Por: Oscar Filippi – Para: Prensa OHF
Campeón de la Temporada 1968 – «Trueno Naranja-Chevrolet» de Carlos Pairetti
Los ganadores de esa temporada fueron, Eduardo Copello (Torino), Andrea Vianini (Chevrolet), Héctor Gradassi (Torino), Carlos Pairetti (Chevrolet), Gastón Perkins (Torino), Rodolfo de Alzaga (Torino-El Petiso), Gastón Perkins-Federico Urruti (Torino), Juan Manuel Bordeu (Chevrolet), Carlos Marincovich (Chevrolet), Carmelo Galbato (Ford), Carlos Ruesch (Torino).
El popular «Il Matto», santafesino de nacimiento, pero arrecifeño por adopción, fue uno de los grandes del Turismo Carretera.
Debutó en TC en 1962, en la Vuelta de Pergamino sobre una coupé Chevrolet de Néstor Marincovich, y su primer triunfo en la máxima llegó al año siguiente, en la Vuelta de Mar del Plata. En 1963 también ganó su primer Gran Premio, el de “Mercedes-Arrecifes”.
Carlos Alberto Pairetti, nombre fundamental en las páginas más destacadas de la historia teceísta, su recuerdo permanecerá indeleble en cada uno de los integrantes de la gran familia del Turismo Carretera. En la temporada 1968, fue Campeón de Turismo Carretera, habiendo obteniendo cinco triunfos en la categoría. Con el “Barracuda-Chevrolet” y el “Trueno Naranja-Chevrolet”.
«Unos días antes de llevarlo a las pruebas de clasificación lo pintaron y solo encontraron en el taller tres tachos de pintura, uno blanco, otro amarillo y el tercero rojo. Mezclaron todo y surgió un color anaranjado fuerte»
Por los años sesenta, se produjeron una serie de cambios importantes en la categoría del Turismo Carretera, con la aparición en primer término del recordado «Chevytú», de José Froilán Gonzalez, que piloteaba Jorge Cupeiro, para darle batalla a las viejas «cupecitas», entre las que se destacaba “La Galera» de los hermanos Dante y Torcuato Emiliozzi. Luego comenzaron a participar más activamente las comisiones de concesionarios y con el apoyo de las fábricas instaladas en nuestro país, se iniciaron en la popular y folklórica categoría.

Luego del Chevytú aparecieron los Torino y luego Ford preparó algunos autos especiales sobre la base del Falcon, que entre otros corriera Santiago Luján Saigós, Atilio Viale del Carril, Rodolfo de Alzaga, Carmelo Galbato y Carlos Reutemann, apoyando también a varios pilotos particulares. La fábrica de Pacheco le encargó al ingeniero Horacio Steven, el diseño y construcción de un vehículo que fue una «bisagra» en la categoría y se lo conoció como «el prototipo Ford», de color azul, con anchas franjas blancas longitudinales.
El día del debut de este auto fue en el Autódromo de Buenos Aires y fue un suceso para los seguidores del óvalo. Ganó de punta a punta la primera manga. Al largarse la final, picó en punta, pero al llegar al curvón de Salotto, se despistó y volcó. El coche se incendió, produciéndole heridas de consideración a Atilio Viale del Carril y la muerte a Pepito Giménez, su acompañante. Luego de este hecho, la comisión le ofreció el auto a Oscar Cabalén «El Califa Grande», que fue a probarlo en el circuito de la Siderurgia en San Nicolás. Allí el auto se despistó y se incendió, y murieron ambos ocupantes. Como consecuencia de todo esto la comisión de concesionarios Ford se retiró del proyecto y continuó corriendo con los probados Falcon «angostados».
Es aquí cuando entra en acción Carlos Alberto Pairetti, que en aquel momento corría su auto conocido como «El Barracuda». Carlos Pairetti conversa con el ingeniero Steven y lo convence de unos cambios y ponerle al prototipo un motor Chevrolet 250 de 7 bancadas.
El auto fue probado y preparado. Era realmente una máquina increíble y capaz de derrotar a los líderes de la categoría que ya habían presentado el Torino Liebre Mark II. Unos días antes de llevarlo a las pruebas de clasificación lo pintaron y solo encontraron en el taller tres tachos de pintura, uno blanco, otro amarillo y el tercero rojo. Mezclaron todo y surgió un color anaranjado fuerte.
Desde aquel momento y luego de varias carreras y campeonatos ganados por Don Carlos, al auto se lo denominó: «El Trueno Naranja».

Carlos Pairetti tenía el objetivo de lograr el campeonato de TC del año 1968, decide cambiar de rumbo y recurrió a Horacio Steven cuando se enteró que, este construía un nuevo auto (nota: Steven estaba armando los Torinos que debutarían en el Gran premio de 1966 cosa que no ocurrió y en 1967 construyó los prototipos Ford para ganarle a las liebres teniendo como resultado dos autos que se accidentaron quemándose y donde perdió la vida Oscar Cabalen)
Con el trato cerrado con Steven y su gente trabajando en la adecuación de la mecánica Chevrolet, los miembros de “Competición S.A.” ponían todo su ingenio en el nuevo proyecto. El chasis fue reforzado en varios puntos para aumentar su rigidez y disminuir su torsión. Para revocar los malos comentarios que se hacían sobre Steven y su auto, se juntó un grupo de trabajo que estaba conformado por Pedro Campos quien diseño el chasis, suspensiones y carrocería del trueno; Rodolfo Fraga del departamento técnico-practico; Jorge Arcuri bocetista, proyectista y dibujante; Jorge Rama constructor del chasis y Carlos Mourelos mecánico.
El Trueno estaba inspirado en el fatídico prototipo Ford, de hecho, se usaron sus matrices originales, claro está que se produjeron algunas modificaciones. En el aspecto exterior, la trompa del Trueno era mucho más “lisa”, sin los buches de los carburadores Webers que usaban los autos del ovalo. Tampoco tenía las tomas de aire laterales para la refrigeración de los frenos, sin esta variante se logró ensanchar la carrocería unos 7 cm. lo que evitaba que las anchas cubiertas quedaran al descubierto.
Se cambió la distribución de los tanques de combustible, antes estaban en los costados del habitáculo y ahora se colocaba uno solo de unos 240 litros de capacidad detrás de las butacas.
La novedad y mayor diferencia estética con el prototipo Ford era que la parte trasera adoptaba ahora una cola en forma de spoiler (cola de pato) que permitía una generosa carga aerodinámica que beneficiaba la adherencia del tren trasero.
En su primer contacto con la unidad en el autódromo de Bs. As, Carlos Pairetti quedó asombrado: “este auto es extraordinario, nunca maneje uno con tan buena tenida como este. Esta es solo una prueba, será necesario caminarlo mucho para poner todo a punto. También voy a necesitar un poco de tiempo para acostumbrarme al volante a la derecha”.
Se repuso de nuevo con un triunfo en Bs. As (29 de setiembre), pero volvieron las deserciones. En San Juan (6 de octubre) por rotura de diferencial y en Bs. As (13 de octubre) por una pinchadura en el radiador de aceite. Pero el año terminaría bien para el Trueno Naranja y por supuesto para Pairetti. Con sendos segundos puestos en Rafaela (3 de noviembre) y Córdoba (17 de noviembre) llego a la consagración: el tan ansiado título de Turismo carretera.

El año más trágico para el Turismo Carretera:
En los 86 años de historia del Turismo Carretera, nunca hubo tantas muertes entre pilotos y acompañantes como en 1968. La “Vuelta de Balcarce-Lobería” fue el momento más trágico de un año signado por las pérdidas.
En sus 86 años de historia, el Turismo Carretera sufrió la muerte de 125 protagonistas, entre pilotos (72) y acompañantes (53), a raíz de diferentes tipos de accidentes. El 69,6% de esos fallecimientos trágicos (87) se dieron en los primeros 30 años de existencia de la categoría. Sin embargo, el año más luctuoso del TC no ocurrió en esas 3 décadas sino en 1968, cuando 9 “teceístas” perdieron la vida.
La temporada comenzó el 10 de marzo en el autódromo de Buenos Aires. Pero el 23 de enero se había conocido la noticia de la muerte de Jorge Mateo, acompañante de Juan Carlos Perkins. El acompañante de Johnny estaba internado desde el 19 de noviembre de 1967. El Torino que manejaba Perkins en aquella “Vuelta de Rufino”, volcó tras chocar -en medio de una nube de tierra- a Norberto Polinori, quien murió ese mismo día.
La “Vuelta de Balcarce-Lobería”, realizada el 28 de abril de 1968, es la carrera que más vidas (5) se cobró, entre pilotos (2) y acompañantes (3) en la historia del Turismo Carretera. Superó a la Buenos Aires-Caracas, donde fallecieron 3. El impacto fue tan duro que el TC debió dejar de correr en ruta -excepto por la Vuelta de Allen- por el resto de la temporada.

El domingo más trágico para el TC:
Jorge Kissling -hermano de Guillermo- debutó ese día en el Turismo Carretera. Lo hizo con un Torino del equipo de Jorge Cupeiro y con Enrique Duplán -habitual acompañante del Gallego – en la butaca derecha. Un problema mecánico (se habló de una punta de eje) hizo que el auto volcara. Al parecer, cayó nafta sobre el escape y eso provocó que ambos murieran calcinados.
El segundo accidente de la Vuelta de Balcarce-Lobería tuvo como protagonistas a Plinio Abel Rosetto y Luis Gargiulo. Un toque entre las ruedas de los autos derivó en el vuelco de ambos autos, que terminaron en un campo lindero. Rubén Barra, acompañante del primer presidente de la ACTC, murió el 30 de abril -2 días después- en un sanatorio de Mar del Plata.
Segundo Taraborelli y su acompañante Santiago Bonavento, en cambio, fallecieron de forma instantánea. Fue cuando el Torino del piloto de Tres Arroyos se despistó, chocó contra un camión estacionado sobre la banquina y se prendió fuego. En ese accidente, murieron además 3 espectadores.

Aunque el Turismo Carretera se recluyó en los autódromos luego del cimbronazo que resultó para la categoría la “Vuelta de Balcarce-Lobería”, no pudo evitar que ocurriesen más tragedias. El 16 de junio de 1968, Juan Giménez se mató mientras probaba su Valiant en el autódromo de General Roca, en Río Negro.
Carlos Masramón, que había debutado en el TC en aquella misma temporada, y su acompañante Juan Blanco perdieron la vida el 18 de septiembre de 1968. Estaban probando su Torino cerca del aeropuerto cordobés de Pajas Blancas, cuando Masramón perdió el control del auto. La Liebre I chocó contra una columna y se incendió. Ambos quedaron atrapados y perecieron entre las llamas.
Carlos Pairetti campeon de Turismo Carretera en 1968 con el «Trueno Naranja», Tele TC 16 mm Auricon 1968.