Por: el gran maestro del periodismo, Alfredo Parga
Publicado por: Prensa OHF
1994 – 1° de Mayo – 2023
Ayrton estará hoy, aquí…
Estará hoy aquí, entre nosotros. Y no será un milagro. Lo del golpe contra el muro de Imola es una pesadilla que el espíritu rechaza, aunque la historia se empecine en mostrarlo, una vez más y siempre, dirigiéndose en sesgo contra una maldita pared de cemento para estamparse eternamente.
Este fin de semana volverá a todos los autódromos del mundo. Será de nuevo el referente necesario de todas las conversaciones que pasen por pilotos, máquinas, tiempos y distancias.
Los que lo vieron correr alguna vez, lo atesoraron, conservándolo. Maravillados por la excelencia de su manejo, que hacía todo fácil. Los que escucharon hablar de él, preguntando si aquello del último talento servía para describir deportivamente a un piloto de competición que hacía lo que ningún otro pudo hacer jamás. Los que lo pudieron seguir por muchas partes deberán recrear la imagen del corredor que había conseguido ser el mejor, en cualquier lugar.
Capaz de alterar la flema de los críticos más rigurosos del mundo, para apartarlos de la rutina. Encantador de chicos con una sonrisa joven, como distraída, en unos labios que solían albergar una palabra cuidadosa. Un muchacho que poseía la excepcional cualidad de escuchar, antes de responder.
Estará hoy aquí, entre nosotros. Y no será un milagro.
Siempre conseguirá volver, porque supo ganarse a todos con cosas que iban mucho más allá de la comunión que puede guardar un hombre con su máquina.
Ayrton soñaba con tener un minuto para sí. Su vida, su corta vida, se había deslizado de un país a otro. De este aeropuerto a otro. De allí, a una pista. Y al hotel, un helicóptero. El nuevo examen de su máquina…
Muy de cuando en cuando unos minutos con su madre, sus hermanos, sus sobrinos, los aviones en escala, sus perros. Y el karting, para volver a vivir la emoción sentida cuando corría las primeras vueltas de sus años cortos. Se había bebido toda la velocidad sin embriagarse nunca. Sin que se pudiera dar con su límite. Es probable que sin saberlo – iluminado entonces – comenzara temprano su diálogo con Dios, confesándose a menudo. Por eso dejaba entrar el Sol a su cuarto. Y contaba: “A veces, alguna nube se desliza por la ventana, entonces parece que Él me acaricia.”
Estará hoy aquí entre nosotros.
Lo del golpe contra el muro en Imola es una pesadilla, Ayrton indestructible, caminará por los autódromos del mundo. Lo revivirá el amor de la gente, porque fue mucho más que un corredor de autos.
Ayrton es un referente eterno. No habrá que sorprenderse si se lo ve a la vuelta de cualquier rincón de algún autódromo. Estará sonriendo, como ausente. No se lo podrá tocar. Se lo sentirá; cada uno lo alberga muy adentro. ¡Y no será un milagro…!!!