¿Y las escuadrillas de los argentinos?

La crisis en que está sumida la Fuerza Aérea Argentina hizo desaparecer las escuadrillas de acrobacia que actuaron desde mediados del siglo pasado.

Por: Brigadier Mayor (R) Guillermo Adolfo Donadille.

La lluvia del jueves 17 de este mes (2009), a pesar de sus beneficios, le jugó una mala pasada a una multitud de cordobeses que tenían la expectativa de ver en vuelo a la promocionada Patrulla de Francia, la escuadrilla de acrobacia del Ejército del Aire francés.

Los habitantes de “La Docta”, al contrario de los porteños, no pudieron alabar la precisión de las evoluciones aéreas de los franceses, quienes constituyen un grupo reconocido a nivel mundial por el profesionalismo que imprimen a lo que hacen.

Pero ¿y qué ocurre con la aviación criolla? No es novedad que los pilotos argentinos son también buenos profesionales; entre otros ejemplos, basta recordar su desempeño durante el conflicto del Atlántico Sur y repasar qué piensan de ellos los británicos, sus enemigos de aquel entonces.

Pero ¿y con referencia a poseer una escuadrilla de acrobacia? Al respecto, va un poco de historia.

En la segunda mitad de la década del ‘50, llegó de visita a Buenos Aires el presidente de los Estados Unidos, general Dwight Eisenhower. Como muestra de buena voluntad, acompañó al mandatario la escuadrilla de acrobacia de la Fuerza Aérea de EE.UU., los famosos Thunderbird con sus nuevos aviones Super Sabre F-100.

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Luego de una demostración electrizante, para delicia de los argentinos aparecieron los pilotos de la Fuerza Aérea nacional con su “Escuadrilla 46”, haciendo exactamente lo mismo que los estadounidenses, pero con los ya baqueteados Gloster Meteor.

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A partir de allí, los argentinos tuvieron siempre una escuadrilla de acrobacia que representaba al país y a su Fuerza Aérea no sólo fronteras adentro, sino que periódicamente era requerida por otras naciones que no contaban con formaciones de ese tipo.

Luego de la mencionada unidad de Gloster, continuaron sosteniendo el prestigio de las alas argentinas la escuadrilla “Cruz del Sur” con Sabres F-86; las escuadrillas “Cóndor” y “Águila”, con Morane Saulnier 760 y Mentor T-34, respectivamente, con asiento en la cordobesa Escuela de Aviación Militar. Posteriormente aparecieron los “Halcones” de Villa Reynolds con sus A4B, y como un último exponente de esta capacidad del arma aérea, la escuadrilla de aviones Suhkoi basados en la VI Brigada Aérea en Mendoza.

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Lamentablemente, desde hace no muchos años, por razones que los responsables sabrán explicar, esta actividad que constituía un verdadero orgullo para la gran mayoría de los argentinos dejó de practicarse. Hoy los aviones Suhkoi duermen el sueño de los justos en los hangares mendocinos.

Sin entrar a juzgar si hay razones concretas que justifiquen las circunstancias actuales, el lector podrá deducir que esta situación en particular es consecuente con el estado general de las Fuerzas Armadas argentinas.

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A propósito de la presencia de los franceses y sus aviones, y por el comentario de la gente de Capital Federal expresado en los medios de comunicación, en el corazón de muchos argentinos se dio un cosquilleo ante la situación actual: muy buena la Patrulla de Francia, pero ¿y los argentinos?

Si esta realidad llama la atención a las personas en general, dejando de lado todo atisbo de vanidad o soberbia, imaginen el gusto amargo en aquellos veteranos, pilotos y mecánicos que integraron alguna de las escuadrillas mencionadas anteriormente.

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Hasta no hace mucho tiempo, los argentinos demostrábamos cómo se volaba acrobacia en formación. Ahora vienen a enseñarnos.