Por: Oscar Filippi – Para: Prensa OHF
Carlos Oreste Marincovich, nació en la ciudad de Arrecifes, un 3 de julio de 1943, lamentablemente, falleció en la ciudad de Buenos Aires, un 7 de junio de 2021. Fue un gran y fino piloto del automovilismo argentino.
Debutó en TC en agosto de 1964 a bordo de una coupé Chevrolet en la Vuelta de Salto. En sus primeras competencias, utilizaba el seudónimo “Sandokan II” (en honor a su tío Néstor, ganador en la categoría años atrás). Obtuvo sus primeros podios en las Mil Millas de ese año y en la Vuelta de Santa Fe al año siguiente.
En 1966, Carlos Marincovich tuvo la oportunidad de correr con el Chevitú propiedad de José Froilán González. Con este, lograría su primera victoria en TC en el autódromo de Buenos Aires. Al año siguiente también corrió con un Torino propio y con La Garrafa de Andrea Vianini, logrando un podio. En la segunda mitad de la temporada 1968, hizo debutar al Chevitres, construido por Francisco Martos. Volvió a triunfar en Buenos Aires y en Rafaela.

Tras la creación del Sport Prototipo Argentino, los prototipos que corrían en TC abandonaron la categoría. De esta manera, Marincovich se marchó por las siguientes dos temporadas. Allí obtuvo tres triunfos y el subcampeonato de 1969, detrás de Eduardo Copello. En 1970, participó junto a Rubén Luis Di Palma de los 1000 km de Nürburgring con un Berta LR.7 En ese mismo año, participó del Gran Premio Internacional de Turismo con un Peugeot 504.
Retornó al TC para la temporada 1971 con un Torino preparado por Oreste Berta. Fue su mejor campaña, finalizando tercero en el campeonato y consiguiendo dos triunfos: San Juan y el Gran Premio Argentino. Ese año también participó en el Gran Premio de Argentina, competencia de Fórmula Uno, no puntuable para el campeonato mundial, conduciendo un McLaren de la Fórmula 5000.
En la temporada 1972, Marincovich hizo debutar la coupé Chevy gracias al apoyo de la Comisión de Concesionarios de General Motors Argentina y la preparación de Omar Wilke y Jorge Pedersoli. Con este modelo, desde su año debut hasta 1976, lograría cinco victorias (una por temporada).

Carlos Oreste Marincovich nunca fue campeón. Si, fue un fino y exquisito piloto que tuvo un destacado protagonismo en el automovilismo argentino en los años ‘60 y ‘70. Épocas en las que se colmaban las tribunas de los autódromos y se desbordaban las rutas por la pasión de los aficionados por las carreras de autos. Épocas de grandes carreras, con el peligro de un accidente agazapado en cada curva de los circuitos y caminos. Épocas de pilotos del nivel de Luis Di Palma, Eduardo Copello, Héctor Gradassi, Carlos Pairetti, Nasif Estéfano, Gastón Perkins, Roberto Mouras, Néstor García Veiga, Juan María Traverso. Qué “nenes” del volante, ¿no?
Crlos Marincovich, o el “Ruso Marincovich”, como se lo conocía en el ambiente, compensó esa falta de coronas con la conducción de autos emblemáticos La primera coupé Chevy ganadora en el TC (Vuelta de Chacabuco 1972) y el legendario Chevitú que le permitió debutar como vencedor en 1966 en Buenos Aires supieron de su fino estilo conductivo sin que esta característica le quitase velocidad. Virtudes que también exhibió en los Sport Prototipos Nacionales, Mecánica Argentina Fórmula 1, Turismo, TC 2000 y el Club Argentino de Pilotos en una campaña que concluyó en 1988. También ese estilo le permitió ser considerado en las Temporadas Internacionales de fines de los 60 y principios de los 70. No desentonó en sus aisladas presentaciones en la Fórmula 2 (1968) y Fórmula 5000 (1971) pero su fuerte estuvo en los Sport y especialmente cuando Oreste Berta lo convocó para compartir con Luis Di Palma la conducción ese Berta LR que tanto insinuó ante los SP Internacionales pero que lamentablemente tan poco entregó por distintos inconvenientes.


Esto no fue inconveniente para que el estilo fino y veloz de Carlos Marincovich llamase la atención del mexicano Pedro Rodríguez, por entonces un top-top del Sport Prototipo Mundial. Sus compromisos deportivos en Argentina le impidieron a “Sandy”, otro de los apodos con el que se lo conocía, aceptar la propuesta de una prueba en Porsche. Además de la satisfacción del reconocimiento deportivo, Carlos Marincovich se llevó del mexicano el consejo de cambiar el color amarillo de su casco. “Trae mala suerte” le argumentó Rodríguez, quien paradójicamente poco después, el 11 de julio de 1971, se mató en Norisring en una carrera de Sport (precisamente conduciendo una Ferrari color amarilla).
Además de todo esto sobre un auto de carrera, el “Ruso” Marincovich fue una persona de trato amable y buen dialogo. Una característica que mantuvo tras su retiro. Esto lo llevó con el transcurrir de los años a recopilar hechos y anécdotas de su trayectoria deportiva que reflejó en el libro “El automovilismo que yo viví” publicado a fines del año 2019 pasado con el deseo que “la gente conozca una época maravillosa del automovilismo”. Su muerte a los 77 años , como consecuencia de un virus interhospitalario que provocó un shock séptico tras haber superado un cuadro de COVID, convierte a dicho libro en un interesante legado para acompañar su gran recuerdo.

Carlos “el Ruso” Marincovich fue uno de los referentes del automovilismo deportivo argentino. En el Turismo Carretera dejó su sello bien marcado entre las décadas del 60 y 70. En la categoría obtuvo diez victorias. Su primer logro fue en Buenos Aires en 1966 con el “Chevitú” de José Froilán González. En dicho lugar ganó en dos oportunidades. La segunda fue con un Chevitrés.
El de Arrecifes también ganó con Torino. Fueron dos carreras. El Gran Premio Argentino y el de San Juan.
Luego de haber disputado el campeonato de Turismo Carretera con Torino, hasta la última fecha del ’71, Carlos Marincovich volvia a correr con Chevrolet en el ’72.

Su retorno a la marca del moño se produjo el 26 de marzo en el “Premio 500 Kilómetros Súpermóvil YPF Hidrogenado”, en el circuito El Challao-Cerro de la Gloria, de Mendoza. El auto era el mismo Chevrolet 400 que había utilizado el año anterior su primo Rodolfo.
Los primeros días de enero, Carlos Marincovich había sido intervenido quirúrgicamente para reducirle una fractura en el codo del brazo derecho.
“Estaba algo convaleciente, pero no tuve inconvenientes mayores”, recuerda Carlos y agrega: “En esa carrera me acompañó mi preparador, Jorge Pedersoli.”
El piloto de Arrecifes cerró la primera vuelta en la 6ª posición y ganó una en la décima. Un giro más tarde abandonó Néstor García Veiga (Chevy SS) y Gradassi tomó la delantera con el Falcon.

Con 20 vueltas, el orden en las cinco primeras posiciones era: Gradassi (Ford), Bordeu (Dodge), Estéfano (Ford), Marincovich (Chevrolet) y Juan Carlos Iglesias (Ford). Precisamente, en las últimas vueltas Iglesias y Marincovich lucharon a brazo partido por la tercera plaza, que quedó en poder del pergaminense.
En la puja por la tercera posición Iglesias protagonizó un trompo, pero se rehizo, y Marincovich acusó: “una pérdida de rendimiento del auto en las últimas vueltas.”
La carrera de Mendoza fue la única participación de Carlos Marincovich con el Chevrolet 400. El 9 de abril, en Pergamino, hacía debutar la coupé Chevy.

“Mi tío Néstor ‘Sandokán’ Marincovich -que también corrió en el TC- fue quien de alguna manera creó el campo propicio para que se encienda en mí la llama de la pasión por este deporte, Debuté en el TC con una cupé Chevrolet en la Vuelta de Salto, el 30 de agosto de 1964. Una competencia que ganó el Loco Rubén Luis Di Palma y yo abandoné por un problema en la bomba de aceite. Ese año tuve buenas actuaciones, pero debí interrumpir mi actividad por falta de presupuesto”.
En abril de 1966, José Froilán González lo invitó a probar el Chevitú (estrenado por Jorge Cupeiro), porque éste había viajado a competir a Europa. “Corrí por primera vez con ese auto el 30 de abril en el autódromo de Buenos Aires. Y afortunadamente conquisté mi primera victoria en la categoría. Es difícil describir lo que significó para mí un triunfo de esa magnitud. La alegría era indescriptible ya que me llenaba de emoción y felicidad haberlo alcanzado en el coliseo del automovilismo nacional”, aseguró.
En 1967, en pleno apogeo de los Torino, estrenó un auto de la marca mientras alternaba su participación en la “máxima” con el Chevitú. “Pero mi verdadero asentamiento fue en el ‘68 cuando me sumé al equipo de Froilán con un Chevitrés; allí comencé a tener más protagonismo ya que conseguí dos victorias más en Buenos Aires y Rafaela”, recordó. Ese fue un año de inflexión para la categoría, ya que debido al trágico accidente ocurrido en la Vuelta de Lobería, se suspendieron las carreras en ruta.

Sumado a eso, la evolución de los autos derivó en la creación del Sport Prototipo. “Recién en el ’70 el Turismo Carretera comenzó a recuperar su fisonomía con el nacimiento de la Fórmula A; allí estuve muy poco tiempo con un auto de SP propiedad de Vicente Formisano. En 1971, con Torino, logré vencer en dos oportunidades consecutivamente: la primera en San Juan y la segunda en el Gran Premio Argentino. Además, tuve un buen campeonato en el que finalicé 3° detrás de Rubén Luis y Juan Manuel Bordeu, que en ese momento corría con Dodge”, recordó.
Charla con Carlos Marincovich – Entrevistador Lao Iacona – Moderador Damián Pozzoli – Foto durante la charla Alejandro de Brito.