CUMBRES SUBLIMES DE NUESTRO HEROISMO NAVAL

1826 – Victoria Naval en Los Pozos – 2024

Se están cumpliendo 198 años de una de la Batalla Naval más heroicas de nuestra historia. “Los Pozos”.  Como siempre, peleada en desventaja, con coraje criollo y valor irlandés, con más determinación en el corazón, que munición en los cañones.

Por: (*) Oscar Filippi – Para: Prensa OHF

“En estas aguas el viento sopla del Sur y son los vientos de un pueblo libre … ¡Que lo sepan aquellos que nos quieren oprimir desde el Norte…!” (Coronel de Marina, Tomás ESPORA – 1826)

Pese a los antecedentes remotos de este conflicto heredado como dignos hijos de las Coronas de España y Portugal, por aquellos años y podemos agregar, hasta nuestros días, la imprevisión política en materia de estrategia, planeamiento y defensa nacional, ha marcado una constante en nuestra historia.

La guerra que el Imperio del Brasil declaró a las Provincias Unidas del Río de la Plata el 10 de Diciembre de 1825 y mantuvo durante el trienio 1826-1828, encontró a nuestro país en un total estado de indefensión. Situación que no hubiera ocurrido, si tan sólo los dirigentes políticos de aquella época hubieran leído los libros de historia. (Tal cuál y como ahora)

Desde el Siglo XVII en que los portugueses fundaron la Colonia del Sacramento, en clara demostración expansionista, enfrentaron a la Corona Española en distintas acciones bélicas de las que ésta salió victoriosa y los lusitanos convirtieron en resonantes triunfos diplomáticos al considerarlos en la letra de los tratados. El conflicto continuó ventilándose en permanentes fricciones durante toda la guerra de independencia y fue que ya constituido el Imperio del Brasil (1822) este ocupó ilegalmente dicha colonia, queriendo así establecer su predominio sobre la Banda Oriental del Uruguay.

De la simple comparación de los recursos estratégicos, poderío económico, organización político comercial y composición de sus fuerzas militares y navales, el Brasil era muy superior por ser un país consolidado y en marcha.

Contaba con una poderosa flota regular de cerca de ochenta unidades, desde las de más alto bordo a las de tipo menor. Con ella irrumpió en el Río de la Plata, bloqueando a la ciudad de Buenos Aires.

Nuestro país contaba con sólo dos viejos Bergantines (el Belgrano y el Balcarce) un lanchón (la Correntina) que transportaba piedras desde la isla Martín García y doce cañoneras.

El entonces Gobernador de Buenos Aires, General Juan Gregorio de Las Heras, ante la magnitud de la agresión, recurrió al ya glorioso marino, Almirante Guillermo Brown y el 12 de Enero de 1826, lo designó Jefe de la escuadra criolla.

El marino irlandés, que ya se acercaba a los 49 años de vida, volvió a izar su insignia en el bergantín “Balcarce”. Otras grandes figuras de nuestra epopeya libertaria fueron llamadas al servicio, Juan Bautista Azopardo, segundo jefe de la Escuadra y comandante del bergantín “Belgrano”, Tomás Espora, Leonardo Rosales, Bartolomé Ceretti, Nicolás Jorge, Antonio Richitelli, Juan Francisco Seguí, Felipe Scaillet, Victorio Francisco Dandreys y Carlos Robinson.

Tomás Espora nació en Buenos Aires el 19 de septiembre de 1800. Con apenas 15 años se inició en la vida marinera realizando un viaje de corso a las órdenes del Capitán Hipólito Bouchard.

Mientras se gestionaba la compra de tres navíos en Chile, el gobierno urgido por el Almirante Brown, adquiere la fragata “Comercio de Lima” a la que se rebautizará con el nombre de “25 de Mayo”, el bergantín “Armonía” que pasaría a llamarse “Independencia”, dos bergantines, bautizados “República Argentina” y “Congreso Nacional” y tres goletas que fueron bautizadas: “Sarandí”, “Pepa” y “Río de la Plata”.

Estos refuerzos de gran significación llegaron cuando Bernardino Rivadavia asumía por Ley, la primera magistratura del país el 8 de Febrero de 1826.

Batalla Naval de “LOS POZOS”:

Los Pozos era un fondeadero que se veía desde la ciudad, ubicado a escasas tres millas de lo que hoy es Dársena Norte. Brown había elegido ese punto porque lo consideró una posición favorable por sus bancos de arena, lo que lo convertía en un lugar de peligrosa navegabilidad.

Espora regresó a Buenos Aires en 1825 y al poco tiempo se produjo la declaración de guerra con el Imperio del Brasil. De inmediato, Espora pasó a formar parte de la escuadra al mando del Almirante Guillermo Brown.

Durante el transcurso de ese conflicto, hubo dos acciones en las cuales Espora demostró un valor y audacia rayanos en el heroísmo: el asalto de las cañoneras a la Colonia del Sacramento que Brown llevó a cabo el 1° de marzo de 1826, con el objeto de apoderarse de la plaza; y el Combate de Quilmes.

En el Combate de Quilmes, ocurrido el 30 de julio de 1826, Espora intervino en calidad de Comandante de la fragata «25 de Mayo», buque insignia del Almirante Brown. Esta nave prácticamente sostuvo la mayor parte del encuentro soportando el fuego de una veintena de naves brasileñas durante tres horas.

Espora fue herido gravemente y una bala le arrancó de la mano su bocina de órdenes. Pidió otra y continuó imperturbable dirigiendo la acción, solicitando además a los oficiales que en caso de que la nave fuera rendida al abordaje, echaran su cuerpo al mar para que no fuera trofeo de los enemigos de su Patria. Cuando era ya «despojo ingobernable» –según la expresión del Almirante Brown– la «25 de Mayo», rodeada por las cañoneras, se retiró del combate y entró a puerto, maltrecha y escorada, pero empavesada como en los días de gloria.

Espora ascendió a Coronel de Marina el 10 de octubre de 1828 y en noviembre de 1833 fue designado Comandante General de Marina, encomendándosele la Capitanía del Puerto de Buenos Aires.

¡Fuego rasante, el Pueblo nos contempla…!!! (Orden de Batalla del Almirante Guillermo Brown).

Tomás Espora, marino argentino y Comandante de la fragata «25 de Mayo».

Los cariocas nunca pudieron dominar el Río de la Plata, el bloqueo dispuesto fue violado innumerables veces y nuestro glorioso Almirante, preparando a sus tripulaciones y tratando de desorientar a los brasileños, sostuvo dos combates de suerte dispar y resultados inciertos.

En el amanecer del domingo 11 de junio de 1826 se vieron 23 barcos y ocho balandras cañoneras, que navegaban con viento a favor. Era una poderosa flota brasileña al mando del capitán de navío James Norton, comandante de una división que debía mantener el bloqueo a los puertos e intentar destruir la escuadra patriota. Hacía dos días que había cumplido 37 años.

Pedro I, Emperador del Brasil, ordenó enfáticamente al comandante Norton, nuevo Jefe de la Escuadra Imperial: “… – ¡Exijo una acción definitoria! ¡Liquide a la insignificante escuadrilla del Plata (…)!!!”.

Ese día, los habitantes de Buenos Aires, desde terrazas y campanarios, desde la costa misma del Río, ven acercarse las velas de 31 navíos enemigos dispuestos en tres divisiones, cuentan con 266 cañones y 2.300 hombres.

Nuestro Almirante zarpa en la “25 de Mayo”, buque Insignia al comando del bravo marino porteño Tomás Espora, los siguen la “Congreso”, los bergantines “República” e “Independencia” y siete cañoneras.

 La otra división patriota al mando de otro valiente criollo, Leonardo Rosales, se apresuraba a regresar del puerto de Colonia, donde había dejado refuerzos de infantería.

 Sólo diez viejos y frágiles navíos, la desventaja en número y poder de fuego, ya es una vieja conocida de nuestros heroicos marinos y no conduce a razones dignas como para no dar batalla.

El Almirante Brown dispone a sus 10 barcos en semicírculo, el eligió el lugar para el combate, lo conoce de memoria, los brasileños desconfían… el sitio se llama “Los Pozos” y es una cita de honor con la Gloria… La escuadra Imperial con sus tres imponentes líneas, se les viene encima. El bravo Almirante, parado en el puente de la “25 de Mayo” junto a su fiel comandante y camarada Tomás Espora, ordena: “…- ¡Fuego rasante, el pueblo nos contempla…!!!

 El cañoneo es feroz, la lucha titánica… ambas escuadras quedan envueltas en el humo del disparo de los cañones. Los atónitos testigos, desde la ciudad, sólo pueden ver un enorme nubarrón blanco-grisáceo, furia de tormenta desatada al ras del Río, relámpagos y atronadores ruidos, jirones de velas al viento, maderos, esquirlas y astillas zumbantes, un infierno que   presagia el peor de los resultados.

Cuando el humo que envuelve a la batalla comienza a disiparse, los porteños desde la costa, no dan crédito a sus ojos, lejos de perseguidos nuestros buques se convierten en perseguidores.

Rosales y Jorge que llegaban con su división para dar apoyo, se convierten en el blanco de los imperiales. Nuestro Almirante, ve llegado el momento de atacar a la nave capitana, la “Nictheroy” del Almirante Norton. Para ello trasborda a una cañonera y a remos y a vela, seguido por Espora, Mason, Bathurst y otros oficiales, se lanza decidido al ataque.

La Escuadra Imperial comienza a ceder, cuando el crepúsculo cae sobre Buenos Aires, la victoria se llama Argentina. Una vez más, son los hombres de Brown los que le dan valor a los escasos medios con los que combatieron. La subordinación y el coraje es criollo, el valor es irlandés y con ellos derrotaron al poder y la confianza enemiga.

Leonardo Rosales, marino argentino que destacó el combate naval de «Los Pozos».

Entonces, tras media hora de cañoneo recíproco, ambas escuadras quedaron intactas, pero la batalla dejó de manifiesto el gran conocimiento que Guillermo Brown tenía del escenario bélico. Además, se alzó como héroe militar y popular, con una tropa con la moral bien alta por el triunfo, y con los pobladores de Buenos Aires llenos de gratitud y júbilo por la epopeya.

Fue en el inicio de este histórico combate naval que el Almirante Brown pronunció en clave de arenga a sus marinos una frase que hoy todavía resuena en la institución: “Marinos y soldados de la República: ¿véis esa gran montaña flotante? ¡Son los 31 buques enemigos! Pero no creáis que vuestro general abriga el menor recelo, pues no duda de vuestro valor y espera que imitaréis a la ‘Veinticinco de Mayo’ que será echada a pique antes que rendida. Camaradas: ¡confianza en la victoria, disciplina y tres Viva a la Patria!”

James Norton fue un experimentado oficial británico que combatió en la armada brasileña durante la Guerra del Brasil. La fragata insignia enemiga, Niteroy y otros buques no pudieron avanzar por su gran calado y por la poca agua. Norton, pasado a la corbeta Itaparica, dio la señal de ataque a su flota formada por 31 embarcaciones, 266 bocas de fuego y cerca de 2300 hombres, que los porteños veían pasar en una interminable caravana frente a la ciudad.

Norton sabía que Brown tenía su escuadra fraccionada, ya que el día 6 el teniente Leonardo Rosales había llevado a Colonia tropas en las goletas “Balcarce”, “Sarandí”, “Río» y «Pepa» y en las cañoneras Número 8 y Número 9.

Viendo la debilidad de naves de Brown, Norton dispuso convertirlas en cenizas. Pero el marino irlandés sabía lo que haría.

Llegó al lugar de la acción un grupo de embarcaciones al mando del comandante Rosales que se acercó por el banco de las Palmas. Y los brasileños vieron la oportunidad de atacarlo. Pero Brown, rápido de reflejos, a bordo de la cañonera Número 12, seguida por otras cinco fue al encuentro de las naves brasileñas que ya tenían a Rosales en la mira. Hubo un intenso cañoneo que los brasileños interrumpieron por la escasa profundidad del río y al anochecer, finalmente, se retiraron.

Cuando Brown desembarcó en el puerto para ir a dar cuenta al gobierno en la Fortaleza, el pueblo lo llevó en andas. En el trayecto Carmen Somellera le colocó una guirnalda de flores en la cabeza y dicen que de la emoción la mujer cayó desmayada en los brazos del marino.

“A pesar de haber sido hoy atacado por treinta y un buques enemigos, han sido rechazados sin haber tenido la menor novedad en nuestra escuadra (…) No puedo sino ponderar a Vuestra Señoría el valor y entusiasmo de la oficialidad y tripulaciones de los buques que tengo el honor de mandar”, escribió Brown en el parte.

El 3 de julio, en un acto realizado en la Sala Argentina, un grupo de damas le obsequió una bandera con la fecha del 11 de junio de 1826 bordada en oro. Se la entregó María Sánchez de Mendeville. Todo en la ciudad era entusiasmo. Se abrieron colectas públicas para repartir lo recaudado entre las tripulaciones, así como víveres y enseres para los buques.

La bandera que le habían obsequiado las damas porteñas fue enarbolada en distintos combates navales que libraría. Su último acto de servicio de esta enseña fue cubrir el féretro que contenía los restos del viejo almirante, al que Juan Manuel de Rosas llamaba “el viejo Bruno”, aquel que, con unos pocos barcos, había hecho historia. De la grande.

Fragata «25 de Mayo» en la que enarbolaba su insignia el Almirante Guillermo Brown.

Conciliando aquel pasado definido por él “estruendo de los cañones y el bramido de los huracanes” con el presente, donde los trabajos intelectuales y la naturaleza reemplazaban “los ásperos trabajos de la guerra”, Bartolomé Mitre nos dice que se encontraba delante de algo más que un héroe. Y, sin disimular sus emociones, retrataba en el vencedor de Montevideo un corazón generoso, un alma formada para amar y comprender lo bello y lo bueno.

Dificultades, pasiones y angustias, que encabeza rumbos de libertad. El relato empieza en 1813 y termina en 1828. Ni cuenta sus orígenes ni cuenta la guerra civil. Calla sus orígenes porque es un pasado personal, calla la guerra civil porque es un pasado de horror. De su mente ya se han borrado los espíritus malignos, el miedo al envenenamiento, las voces abominables. Está provisto de la sabiduría heredada y la sabiduría ganada. Su letra es comprensible y uniforme; su ortografía impecable; su pensamiento agudo. Evita la apología y la retórica. Pero dedica palabras de afecto a los valientes, entre ellos Espora, Rosales, Seguí, Drummond.

“Ahora, para concluir mi canción, y ahogado por la tristeza, pido que la Providencia a nuestro héroe proteja: Almirante Guillermo Brown. También al capitán Espora, y a los oficiales de ese día, y a cada gallardo marino de esa noble lucha en el buque 25 de Mayo”. (por Macos Aguinis)

Guillermo Finney, el oscuro naviero de trinquete, desapareció sin dejar otras pistas que su sentido poema testimonial.

informado sobre las luchas interiores, se resiste a desembarcar en la patria ensangrentada.

Tomás Espora acude a presentar sus saludos al inolvidable jefe. Y San Martín, bajo la mirada de Espora, escribe al Gobernador delegado: «Yo no tengo el honor de conocerlo (a Guillermo Brown), pero como hijo del país, me merecerá siempre un eterno reconocimiento por los servicios tan señalados que ha prestado». El héroe de los Andes y el héroe del Plata no se encontrarán nunca, pese a que respiraban el mismo aire del ancho río a sólo metros de distancia. San Martín retornará al melancólico ostracismo, Brown a su refugio en Barracas.

Guillermo Brown no había nacido en tierras argentinas y su compromiso con la patria no podría ser jamás entendido de igual manera; además, Belgrano y San Martín eran hombres de pensamiento y acción. Brown, en cambio, solo podía consagrarse, lo cual por cierto no era poco, por aquellas virtudes rescatadas por sus biógrafos en los teatros de operaciones militares: inteligencia guerrera, espíritu de sacrificio, audacia y valor.

Las palabras de despedida, pronunciadas al fallecimiento del Almirante Gillermo Brown, por Tomás Espora: “Considero la espada de este valiente oficial, una de las primeras de América, y más de una vez admiré su conducta en el peligro. Es lástima que un marino tan ilustre haya pertenecido a un país que todavía no sabe valorar los servicios de sus buenos hijos”.

Por: (*) Oscar Filippi

Corresponsal Naval en Armada Argentina

Ha participado embarcado en los Operativos Internacionales: ATLASUR; FRATERNO; UNITAS; INTRGRACION; SAR 2000, 2002, 2004 y 2006 y MILENIUM II. Ha navegado en todas las unidades de guerra de la Armada Argentina, en unidades de superficie brasileñas, uruguayas, norteamericanas y británicas.

Ha participado de la “Etapa Charlie” a bordo del Aviso (A-6) ARA “Suboficial Castillo” en la Antártida Argentina durante la Patrulla Antártica Naval Combinada con la Armada de Chile en 2010.

Ha volado con la 1ª y 2ª Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros, acredita muchos anavizajes en la cubierta de distintos buques. Ha realizado diez singladuras en la Fragata ARA “Libertad”. Es Submarinista Honorario, realizando cuatro cruceros (Dos en el submarino ARA “San Juan” y dos en el submarino ARA “Santa Cruz”). Ha operado con Fuerzas Especiales (APBT y APCA) de la Armada Argentina.

Con la Fuerza Aérea Argentina ha cubierto distintos operativos nacionales e internacionales.

Es investigador del Conflicto del Atlántico Sur, realizando más de 300 entrevistas a veteranos de guerra, ha publicado más de 100 artículos sobre dicha temática y disertando en más de 20 ciclos académicos sobre Malvinas.

En 2015, 2016 y 2018 fue invitado a distintas ciudades eropeas (Caen – Duxford (GB) – Saint Tropez e Ypres, Bélgica), para realizar “Seminarios de Historia Militar”, sobre la “Operación Overlord”, la “Batalla de Inglaterra”, la “Operación Anvil-Dragoon” y el “Centenario del Fin de la Primera Guerra Mundial”.

Publicado por prensaohf

Periodista y Corresponsal Naval.

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