¡ No practiquemos !

Por: Richard Bach (del libro «El Don de Volar»)
Publicado por: Prensa OHF

El entrenamiento la aburría. “¡Por Dios, si es tan divertido el solo hecho de estar en el aire! ¡Mira ese cielo! ¡Y este día! Los campos son un cálido terciopelo y el océano… ¡ése es mi océano! ¡Quedémonos unos momentos más y no practiquemos vuelos lentos y… ¡mira ese océano!”

¿Qué se puede decir a una alumna así? Iba en su propio aeroplano, su nuevo ERCO Ercoupe, y el cielo estaba despejado y el aire se había lavado toda la noche en la lluvia.

¿Qué se puede hacer? Lo que yo quería era decirle: “Mira, vas a disfrutar mucho más de tu día de vuelo cuando aprendas a controlar tu avión con pericia. Estúdialo ahora, apréndelo bien y no tendrás que pensar en él; después… te sentirás como una nube, relajada y cómoda en el cielo”.

Muchas veces había intentado convencerla en la tranquilidad de la tierra y esta vez, por encima del ruido del motor, no tuve más éxito. Se sentía tan impaciente por lanzarse hacia delante, por sumergirse en la enorme majestuosidad del vuelo que para ella hacer las cosas paso a paso, pensar en ejercicios de reducción de velocidad y en aterrizajes forzosos era igual que ponerle grillos y cadenas. De modo que seguimos volando durante un rato y miré los campos y el mar y el límpido cielo y pensé con preocupación en lo que podría ocurrirle en ese hermoso día si se le paraba el motor.

—Bien —dije finalmente—, antes de aterrizar, ensayemos una cosa. Supongamos que te empiezas a elevar después de despegar y de pronto se te para el motor. Veamos cuánta altura necesitas para girar y dirigirte hacia la pista, y cómo te preparas para un aterrizaje a favor del viento. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —contestó, pero no estaba realmente interesada.

Le hice una demostración de un viraje con motor parado y necesité 45 metros para conseguirlo.

—Te toca a ti —dije.

Falló en el primero y perdió 120 metros. Para el siguiente necesitó 90. El tercero resultó bien y consiguió igualar mis 45. Pero no había puesto el corazón en lo que estaba haciendo y a los pocos minutos habíamos aterrizado y ella seguía hablando de lo hermoso que estaba el día.

—Si quieres disfrutar de un vuelo —le dije—, tienes que saber hacerlo muy bien.

—Pierde cuidado. Tú sabes lo cuidadosa que soy para comprobar que todo esté en orden antes de volar. Vacío el agua de todos los depósitos… el motor no me va a fallar en el despegue.

—¡Pero puede suceder! ¡Me ha ocurrido a mí!

—Es que tú vuelas en esos aviones antiguos en que el motor se para siempre. Yo tengo uno nuevo… —Me miró de frente—. Bueno, de acuerdo. La próxima vez practicaremos un poco más. ¿Pero no crees que éste es el día más bonito del año?

Tres semanas más tarde, nos disponíamos a aterrizar, en dirección hacia los árboles.

Avión ERCO Ercoupe. Fue fabricado inicialmente por la Engineering and Research Corporation (ERCO).

Ella iba sola en el Aircoupe y yo en el Swift. Era otro día perfecto, y yo llevaba la máquina fotográfica porque le había prometido que haría fotografías de su avión volando sobre los campos.

Ella despegó primero, y cuando su Ercoupe se elevó por el aire, el Swift y yo nos preparamos para seguirla, a plena potencia. Estaba a punto de levantar vuelo y empezaba a echar hacia atrás la palanca del tren de aterrizaje cuando advertí que el Aircoupe viraba hacia la derecha en vez de hacia la izquierda, a 60 metros de altura.

“¿Qué está haciendo?”, pensé.

El Ercoupe ya no subía; estaba descendiendo, ladeándose sobre los árboles, con la hélice convertida en un lento molino. Sin aviso previo, después de una salida perfecta, le había fallado el motor.

Yo observaba y me sentía aturdido e impotente. ¡Es sólo una alumna! ¡No es justo!

¡Debería haberme ocurrido a mí!

Ni delante de ella ni a los lados había un lugar donde pudiera aterrizar: era todo un bosque de robles. A menor altura sólo habría podido internarse entre los árboles, pero estaba volviendo hacia atrás, intentando llegar al aeropuerto.

No tenía la más mínima posibilidad de dar toda la vuelta y aterrizar en la pista principal, pero quizá la pista transversal resultara suficientemente ancha…

Yo me encontraba a 30 metros de altura cuando el Ercoupe planeó en dirección opuesta, con las alas ligeramente ladeadas, las ruedas pasando a algo más de un metro de las copas de los árboles. Ella tenía la vista fija adelante, concentrada en su aterrizaje.

El Swift dio una cerrada vuelta y me apresuré a aterrizar en la pista transversal. Vi cómo el Ercoupe tocaba tierra a un lado del pavimento, cruzaba los treinta metros de la pista y llegaba a la tierra del otro lado. La pequeña y frágil rueda de morro tardó tres segundos en aplastarse, lanzó el avión hacia adelante en medio de una nube de polvo amarillo y dejó la cola levantada y vibrando en el aire. ¿Por qué no me había ocurrido a mí?

Cuando me aproximé, con los frenos echando humo, la cubierta de la cabina del Ercoupe se corrió hacia atrás y ella se quedó de pie allí con el entrecejo fruncido.

Olvidé pensar en un comentario apropiado y pregunté:

—¿Estás bien?

—Sí, estoy bien —respondió con voz tranquila—, pero mira mi pobre avión. Las RPM disminuyeron y de pronto se habían terminado. ¿Crees que se ha estropeado mucho?

La hélice, el morro, la pantalla cortafuego se habían doblado.

—Podemos reconstruirlo. —La ayudé a bajar de la cabina—. A propósito —añadí—, este aterrizaje no ha estado nada mal. Lo hiciste con lentitud y muy bien en la última parte, sobre los árboles, usaste cada centímetro que tenías. Si no hubiera sido por ese mondadientes que tienes en el morro…

—¿Ha estado bien realmente? —Como única consecuencia del accidente, quería darme una explicación. Generalmente a ella no le importaba lo que yo sabía o pensaba—. Quise dar la vuelta y aterrizar a lo largo de la pista, pero simplemente no me encontraba a la altura necesaria. Cuando bajé más, pensé que lo mejor era enderezar las alas y aterrizar.

Globe-TEMCO GC-1B Super Swift.

Mientras más miraba el espacio en que había tocado tierra, más incómodo me sentía.

Después de uno o dos minutos, empecé a preguntarme si yo podría haberlo hecho tan bien, y mientras más me preguntaba más lo dudaba. Con toda mi experiencia con motores parados, aterrizajes fuera de aeropuertos y trucos para pistas cortas, dudaba que, hubiese podido hacer aterrizar el Aircoupe mejor que esa alumna que malgastaba el tiempo destinado al entrenamiento volando en línea recta y nivelada y mirando los campos y el mar.

—Sabes —le dije más tarde, sintiendo en mi tono de voz un poco más de respeto del que quería demostrar—, ese aterrizaje… no ha estado del todo mal.

—Gracias —respondió.

El motor se había parado a causa de una obstrucción en la tubería del combustible, y cuando reconstruimos el avión cambiamos la tubería para que no volviera a ocurrir.

Pero no podía dejar de pensar en la manera como había realizado ese aterrizaje. ¿Le habían servido de algo los tres fallos que simulamos ese día? Era difícil creerlo porque sólo los había hecho como un favor. Empecé a pensar que siempre debió haber tenido la pericia y la sangre fría que necesitaba y que sólo estaba esperando el momento.

Pensé en eso y en cómo yo no tenía nada que ver con su destreza para volar.

Finalmente, llegué a la conclusión de que quizá todo lo que necesitamos saber sobre algo se encuentra ya dentro de nosotros, esperando que hagamos uso de ello.

Se lo había dicho y ahora me creía: incluso los motores nuevos pueden fallar en el despegue.

Pero de todos modos no puedo dejar de pensar en que hay veces en que un instructor de vuelo no es nada más que una compañía agradable cuando una chica quiere seguir volando en un día de sol.

(*) Richard Bach:

Es un escritor estadounidense. Es ampliamente conocido por sus populares novelas de la década de 1970: Juan Salvador Gaviota e Ilusiones, entre otras. Los libros de Bach exponen su filosofía de que los aparentes límites físicos y mortalidad son solo apariencias. Bach es reconocido por su amor a volar y sus libros relacionados con la aviación. Ha volado como un hobby desde los 17 años.

Casi todos sus libros tienen relación con el vuelo y los aviones. Su éxito más famoso fue Juan Salvador Gaviota. La espiritualidad es uno de los temas principales de este libro, que fue incluido en una publicación titulada 50 clásicos espirituales, y de libros como Manual del Mesías: Recordatorios para el Alma Avanzada e Ilusiones cuyo título original es Illusions: The Adventures of a Reluctant Messiah, entre otros. Después, trabajó como mecánico de fabricación de aviones y como mecánico de estaciones generadoras de energía eléctrica.

«No pierdas tu pasión por el cielo y te prometo: lo que amas hallará el modo de alzarte de la tierra, muy alto, hasta darte respuestas para todas las preguntas que puedas formular». (El puente hacia el infinito).

«Un diminuto cambio hoy nos lleva a un mañana dramáticamente distinto. Hay grandiosas recompensas para quienes escogen las rutas altas y difíciles, aunque esas recompensas permanezcan ocultas por años». (Uno).

SUS OBRAS:

Ajeno a la Tierra (1963) (Stranger to the Ground). Biplano (1966) (Biplane). Nada es azar (1969) (Nothing by Chance). Juan Salvador Gaviota (1970) (Jonathan Livingston Seagull). El don de volar (1974) (A Gift of Wings). Ilusiones (1977) (Illusions: The Adventures of a Reluctant Messiah). Ningún lugar está lejos (1979) There’s No Such Place as Far Away. El puente hacia el infinito (1984) (The Bridge Across Forever): (A Love Story). Uno (1988) (One). Al otro lado del tiempo (1993). Alas para vivir (1995) (Running from Safety). Fuera de mi Mente (2000) (Out of my Mind). Crónicas de los hurones I. En el mar (2002). Crónicas de los hurones II. En el aire (2002). Crónicas de los hurones III. Con las musas (2003). Crónicas de los hurones IV. En el rancho (2003). Manual del Mesías: Recordatorios para el Alma Avanzada (2004) (Messiah’s Handbook: Reminders for the Advanced Soul). Vidas Curiosas: Las Aventuras de las Crónicas del Hurón (2005) (Curious Lives: Adventures from the Ferret Chronicles). Vuela Conmigo (2009) (Hypnotizing Maria). Gracias a tus malos padres (2012) (Thank Your Wicked Parents: Blessings from a Difficult Childhood). Viajes con Puff (2013) (Travels with Puff): (A Gentle Game of Life and Death).

Publicado por prensaohf

Periodista y Corresponsal Naval.

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