El sitio de Leningrado: una sangrienta responsabilidad histórica de Alemania

El asedio de Leningrado (actual San Petersburgo) se llevó a cabo por las tropas alemanas desde el 8 de septiembre de 1941 hasta el 27 de enero de 1944. Durante este período, la población de la ciudad se vio privada de acceso a la electricidad, al agua y los alimentos, lo que causó la muerte de 630.000 personas, según las estimaciones más moderadas.

Por: Oscar Filippi – Para: Prensa OHF

Al atacar la URSS el 22 de junio de 1941, los dirigentes nazis concedieron una importancia excepcional a la toma de Leningrado.

El 8 de septiembre de 1941 las tropas alemanas capturaron la ciudad de Shlisselburg y aislaron Leningrado de todo el país por tierra. Así comenzó el bloqueo de la ciudad, que duró casi 900 días, y la comunicación con ella solamente se mantenía por el lago Ladoga y por aire.

La ruta por el lago Ladoga helado era la única carretera de transporte estratégico-militar que conectaba el bloqueado Leningrado con el país en septiembre de 1941 – marzo de 1943. Los leningradenses la llamaban el Camino de la Vida.

Habiendo fracasado en su intento de tomar Leningrado sobre la marcha, el mando alemán decidió borrarla de la faz de la tierra junto con sus habitantes. A partir del 4 de septiembre de 1941 la ciudad fue sometida a intensos bombardeos y desde el 8 de septiembre a bombardeos aéreos. Según estimaciones, durante el bloqueo se dispararon contra Leningrado unos 150.000 proyectiles y se lanzaron más de 107.000 bombas incendiarias y de alto poder explosivo.

Las tropas soviéticas intentaron en repetidas ocasiones romper el anillo de bloqueo, pero solo lo consiguieron en enero de 1943 durante la operación Iskra.

El bloqueo de Leningrado quedó completamente levantado el 27 de enero de 1944 en el transcurso de la operación ofensiva estratégica Leningrado-Nóvgorod, en la que fueron derrotadas las tropas nazis que sitiaban la ciudad.

A consecuencia de ello, el enemigo fue obligado a retroceder en 220-280 kilómetros de la ciudad, y se detuvieron los bombardeos por artillería alemana, que mataron a cerca de 17 mil personas e hirieron a cerca de 34 mil. Los planes del mando alemán de destruir la ciudad y obligar a las tropas soviéticas defensoras a rendirse fracasaron.

El sitio de Leningrado, que duró casi 900 días, se convirtió en el bloqueo más sangriento de la historia de la humanidad: más de 641 mil habitantes murieron de hambre y bombardeos (según otros datos, hasta 1,5 millones de personas). En los juicios de Nuremberg apareció la cifra de 632 mil personas. Solo el 3% de ellas murieron a causa de los bombardeos, el resto falleció de hambre.

Alemania reconoce «su responsabilidad histórica» por el sitio de Leningrado

La postura de las autoridades alemanas sobre los crímenes nazis durante la Segunda Guerra Mundial fue difundida en la página web de la Cancillería de Estado con ocasión del 80 aniversario del levantamiento del sitio de Leningrado.

«Alemania se compromete a mantener la memoria de las atrocidades de los crímenes de guerra alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y reconoce expresamente su responsabilidad histórica por los crímenes cometidos por la Wehrmacht alemana en Leningrado», reza el texto.

De acuerdo con el comunicado, «en señal de reconciliación y recuerdo», el Gobierno federal apoya la modernización de un hospital de San Petersburgo donde se atiende a los sobrevivientes del bloqueo.

El Ministerio de Asuntos Exteriores alemán subraya que el recuerdo del cerco debe preservarse y transmitirse a las generaciones más jóvenes.

En octubre de 2022, el Tribunal de la ciudad de San Petersburgo reconoció las acciones de los nazis durante el asedio de Leningrado como crimen de guerra y genocidio del pueblo soviético.

Los materiales recopilados por la fiscalía de la ciudad sugieren que el número de víctimas del bloqueo fue de al menos 1.093.842. Los daños causados por los nazis y sus cómplices a Leningrado y sus habitantes se estiman en 35,3 billones de rublos al cambio actual (390.000 millones de dólares), según la fiscalía.

La hambrienta orquesta que desafió a Hitler y tocó una sinfonía durante el asedio a Leningrado:

En el verano boreal de 1942, la ciudad rusa de Leningrado (ahora San Petersburgo) se moría de hambre.

Llevaba casi un año bajo asedio y bombardeos de las fuerzas alemanas. Aun así, una orquesta fue capaz de interpretar una nueva sinfonía del compositor ruso Dimitri Shostakovich y transmitirla por toda la ciudad.

Cuando el director de orquesta Karl Eliasberg recibió instrucciones de ensayar la Séptima Sinfonía de Shostakovich, supo que tenía un problema.

Después de una interpretación el mes de diciembre anterior de la Obertura 1812 de Tchaikovski, que presenta la victoria rusa sobre el ejército invasor de Napoleón, la única orquesta que quedaba en la ciudad, la Orquesta de Radio de Leningrado, se había disuelto.

En los registros del conjunto se puede leer: «No hubo ensayo. Srabian ha muerto. Petrov está enfermo. Borishev ha muerto. La orquesta no trabaja».

Así que no fue sorprendente que cuando Eliasberg llamó a sus músicos para un ensayo sólo aparecieran 15. Entre ellos estaba la oboísta Ksenia Matus.

«Cuando empezamos a ensayar para el concierto, tuve que llevar mi oboe a reparar», recordó Matus años después.

«Fui a recogerlo y pregunté cuánto debía. El hombre respondió: ‘Sólo tráigame un gatito”. Dijo que prefería esa carne a la de pollo.

El primer ensayo se terminó apenas a los 15 minutos, dada la poca energía que tenía la pequeña banda de sobrevivientes.

Música entre la hambruna:

«La orquesta estaba formada por músicos que eran víctimas de bombardeos, inanición, hambruna, y apenas eran capaces de sostener sus instrumentos para tocar», explica el director de orquesta nacido en la época soviética Semyon Bychkov.

Un trompetista le ofreció a Eliasberg una profunda disculpa después de ser incapaz de generar una sola nota.

Se necesitaban refuerzos:

Las autoridades soviéticas enviaron un comunicado al frente de batalla ordenando que quien fuera músico debía presentarse a los ensayos.

Llegaron hombres de campos militares que ensayaban entre misiones.

Es posible que Shostakovich, que trabajaba en el conservatorio de Leningrado, empezara a trabajar en la sinfonía antes de la invasión alemana de la Unión Soviética en junio de 1941, pero comenzó a desarrollarla con «intensidad inhumana», como dijo él mismo, en las semanas posteriores a la invasión.

Se quedó en la ciudad tras el comienzo del asedio en septiembre: un recital de piano en primer movimiento que ofreció a un selecto grupo de amigos fue interrumpido por un ataque aéreo.

Finalmente se le ordenó que se marchara el primero de octubre.

Con el corte de suministros, los habitantes de Leningrado se vieron forzados a comer ratas, caballos, gatos y perros.

También hubo informes de canibalismo:

Y mientras el hambre se extendía como una plaga entre los residentes, la Luftwaffe -fuerza aérea alemana- los atacaba desde el aire, llevando a cabo frecuentes y fuertes bombardeos.

Los sobrevivientes del despiadado invierno de 1941-42 en Leningrado recuerdan cuerpos sin vida en la calle, sin nadie que los enterrara.

Eliasberg impuso una disciplina estricta para que sus músicos se pusieran en forma.

En particular, los músicos de instrumentos de viento se podían sentir mareados o desfallecer mientras tocaban.

Aun así, el director les quitaba la ración de pan a los músicos que tocaran mal o llegaran tarde para un ensayo, incluso si se habían retrasado por enterrar a un miembro de la familia.

Los instrumentalistas trabajaban juntos seis días a la semana y, pieza a pieza, se dio forma a la sinfonía.

El día del concierto, el 9 de agosto de 1942, llegó con la orquesta habiendo tocado la sinfonía completa sólo una vez, en un ensayo tres días antes.

«Justo antes, el ejército soviético perpetró un furioso bombardeo sobre las líneas militares de Alemania para silenciar las armas alemanas y que el concierto se pudiera celebrar sin interrupciones», dice Bychkov.

Se colocaron altavoces en toda la ciudad, no sólo para que la población local escuchara la música, sino también para las tropas alemanas.

Era increíble:

Una de las personas del público era la joven de 18 años Olga Kvade, cuyo padre y abuelo habían muerto a principios de la guerra. Ahora con 90 y tantos años, Kvade recuerda el evento con claridad.

«Los candelabros brillaban, era una sensación tan extraña…” Por una parte, no podía ser posible –el bloqueo, los entierros, las muertes, la hambruna y la Sala Filarmónica-, “era simplemente increíble», evoca en un documental para la BBC emitido este fin de semana.

«Lo único que temíamos era que los alemanes empezaran a bombardearnos. Pensaba ‘Dios, deja que escuchemos el concierto hasta el final”. Entonces Eliasberg salió, la orquesta se puso de pie y tocaron. Todos tenían hambre, pero estaban vestidos de gala.

«Por alguna razón, inmediatamente pensé en papá”. A papá le encantaba la buena música. Él también tocaba y me había enseñado. Recordé que me llevaba a la Filarmónica y me parecía que, de alguna manera, él también estaba escuchando.

«Por un lado quería llorar, pero al mismo tiempo había un sentimiento de orgullo”. Maldita sea, ¡tenemos una orquesta! Estamos en la Filarmónica así que ustedes los alemanes ¡quédense donde están!. Estábamos rodeados de alemanes. Nos estaban bombardeando, pero había una “sensación de superioridad».

El final del concierto fue acogido en un principio con silencio.

«Y de repente se produjo una tormenta de aplausos», relata Ksenia Matus.

«Una niña apareció entre el público con un ramo de flores y se lo dio al director de orquesta”. ¿Se puede imaginar? ¡Flores frescas durante el bloqueo! “Era insoportablemente alegre».

Sitio de Leningrado.
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Publicado por prensaohf

Periodista y Corresponsal Naval.

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