Aunque no fue la primera en subirse a un auto de carreras, sí lo fue en conducir un Fórmula 1. Conocida como “Pilotino”, fue la primera mujer que participó en un Campeonato del Mundo.
Por: Oscar Filippi – Para: Prensa OHF
Estuvo en la misma grilla de largada que, Juan Manuel Fangio, Stirling Mosss, Peter Collins o Phill Hill. Maria Teresa de Filippis se midió a ellos en unos monoplazas en los que el cinturón de seguridad o el casco integral eran todavía ciencia ficción, a pesar de que alcanzaban velocidades cercanas a los 270 km/h.
Perteneciente a una familia de la aristocracia italiana, nació en Nápoles el 11 de noviembre de 1926. Muy aficionada al deporte en general, y a los coches en particular, era una niña de fuerte carácter y mucha voluntad. En cuanto pudo sacó el carné de conducir y mostró buenas cualidades al volante. Sus dos hermanos mayores la desafiaron a que no sería capaz nunca de conducir lo suficientemente rápido como para participar en una competición. Lejos de amilanarse, María Teresa se inscribió con un Fiat 500 S, el popular Toplino, en la carrera de Salerno-Cava dei Tirreni, donde sorprendió a todos logrando el primer puesto en su categoría. Pero no se conformó con ello y tras dos carreras más vendió el Toplino y adquirió un Urania (chasis de origen Fiat y motor BMW de moto) para participar en la categoría 750 Sport, muy popular en la Italia de la posguerra. En 1949, María Teresa y su Urania logrará tres victorias y tres segundos puestos en pruebas regionales que borraron muchas sonrisas a quienes pensaban que aquello solo era el capricho de una niña bien y así, “Pilotino” como era conocida, empezó a ser temida en las carreras en que participaba. Ese mismo año se inscribe en la legendaria Targa Florio siciliana, con un Fiat 1100.

En 1950 continúa con el pequeño Urania. Gana experiencia en carreras de renombre como las Mil Millas, la Copa Ascoli o el Giro de Sicilia. Es en esa época cuando entabla una relación amorosa con el culto y refinado Luigi Musso, guapo brillante piloto de complicada vida personal. Este año consiguió ser novena en Collemaggio, duodécima en Módena y sexta en el Circuito di Senigallia.
En 1953 la relación entre María Teresa y Luigi Musso, que estaba ya casado, acabó. Siguieron siendo buenos amigos, eso sí, pero Pilotino empezó a volar sola. Y en 1954 se alternará al volante de un Osca 100 y de un Maserati A6GS. Gana una carrera en Cerdeña, logra clasificarse en el GP de Nápoles, gana la Catania-Etna y es decimotercera en el Giro di Sicilia. En este año se estrelló espectacularmente en Mugello, donde se precipitó por un acantilado con la fortuna de quedar colgada en un árbol antes de estrellarse contra el fondo.
En 1955 ya solo corre con Maserati, participando en la Mille Miglia y es novena en la Targa Florio.
A principios de 1956 se traslada a Argentina para participar en los 1000 Kilómetros de Buenos Aires. En la carrera se encuentra de pronto con un coche rezagado, intenta evitarlo in extremis pero se sale de la pista, y ella a su vez del coche (en aquella época nadie pensaba en cinturones de seguridad) y su cuerpo golpea violentamente contra un poste telegráfico. Afortunadamente solo se fractura el hombro y tras un tiempo de recuperación vuelve a la competición. Musso le facilita un contrato con la Scuderia Centro Sud para correr con un Maserati 250F en algunos grandes premios no puntuables como preparación para dar el gran salto. Va muy deprisa y logra buenos resultados como en Siracusa donde consigue una quinta posición en carrera, detrás de Musso, Bonnier, Paco Godia y Horace Gould.

Las sensaciones son buenas y en 1958 se siente preparada para estar en los Grand Prix puntuables al volante del Maserati 250 F. Su primer intento es el 18 de mayo, en Mónaco. No logra un buen tiempo, queda en la posición 22, y no clasifica.
El 15 de junio hace historia. Es el Gran Premio de Bélgica. De Filippis es decimonovena en entrenamientos y puede disputar la carrera lo que la convierte en la primera mujer que corre una prueba del Campeonato del Mundo. En el difícil trazado de Spa Francorchamps muestra sus buenas cualidades y termina la prueba en la décima posición.
El 6 de julio es el Gran Premio de Francia, en Reims. No ha podido ni siquiera participar en los entrenamientos tras rechazar los organizadores su inscripción. Ante sus protestas, el director de carrera le había respondido: “el único casco que una mujer debe usar es el de una peluquería”. Pero ese día habrá algo que le preocupe más que esa estúpida respuesta; su buen amigo Luigi Musso muere al estrellarse con su Ferrari
El 24 de agosto se disputa el Gran Premio de Portugal, en el trazado urbano de Oporto. En entrenamientos se clasifica sin problemas, pero tan solo han transcurrido seis vueltas de carrera y el motor se rompe.
La siguiente cita es el 7 de septiembre en su país, en el templo de Monza. Hace una magnífica carrera y trece vueltas del final cuando ocupaba la cuarta plaza, una rotura mecánica la obliga al abandono. De haber terminado en esta plaza habría sido la primera mujer en puntuar en el mundial.

La temporada no ha sido fácil, tres pilotos (Musso, Collins y Stuart Lewis-Evans) han muerto en diferentes grandes premios, y se siente muy afectada por ello. Sin embargo, en 1959 el piloto francés Jean Behra la convence para que entre a formar parte de su equipo que hace correr sus propios monoplazas construidos a partir de un Porsche 718 RSK. En el Gran Premio de Mónaco María Teresa se hace cargo del debut del Porsche-Behra F2 (podían correr mezclados con los F1), pero no logra clasificarlo. Con el mismo auto disputa una carrera no puntuable, el British Empire Trophy, en Silverstone donde debe retirarse por problemas mecánicos.
Su adiós al Mundial se precipitó tras la muerte en 1959 de Jean Behra, dueño de su equipo, en un dramático accidente en el circuito de Avus, próximo a Berlín. «Hubo una sucesión de muertes, murieron muchos amigos, Luigi Musso, Peter Collins, Alfonso de Portago, Mike Hawthorn. Y entonces Behra murió en Berlín. Eso, para mí, fue lo más trágico porque estaba en una carrera que debería haber estado tomando parte. No fui más a los circuitos. Después me casé, nació mi hija y la vida familiar se hizo más importante», recordó en 2006.
También afirmaba que nunca sufrió el machismo por parte de sus compañeros. «Nunca. Era un deporte muy masculino pero, todo lo contrario, me daban consejos, me ayudaban y era una más. También para dejarme el tobillo haciendo el punta y taco con los pedales o moviendo el gran volante que era duro como el hierro», recordaba.
No retomará el contacto con el mundo de la F1 hasta bastantes años después, cuando se incorpora a finales de 1970 al Club de Ex Pilotos de Grandes Premios de Fórmula 1. Hasta su fallecimiento, repartía su tiempo entre las actividades de esta asociación, la presidencia del Maserati Club, algunas exhibiciones de clásicos, y sus dos nietos.

La automovilista napolitana falleció el 9 de Enero de 2016, pero su leyenda quedará viva como la primera mujer que participó en la Mille Miglia, la Targa Florio o el Gran Premio de Mónaco, donde estuvo en dos ocasiones. En Spa, en 1958, fue el décimo piloto en acabar la prueba, a dos vueltas del vencedor Mike Hawthorn (Ferrari), que a la postre sería campeón del mundo. Tenía sólo 22 años.
Pude conocerla en el “Primer Aniversario de la Fundación Juan Manuel Fangio” (1987), el propio Juan Manuel la había invitado y dado la “proximidad” de nuestros apellidos, me llamaba “nipote” (sobrino), toda una dama que gozaba del respeto de todos sus colegas de la Fórmula 1.
«Tienen todo tipo de apoyo, quizá es miedo o falta de velocidad. Yo creo que les falta corazón», comentaba muy crítica sobre la ausencia de mujeres en la actual parrilla de F1.
Más de una década después, su compatriota Lella Lombardi tomó el relevo de la pionera y participó en 12 carreras en 1975 y 1976, cuando rubricó su mejor resultado en el Parque de Montjuic, con un sexto puesto.