Además de gozar del privilegio de contar entre sus nativos a Juan Manuel Fangio, la ciudad de Balcarce se enorgullece de poseer la única fábrica de autos de carrera de Sudamérica, creada por Tulio Crespi.
Por: Oscar Filippi
Para: Prensa OHF
Ayer, muy temprano por la mañana, disfrutamos de un hermoso día visitando la ciudad de Balcarce, junto a dos grandes amigos, Pablo Arauz y Jorge Zanier.
El objetivo era, visitar la Fábrica de Autos de Competición de Tulio Crespi y la joya de la ciudad, de verdadero nivel Internacional, El Mueso Juan Manuel Fangio.
En la Fábrica de Tulio Crespi, siempre nos recibe y nos despide con un fuerte y optimista: “VIVA LA VIDA”, y el VLV es el último proyecto salido de su propia iniciativa. Los autos de Tulio Crespi corrieron más de 250.000 carreras y su primer modelo de calle llegó a exhibirse en el Salón de París. A los 84 años está terminando el vehículo que soñó junto al quíntuple campeón de Fórmula 1. Así es, el VLV 84.
Como en cada visita, nos sorprendimos por el nivel de trabajo, tanto nacional como internacional, y como cada vez que vamos, nos enteramos de cosas que, hoy no podemos contar.
“El cohete para viajar a la luna no lo voy a hacer, pero el súperauto que le prometí a Fangio sí, así que estamos trabajando en darle la forma final al VLV 84″.
Rodeado de cientos de anécdotas automovilísticas, Tulio Crespi nos abre la puerta de “Crespi Competición”, la única fábrica de Sudamérica en la que se diseñan autos de carrera para diversas categorías.

Desde el momento en que ingresamos a la planta ubicada sobre la ruta nº 226, Tulio nos mostró su filosofía de vida con la frase “nada es imposible” y reflexionó acerca de sus orígenes creativos. Nos contó que la invención comenzó cuando apenas era un niño y armó su primer carrito de rulemanes, el cual “se lo copiaban todos”.
La invención de Tulio aplicada al automovilismo trascendió los umbrales de la infancia y fue así que entre los años 1962 y 1963, Tulio Crespi construyó su primer auto de carrera, al que bautizó “Tulia I”. Se trataba del primer chasis de monocasco integral fabricado en el mundo.
Luego vinieron las Tulietas, creadas en 1972, que asombran aún hoy por su diseño innovador, sobre todo cuando se las compara con los modelos que se producían en esa misma época en el resto del mundo. No en vano los autos de Tulio Crespi se ganaron su espacio en las revistas especializadas, al lado de Ferrari, Porsche y los De Tomaso, Renault, BMW y tantas otras marcas, posteriormente alcanzaron su reconocimiento en el Salón del Automóvil de París de 1975.

Una misma pasión:
“Juan Manuel Fangio era un admirador mío”, dijo Crespi con cierta humildad cuando lo interrogamos sobre su relación con el más famoso de los balcarceños. Nos contó una anécdota en la que Juan Manuel Fangio, en el Salón del Automóvil de París, llegó al stand de Crespi caminando por una extensa alfombra roja rodeada de miles de personas ansiosas por ver al máximo ídolo del automovilismo internacional.
No obstante, la relación con Fangio había comenzado mucho antes de ese evento: fue en Buenos Aires cuando Juan Manuel se acercó al taller de Tulio en el barrio de Palermo para conocerlo y luego, según confiesa Crespi, “hasta le enviaba clientes”. Por sugerencia del afamado piloto, Tulio trasladaría luego su empresa a Balcarce en los comienzos de la década del ´80.
En la actualidad, “Crespi Competición” exporta sus prototipos a Ecuador, Colombia, México y Chile y es vasta su trayectoria local dentro del automovilismo de competición. Los monocascos creados por Crespi dieron origen a la Fórmula Renault, la categoría más importante de Latinoamérica en autos de fórmula. Realmente una verdadera “Escuela de Campeones”.
También la empresa está presente en las categorías Turismo Carretera, TC 2000 y Turismo Nacional. En cuanto a los pilotos, la escudería Crespi creó autos que pilotearon Juan Manuel Fangio II, Oscar Aventín, Guillermo Ortelli, Omar Martínez, Fabián Acuña, Juan María Traverso, Daniel Cingolani, Miguel Etchegaray, Juan Manuel Silva,Tito Bessone Y los marplatenses, Juan Manuel Landa, Roberto Juan Caperello, entre otros destacados corredores.
Si bien no es un museo, la fábrica está abierta a quien desee recorrerla. Allí puede visitarse el taller, en el que abundan carrocerías que dan origen a los autos de competición, fotos y trofeos de los corredores más famosos que formaron parte de la “Escudería Crespi”. En el salón de la planta baja está exhibida una de las “Tulieta”, junto a otros autos. No obstante, Tulio Crespi aclara: “mi mayor trofeo fue estar presente en el Salón del Automóvil de París y mi sueño es volver a fabricar la Tulieta moderna”.

Tulia, el Torino interpretado por Crespi:
Para Crespi, la idea de construir automóviles de calle de aspecto deportivo surgió accidentalmente. En efecto, el 3 de junio de 1967, Nasif Estéfano sufrió un accidente con su Torino en el autódromo de Buenos Aires destruyéndolo por completo.
Los restos del auto fueron trasladados al taller de Tulio ubicado en santos Dumont 4811, en el “barrio de Chacarita”, y allí recibió las instrucciones del piloto para reconstruirlo con un nuevo diseño que se ajustara al reglamento vigente en Turismo Carretera.
El exitoso constructor y diseñador corrió el motor, la caja y todo el torpedo 30 centímetros hacia atrás para mejorar la distribución de peso, rebajó la altura dejándolo con un despeje de 12 centímetros y recortó el voladizo trasero.
El diseño de la carrocería también fue modificado. La caída del techo se extendió hasta la cola formándose una línea continua tipo “fastback” con luneta incluida.
El auto terminado recibió el nombre de “Petiso”. Su exitosa presentación deportiva, sumada al impacto positivo que marcó su original diseño, alentó a su diseñador para realizar una versión de calle de serie limitada.
Inspirado en una “Maserati Ghibli” que había visto en un viaje por Europa junto a Froilán González y algunos pilotos de TC, Crespi construyó su primer auto de calle que bautizó con el femenino de su nombre, “Tulia”.
El prototipo fue terminado a mediados de 1969 y presentado en la Exposición Rural de ese año.
Del Torino original apenas había quedado la plataforma, parte de las puertas y el parabrisas. Inclusive, el tanque de nafta había sido remplazado por uno de 80 litros que le otorgaba mayor autonomía.
El Tulia estaba construido sobre mecánica Torino standard. Se ofrecía una versión opcional equipada con “múltiple Macagno” y carburador Weber horizontal. En este caso, las prestaciones se elevaban a 230 km/h. De serie incorporaba llantas de aleación liviana y neumáticos radiales de las marcas Goodyear o Firestone.
Entre sus adelantos se encontraba un exclusivo sistema de faros retráctiles, de desarrollo propio, que dotaban al auto de una gran personalidad y sofisticación.
El precio del Tulia casi duplicaba al del Torino de serie. Artistas, profesionales, empresarios y deportistas exitosos de la época integraban la exclusiva lista de clientes.
En sus primeros tres años de vida se vendieron 10 unidades. El ritmo de producción era de un auto cada dos meses. La cifra total de producción se estima en alrededor de 30 unidades.

Tulieta GT:
En 1972, Tulio Crespi hizo la presentación de la línea “Tulieta GT” desarrollada sobre mecánica Renault 4S de serie. La decisión de utilizar este modelo se debió a que era uno de los pocos autos de producción nacional que contaba con chasis y eso facilitaba el montaje de las carrocerías.
El original diseño de su carrocería era de tipo cupé y estaba construida en resina poliéster reforzada con fibra de vidrio, utilizándose un molde de una sola pieza. Se ofrecía en versiones con techo rígido o descapotable.
Las prestaciones estaban en función de su equipamiento. Si bien la versión base llevaba el motor de 1020 cc derivado del Renault 4, existía la posibilidad de equiparlo con el propulsor de 1300 cc del Renault 12. En este caso, su velocidad máxima podía alcanzar los 180 km/h, mientras que en la versión base se podía circular a más de 150 km/h.
Crespi logró que los Tulieta pudieran patentarse como autos de serie y no como armados fuera de fábrica. Si bien no hay estadísticas oficiales, el propio Tulio estima que su producción alcanzó medio centenar de unidades.

Crespi en el Salón del Automóvil de París:
A mediados de los años 70, la obra de Crespi comenzó a ser conocida en el exterior gracias a que prestigiosas revistas de autos de Alemania, Francia y Japón la incluían en sus catálogos internacionales. A partir de estas publicaciones recibía periódicamente invitaciones para participar del Salón del Automóvil de París, invitación que eludía por falta de recursos económicos.
Sin embargo, una inmejorable oportunidad se presentó en la edición de 1975. Lotus había desistido de participar y Crespi fue invitado a ocupar su lugar. Tulio consiguió transportar en un Hércules de la Fuerza Aérea un “Tulia” y un “Tulieta”, para ser exhibidos la edición 62º de la muestra parisina.
Los dos autos y todo el material para armar el stand fueron cargados en el avión. Por primera vez en la historia de este salón, un constructor argentino exhibía vehículos diseñados y fabricados en el país.
Los autos argentinos llamaron la atención no sólo del público sino también de la de otros constructores. Durante la muestra, Crespi recibió las visitas de los pilotos, Juan Manuel Fangio y Juan Manuel Bordeu.

La planta de Balcarce:
A mediados de los 70 se hizo evidente que el taller de Chacarita había quedado chico para satisfacer la demanda de los autos de fórmula y los fuera de serie. Al mismo tiempo, surgió la posibilidad de fabricar un modelo especial para Renault, derivado de la Tulieta, que se comercializaría bajo el nombre de “Renault Alpine II”, que finalmente no se concretaría.
A través de gestiones de Juan Manuel Fangio, Crespi pudo adquirir en condiciones favorables un terreno sobre la ruta 226, a solo 4 kilómetros del centro de la ciudad de Balcarce, para construir una planta industrial ajustada a la demanda y a los proyectos en marcha.
El establecimiento fue inaugurado a principios de los años 80. Hoy fabrica vehículos de fórmula para categorías nacionales e internacionales. Cuenta, además, con un salón donde se exhiben algunas muestras de su prolífica y exitosa trayectoria como constructor de vehículos de competición y fuera de serie.

Campomóvil, la obsesión por crear:
El Campomóvil es el producto más reciente de la extensa carrera de Tulio Crespi. Surgió como necesidad de dar respuesta al hombre de campo que se moviliza a escasa velocidad para tareas de observación y debe detener la marcha con frecuencia, además de subir y bajar varias veces del vehículo durante la jornada.
Para eso, Crespi concibió un utilitario con carrocería sin puertas fabricada con resina reforzado con fibra de vidrio. El vehículo tiene una capacidad de carga de arrastre de 1200 kilos y está impulsado por un motor naftero Briggs & Stratton de origen norteamericano.
Una de los aspectos más originales del producto es la transmisión hidráulica de desarrollo propio. El sistema permite alternar transmisión integral o solo en dos ruedas con mucha flexibilidad. El diseño de este sistema recibió un premio CITA (Innovación en Tecnología Agropecuaria) en la Exposición Rural.
El Campomóvil es un vehículo de concepción flexible, lo que permite la adopción de diversas configuraciones, acorde a la función a desarrollar.
Además de las tareas rurales, el vehículo se ha aplicado con muy buenos resultados en balnearios de la costa atlántica y también lo utiliza la delegación Rosario de Fabricaciones Militares.
En 2012, Crespi cumplió más de medio siglo de actividad (60 años) constructiva ininterrumpida haciendo lo que más le gusta: “creando autos”.

Un Superauto, el Crespi VLV ’84:
Pasaron exactamente 60 años. En marzo de 1963, en el Autódromo Municipal de la ciudad de Buenos Aires, se produjo el debut de un auto marca Crespi en el automovilismo argentino. Aquel día, Tulio Crespi, además de ser el constructor del monoplaza, fue el piloto, y el resultado no pudo ser mejor porque en la última vuelta superó al puntero y ganó su primera carrera. La categoría era “Mini Juniors”, que con el paso de los años se convirtió en “Fórmula 4” y luego en “Fórmula Renault”. De allí nacieron casi todos los grandes campeones del último medio siglo, y casi todos lo hicieron manejando autos Crespi.
Este hombre tiene hoy 84 años y es considerado uno de los que guiaron a los preparadores más famosos y renombrados del automovilismo local. Genios como Oreste Berta o Enrique Scalabroni aprendieron cosas de él en sus comienzos. Juan Manuel Fangio apareció en su taller porque quería saber de quién se trataba. Allí se forjó una amistad que tocó su punto más alto el día que el quíntuple campeón mundial de Fórmula 1, apareció en el Salón de París de 1975 para visitar el stand de Crespi, que presentaba al mundo sus dos primeros autos de calle frente a las marcas más famosas del mundo. Ese día se exponían una Tulia GT y una Tulieta. El primer auto estaba basado en un Torino, el segundo en la plataforma de un Renault 4.

Al regresar de París, Renault Argentina le propuso construir el “Alpine 2” para ellos. El proyecto era de tal envergadura que Fangio le sugirió construir la fábrica en Balcarce en lugar de quedarse en Buenos Aires. Así ocurrió y una tarde de 1976, mirando el terreno adquirido para el proyecto, situado en medio de las sierras que hacen de la zona un lugar privilegiado a nivel geográfico, Tulio le dijo a Fangio que allí era capaz de construir “o un cohete que vaya a la luna o un súperauto”.
Varias veces llenó el autódromo con más de 100 autos Crespi, y hasta llegó a ganar en Fórmula 1 Argentina, Fórmula 2 y Fórmula 4 el mismo día. Tiene más de 2.000 victorias. Pero tenía un pendiente: aquella promesa que le hizo a Fangio.
La propuesta fue la de hacer un auto especial, de concepción claramente Crespi, con su método, su impronta, la misma que tuvieron sus autos de carrera de toda la vida. El auto es un roadster y está construido como si fuesen dos autos de Fórmula unidos lateralmente. Su nombre está inspirado en la filosofía de vida del propio creador: Crespi VLV 84, cuya sigla es el acrónimo de “Viva la vida”, frase que Tulio acuña permanentemente, y el número que representa la edad a la que el auto tomó forma en el primer prototipo, y que además será el número de autos que se fabricarán. Será una edición limitada.

Así que estamos trabajando en darle la forma final al VLV 84. Es un auto deportivo, para usar en la calle o en autódromo. “Es como una Tulieta grande”.
Va a seguir creando y trabajando, siempre nos dice que, “En el libro de automovilismo de competición, siempre tiene la última página en blanco”.
Mirá los autos de este prolifero constructor Argentino que se ganó el título de ser el que más autos construyó en la historia! Por eso, estuvimos presentes en este homenaje especial que le hicieron en el museo de Bellas Artes de Lujan.