya tenía el suficiente oficio, además de su clase innata, como para enfrentarse a la élite mundial; y de esta forma, cometió la osadía de encabezar el IV° Gran Premio de la República Argentina durante 43 vueltas, partiendo desde la mitad de la tercera fila de la grilla, con el Maserati 250F Nº 6; hasta que un inoportuno fallo del cambio seguido de un tête-à-tëte que le rompió la suspensión delantera y le obligó al abandono, dejando que se subieran al podio Fangio/Musso, Behra y Hawthorn. Luego fue 4º en el Gran Premio de Mendoza y ganó los Mil Kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires compartiendo un Maserati 3.0 con Stirling Moss.

Carlos Alberto Menditeguy con la Maserati 250F en el Gran Premio de la República Argentina.

Poco después tuvo que superar las consecuencias de un gravísimo accidente que le acaeció en Sebring 1956, cuando volcó su Maserati tras adelantar al Arnolt-Bristol de Bob Goldich, lo que hizo que fuera dado por muerto en alguna publicación.

Las 12 horas de Sebring:

Aquel año, 1956, tal vez fuera un “año bisagra” en su vida. Es difícil hablar de año bisagra en alguien con una carrera como la de la “Charly”, sorprendente por donde se la mire. Pero creo que hay algunas razones para pensar que 1956 marcó un antes y un después. En enero había ganado junto con Stirling Moss los 1000Km de la Ciudad de Buenos Aires en una Maserati 300S. En TC había logrado el primer puesto en Olavarría el año anterior. De manera que mientras esperaba para largar en aquel circuito de Florida, Estados-Unidos, su pedigrí al volante ya fraguaba de manera sólida. El circuito era un aeródromo militar del cual Stirling Moss había comentado que tenía muchos aspectos a mejorar. En los boxes, Cesare Perdisa esperaba su turno como co-equiper de Charly.

Confiado y elegante –muchos dicen que ególatra, supersticioso y temperamental también-, esa mañana Charlie había oficiado de traductor en una entrevista a Jean Behra; era fluido en inglés y en francés, como para completar su carnet de “dandy sin fronteras”. Ese audio, que se puede escuchar en youtube “Sounds of Sebring 1956”, cuenta con una pequeña descripción que hace el entrevistador sobre Charly, presumiblemente impresionado por su figura ya que no vuelve a describir a ningún otro piloto así. Dice: “El muy agradable Carlos Menditeguy, de bigotes pícaros y pelo en retroceso, lleva puestas unas sandalias con suela de paja -probablemente hechas por algún indio en Argentina que nunca ha visto un auto- y se ofrece como traductor para esta entrevista a Jean Behra”. Es así: unas alpargatas con suela de yute podrían ser comentadas en una nota de una carrera puntable para el campeonato mundial de marcas solo si las usa alguien como Charlie.

En ese mismo audio Stirling Moss advierte que el circuito es demasiado plano, sin peraltes, y muchas veces se hace difícil ver el asfalto más allá del pasto. Habían dispuesto fardos para señalizar el ingreso a unos mixtos, los cuales habían sido milimétricamente memorizados por Charlie, como cualquier otro buen piloto habría hecho. Porque de eso se trata en parte, de tener referencias a lo largo del circuito que dialoguen con las velocidades, los cambios y los radios de giro. Cuanto más se pueda repetir el ideal, mejor. Improvisar puede ser vistoso para los demás y un edulcorante natural para el ego, pero nadie construye sobre improvisaciones. Repetir una y otra vez la canción del circuito es el ladrillo sobre ladrillo de la victoria.

Existe un personaje tremendamente dañino que nos circunda y muchas veces no estamos atentos a su potencial destructivo. Se trata del “boludo voluntarioso” (en adelante BV). Cada uno puede revisar rápidamente distintos ámbitos como trabajo, facultad, deportes, hobbies y seguro algún ejemplar va a encontrar. Es un ser dotado por una proactividad directamente proporcional a su falta de criterio. Soy un convencido que, es preferible tratar con una mala persona -suelen ser más previsibles- que con un BV. El BV sorprende por sus acciones de buena fe que terminan en proyectos malogrados, lesiones, destrucción, incluso tragedias. Se sabe: “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones” y los BV son los proveedores naturales del diablo para ese camino. Todo esto viene a colación de un oficial en Sebring a quien los fardos de la entrada a los mixtos no le parecieron lo suficientemente prolijos, o en escuadra, o estéticos y a poco de largar la competencia decidió correr esos fardos como quien acomoda los muebles del living de su casa. Quien se encontraría primero con la redecoración fue Charlie. El recorrido mental chocó primero contra aquel fardo y fue tarde, porque el circuito no anticipaba, para evitar llevárselos puesto. La Maserati dio trompos y vueltas en el aire dejándolo a Charlie tendido al costado del asfalto. Boca abajo, el cuerpo fláccido.

Sin ánimo de ensañarme con aquel oficial BV, es posible que haya sido el mismo que junto a otro llegaron a la escena del accidente y descontaron que el cuerpo del piloto tuviera alguna posibilidad de sobrevida. Discutieron, barajaron opciones de cómo liberar la pista y el cuerpo de Charlie seguía ahí, boca abajo, olvidado. A veces pienso que fue una intervención divina que el BV no lo hubiera asistido. Tal vez lo habría dado vuelta, boca arriba, exponiéndolo a que se broncoaspire y eso habría empeorado todo el cuadro. Charlie ahí, despojado de toda elegancia, tuvo su ángel de la guarda: una enfermera, probablemente la primera en notar que aún respiraba.

Las mujeres y Charly, sin dudas el capítulo más interesante e inextricable de su vida; sobre el que más me gustaría saber con lujo de detalles.

Juan Manuel Fangio con Eugenio Castellotti, en una Ferrari 860 «Monza» ganaron esa carrera de las «12 horas de Sebring».

La carrera no se suspendió y los que mejor cantaron su canción fueron, Juan Manuel Fangio y Eugenio Castellotti en un Ferrari 860 “Monza”. Para esa fecha no había piloto que no reconociera a Juan Manuel Fangio como un fenómeno. En el audio de Sebring el relator parece estar un poco perplejo ante la actitud sencilla del hasta ese momento tres veces campeón del mundo. Es probable que estuviera concentrado, administrando su energía. Enterado Fangio del accidente de su amigo, casi sin celebrar su triunfo, siguió a Charlie al hospital de Sebring. Tal vez habría otros compatriotas que pudieran cuidarlo, pero quien tomó las riendas del asunto, quien se quedó a su lado recibiendo las malas noticias de los médicos fue Juan Manuel Fangio. Charly tenía doble fractura de cráneo y precisaba un lugar con mayor complejidad. Fangio identificó el “Hospital de West Palm Beach” como el apropiado y organizó su traslado. Entretanto los telegramas de Ferrari comenzaban a llegar exigiéndole a Fangio, en tono cada vez menos amistoso que, se presentara a los entrenamientos para la siguiente carrera. Ferrari necesitaba al mejor piloto y Fangio necesitaba el mejor auto, en el medio la idiosincrasia de cada parte. Con cada misiva la relación endeble entre Ferrari y Fangio se ponía más tensa. Desoyó cada orden hasta que llegó su relevo para cuidar a Charly; para la siguiente temporada su trato con Don Enzo estaba finalizado. En las crónicas se habla de Mrs. Menditeguy como quien fue a cuidar a Charlie; no sé si refieren a la madre, alguna novia más o menos formal o a la ex en plan de samaritana, ya que no coincide con los períodos de sus dos matrimonios.

Charlie estuvo tres meses en terapia intensiva y bastante tiempo en coma. A poco tiempo de regresar al país, Charlie fue a Bariloche a encarar su rehabilitación. El dato anecdótico es que en el medio de su recuperación se entrenó para hacer la bajada del Catedral a toda velocidad sobre esquíes y ganó el “Huemul de Oro”.

Pero Charlie no murió entonces ni disminuyó su entrega. En el siguiente Grand Prix de la República Argentina, el de 1957, consiguió un 3er escalón de podio (tras Juan Manuel Fangio Fangio y Jean Behra), su mejor resultado en una Fórmula 1 en la que aún había sitio para aficionados dotados y en la que se había estrenado desde 1953, como ya se ha dicho antes. Corrió esporádicamente en la especialidad hasta 1960 con diversos monoplazas (además del Gordini T16, los Maserati 250F y un Cooper T51), terminando 4º en el Grand Prix de Argentina 1960 y cosechando 9 puntos en la totalidad de su ejecutoria en los Grand Prix de F1, habiendo participado en diez carreras de seis temporadas discontinuas.

En 1957 acompañó a Stirling Moss y Jean Behra en un Maserati 3.0 para disputar los “Mil Kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires” sobre el circuito de La Costanera. Entre los tres lo clasificaron 2º, tras el Ferrari 3.5 de Musso/Perdisa/Castellotti/Gregory.

Menditéguy, la Maserati y Brigitte:

En 1956 integró el equipo oficial Maserati de F1. En mayo de ese año se corría el GP de Mónaco. Un par de días antes de la prueba, el representante de la ya famosa Brigitte Bardot, le hizo llegar una invitación a Juan Manuel Fangio para concretar una cena con la actriz francesa. Pero el balcarceño, era muy responsable en los días previos a las carreras (y estaba con su esposa) y le comunica que él no podía asistir pero que tenía un amigo, también corredor, que era un hombre de mundo y hablaba muy bien francés. Así se lo comunicó a Menditeguy (41) que acepta de inmediato. La cita se concreta en un íntimo restaurante de Montecarlo a la luz de las velas. Terminada la cena la invita a Brigitte a pasar un fin de semana en Saint Tropez que la actriz acepta “víctima” de la reconocida seducción de la personalidad de Charlie que también aseguran tuvo una relación con Ava Gardner. Por lo tanto, dejó abandonada su Maserati del equipo, razón por la que fue despedido de inmediato. Al retorno de su breve romance en la Costa Azul fueron muchos, incluso Fangio, los que reprocharon su actitud. La respuesta de Menditeguy no se hizo esperar: “No era una oportunidad para desaprovechar”.

Acerca de su campaña en el automovilismo fue bastante dispar, muchas veces signada por la mala fortuna. Sin embargo, fue reconocido por pilotos como Stirling Moss –con el que compartió el mismo auto en un par de carreras de endurance- que lo definió como “uno de los más rápidos que vi en mi vida doblando en curvas o curvones veloces”.

Como personaje que era, también mostraba un perfil soberbio, arrogante e irónico. Estaba como espectador en una carrera internacional en Palermo y a su lado alguien dijo “Pasarán muchos años antes que aparezca un piloto como Fangio”. Menditeguy los miró y sentenció: “Muchos no…”.

En tierra Argentina:

Debutó en 1950 y fue el ganador del circuito del Torreón, en Mar del Plata, con una Ferrari 166MM de la categoría Sport. Practicó en varias disciplinas (sport, monoplaza, turismo especial), siendo 3º en el campeonato de Especiales 1952 (nada menos que, tras Juan Manuel Fangio y José-Froilán González). En Turismo Carretera lo hizo en 1952 en la vuelta de Coronel Pringles y se clasificó en el 13 lugar. Dijo de esta categoría: “Deportivamente el Turismo de Carretera fue lo que más quise en la vida. Y sin embargo fue lo que más disgustos me dio”. Ganó por primera vez en 1956, en el circuito de Olavarría, y nada menos que a los hermanos Emiliozzi, por 38 segundos de diferencia. Luego lo hizo en Olavarría y Arrecifes de 1959. La Vuelta Sierras de Córdoba y la Mar y Sierras del 1962 y finalmente la Vuelta de Tres Arroyos del 1966. Además venció en la primera etapa de la Vuelta de Santa Fe del 1958. Las 1.ª, 2.ª y 3.ª etapas del Gran Premio de 1960. La tercera del GP del 1963 y la primera del premio CIPA en Córdoba.

En el XLI Gran Premio Argentino de Carretera 1963 (del 29 de Noviembre al 8 de Diciembre), nuestro hombre dominó la prueba a su estilo, que castigaba tanto la mecánica, llegando a la última etapa como favorito, junto con Bordeu, Gálvez y Pairetti.

Pero Bordeu fundió una biela, a Gálvez también le fallaba el motor y Charly Menditéguy sufrió otra avería de encendido (había hecho cambiar el distribuidor tres veces) y su Ford se paró definitivamente a 17 kilómetros de la meta.

Carlos Menditéguy y el ya famoso «Negro» Linares, aquel famoso día del «quémelo Linares».

El triunfo fue para un joven Carlos A. Pairetti, que había rebajado los dieciséis minutos que lo distanciaban de Charly a sólo un puñado de segundos en su aceleración final. Era su primera victoria en Turismo Carretera, pero en 1964 ganó la Vuelta a San Antonio de Areco, las 500 Millas Mercedinas y la Vuelta Villa Carlos Paz.

En cuanto a Menditéguy, lo sucedido puso de manifiesto su arrogancia y su mal humor habituales, pero casi siempre tamizados por la elegancia de un lord inglés, que sabe aparentar indiferencia ante el triunfo y ante la adversidad. Cuando su desolado copiloto Agustín “el Negro” Linares (de rectificadora El Inca) le inquirió: “¿Qué hacemos, Carlos?”, Charly se limitó a pedirle: “Saque un poco de nafta y quémelo, Linares”.

Regenteó un aras, fue presidente de la Asociación de Corredores de Turismo de Carretera e incluso hizo cine, participando (junto a colegas como Fangio, Gálvez, Bordeu, Pairetti) en el film «Turismo de Carretera», dirigido en 1968 por Rodolfo Kuhn. Cinco años más tarde de esta lúdica experiencia, el viernes 27 de Abril de 1973, tuvo que someterse a una operación quirúrgica de urgencia (tal vez como secuela de su accidente en Sebring, aunque también era diabático y padecía del mal de Parkinson) de la que no salió con vida.

Fue enterrado el día siguiente en el Cementerio de La Recoleta, en Buenos Aires.

Carlos menditeguy – El dandy que vivió a su manera.

Publicado por prensaohf

Periodista y Corresponsal Naval.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: