LOS HERMANOS EMILIOZZI UNA VIDA LIGADA AL FORD

Ganaron un Gran Premio el de 1953, la “Dos Océanos” y cuatro Campeonatos seguidos de Turismo Carretera, esos fueron los “artesanos” de la velocidad, los hermanos Emiliozzi.

Luego del dominio abrumador ejercido por los hermanos Oscar y Juan Gálvez, que se repartieron todos los campeonatos entre 1947 a 1961, con excepción del título logrado por Rodolfo De Alzaga en 1959, la marca Ford siguió marcando una clara superioridad en la primera mitad de la década del ’60.

Luego de la última conquista de «El Aguilucho», los hermanos Dante y Torcuato Emiliozzi iniciaron su exitosa seguidilla, que ya se comenzaba a insinuar con dos terceros puestos (en 1959 y 1960).

El Ford V-8 «59-AB» con válvulas a la cabeza.

Dante Emiliozzi, al volante de la cupé Ford 1939, llevaba como acompañante a Torcuato. Un piloto excepcional y un mecánico artesanal, ambos de tremenda capacidad, se fueron transformando en protagonistas casi excluyentes en la categoría más popular del automovilismo nacional. Eran tiempos de las clásicas Vueltas y de los exigentes Grandes Premios, en los que se transitaban por caminos de tierra y pavimento.

Los hermanos, Dante y Torcuato Emiliozzi a bordo de la mítica «Galera».

Los porteños, que desde muy chicos se radicaron en Olavarría para representar deportivamente a su ciudad de adopción, se destacaron claramente, trabajando con una dedicación envidiable en su taller de calle Necochea, donde siempre lograban extraerle un plus al rendimiento de una planta impulsora, que en los primeros años presentaría como novedad un V8 con válvulas a la cabeza, para dar lugar más tarde al 59 AB -con el que conquistaron sus cuatro títulos- y en la última etapa al F-100.

Mucho antes de lograr el campeonato de 1962, los hermanos Emiliozzi se recibieron de ganadores, el 24 de mayo de 1953, festejando la primera de una serie de 43 victorias, en la “Vuelta de Chacabuco”. Ese mismo año obtuvieron otros dos triunfos. El 13 de septiembre, en las “500 Millas Mercedinas” y el 6 de diciembre, en el “Gran Premio Argentino”.

La famosa «Galera» recibiendo el famoso «aro de información».

Volvieron a ganar en el inicio del certamen siguiente, el 14 de febrero de 1954, al cabo de las dos etapas que se disputaron en las “1.000 Millas Argentinas”, pero luego de un extenso paréntesis, recién pudieron triunfar poco más de cinco años después, el 19 de abril de 1959, en la Vuelta de Santa Fe. En esa temporada, sumaron otras dos victorias, el 16 de agosto en la “Vuelta de Hughes” y el 12 de octubre en la “Vuelta de Pehuajó”.

Con la llegada de la década del ’60, su protagonismo alcanzaría una notable proyección. El 21 de febrero de 1960 se dieron el gusto de regalarles una victoria a sus simpatizantes en la “Vuelta de Olavarría”, donde fueron aclamados por una multitud, aunque no volverían a ganar hasta el 26 de febrero de 1961, otra vez en sus pagos cementeros, en un año que los vería imponerse seguidamente en dos oportunidades, el 18 de junio en la “Vuelta de La Pampa” y el 8 de octubre en la “Vuelta de Nueve de Julio”.

Los hemanos Dante y Torcuato Emiliozzi en su ya legendaria «Galera» con los colores blanco y negro.

Dante y Torcuato Emiliozzi, se plantearon el desafío de luchar por el campeonato en 1962, luego de inscribir su nombre por tercera vez consecutiva, el 11 de marzo, en la “Vuelta de Olavarría”. A esa conquista se agregarían otras cuatro: el 22 de julio en la “Vuelta de Chacabuco” y tres seguidas, el 21 de octubre en la “Vuelta de Rojas”, el 4 de noviembre en las “500 Millas Mercedinas” y el 18 del mismo mes en la “Vuelta de Tandil”, haciendo realidad su ilusión de quedarse con su primera corona.

Para empezar con el pie derecho sus intenciones de revalidar el título, nada mejor que lograr otras tres victorias consecutivas en el arranque de 1963: el 3 de marzo en la “Vuelta de Olavarría” (la carrera en la que perdió la vida Juan Gálvez), el 17 de ese mes en la “Vuelta de Pergamino” y el 31 de marzo en la “Vuelta de Necochea”, a un promedio de 203,526 Km/h, marcando hasta ese momento un récord absoluto de velocidad en el historial del Turismo Carretera.

Los hermanos de Olavarría, Dante y Torcuato Emiliozzi con la mítica «Galera».

En el año 1965, se produjo una importante transformación en la categoría, a partir del desembarco del Chevitú, que conducido por Jorge Cupeiro le planteó lucha a la cupecita de los Emiliozzi, quienes a pesar del avance tecnológico que presentaba el auto importado por José Froilán González, consiguió su cuarto título, luego de imponerse el 21 de febrero en la “Vuelta de Firmat”, el 27 de marzo en el “Gran Premio Internacional Dos Océanos”, el 25 de abril en la “Vuelta de Necochea” (mejorando su récord, llevándolo a 204,950 Km/h) y el 31 de octubre en la “Vuelta de San Antonio de Areco”.

Fue el último de los cuatro títulos de Dante y Torcuato Emiliozzi, que ganarían dos de las tres primeras carreras de 1966, el año que consagraría a Juan Manuel “Maneco” Bordeu, con Chevrolet, interrumpiendo la superioridad de Ford. Esa temporada, los hermanos de Olavarría triunfaron el 20 de febrero en la “Vuelta de Firmat” y repitieron el 6 de marzo en la “Vuelta de Colón”.

Los hermanos Emiliozzi en el «Cristo Redentor» (Mendoza) en la realización de «Las Dos Océanos».

En el ’67, con la aparición de los Torino, el equipo dirigido por Oreste Berta e integrado por Eduardo Copello, Héctor Gradassi y Jorge Ternengo (bautizado cómo el Equipo de la CGT) arrasó con las tradicionales “cupecitas”, quedándose con el campeonato, el subcampeonato y el cuarto lugar, respetando el orden de la popular CGT, en un año sin victorias para los Emiliozzi, al igual que en 1968 y 1969, cuando Dante se retiró, obtenido el subcampeonato de Turismo Carretera, de ese año.

Fue el 9 de noviembre, cuando el Halcón que conducía Dante se incendió, en un accidente dramático, del que milagrosamente lograron sobrevivir el piloto y su entonces acompañante, Octavio Sabatini, en la “Vuelta de Chivilcoy”.

Dante Emiliozzi, con la nueva cupé «Baufer F-100».

Dante falleció el 24 de enero de 1989 y Torcuato el 14 de febrero de 1999, ambos en Olavarría, el pago chico que les rinde homenaje con la imposición de sus nombres al autódromo y a una avenida de esa ciudad bonaerense, que se conoció históricamente como la «Capital Nacional del Turismo Carretera».

Dante Emiliozzi con el Halcón F-100 de Heriberto Pronello, en esa carrera llevaban su propia mecánica.

Fuente Documental:Historia de una Pasión I y II: de Don Alfredo Parga
Historia del TC.
Historia Deportiva del Automovilismo Argentino (4 tomos): de Don Alfredo Parga
Museo Municipal Hermanos Emiliozzi

Publicado por prensaohf

Periodista y Corresponsal Naval.

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